Nasser Al-Attiyah

De Monegros a Atacama

Príncipe en Qatar y rey del último Dakar, Nasser Al-Attiyah comenzó a edificar su éxito sobre las cuatro ruedas en la Baja España Aragón de 2008, edición que se adjudicó con una receta simple: siendo constante.

Al-Attiyah elevó el domingo el trofeo más preciado, el del Rally Dakar.
De Monegros a Atacama
EFE

Baja España Aragón, julio de 2008. Un desconocido catarí emerge en Monegros. Nasser Al-Attiyah arrasa a sus rivales y vence a bordo de un BMW la vigésimo quinta edición del prestigioso raid español.

Rally Dakar, enero de 2011. Rueda triunfal un Volkswagen por Buenos Aires. Contra pronóstico, no va pilotado por Carlos Sáinz. El reto en el Desierto de Atacama ha encontrado un nuevo héroe y su nombre ya no resulta tan extraño. Al-Attiyah anexiona las dos escenas y, así, manifiesta por enésima vez la importancia de la prueba que cada año acogen las pistas aragonesas.

Llevaba varios años inmerso en el mundo del automovilismo cuando probó fortuna en la Baja. Desde el Rally de México hasta el del Acrópolis, fue enriqueciendo su currículo alejado del champán del podio. Al Dakar africano acudió en 2005; abandonó ese año y el siguiente. En 2007 consiguió su primera victoria de etapa y en 2008, cuando el raid no se celebró por miedo al terrorismo, optó por la Baja. "Conocía a Al-Attiyah antes de que venciese en la Baja España Aragón. Lo vi ganar en la Baja Qatar de 2005, que era puntuable para la Copa FIA que aquel año ganó Marc Blázquez", recuerda Manuel Vidal, director del raid español, que reconoce las sobradas aptitudes de las que entonces hacía gala el catarí: "Iba como un rayo, con un enorme desprecio por la arena, arriesgando al máximo. Algunos pensaban que corría así porque estaba en casa, pero nos ha demostrado lo contrario".

A aquella edición de la Baja España, Al-Attiyah acudió acompañado por la copiloto sueca Tina Thörner, que había compartido vehículo con el fallecido Colin McRae. Por la puerta grande (mejoró en nueve minutos el crono de Nani Roma, segundo), el catarí inició en la prueba aragonesa un sprint meteórico, que el domingo vivió su punto álgido en Argentina. "No me sorprende lo que ha conseguido. Ya el año pasado le dio guerra a Carlos Sáinz y quedó segundo. Es un piloto muy valiente, ha ido al límite y, para colmo, Sáinz no ha tenido suerte", apunta Vidal, al que le resulta complicado imaginar el regreso del ganador del Dakar a la prueba que le introdujo en la 'jet set' de los raids, la Baja: "Al-Attiyah depende ahora de un equipo privado, de Volkswagen, una entidad que no ha competido nunca en la Baja España Aragón. Lo veo difícil, sinceramente".

El príncipe ambicioso

Con su hazaña en el último Dakar, Al-Attiyah ha agrandado su estrella. Su carácter (constante, ambicioso y, en cierta medida, arriesgado) se refleja más allá de las cuatro ruedas. No en vano, tiene el título de príncipe en Qatar porque pertenece a la familia del emir.

Su llegada a la élite del automovilismo internacional se produjo después de un intenso periplo en el tiro olímpico, deporte que le llevó a los Juegos de Atlanta, Sydney, Atenas y Pekín; y que, si todo le va bien, le hará repetir en Londres, donde ya ha fijado su más inmediato objetivo: "Ahora me prepararé bien para Londres 2012, porque también es mi sueño. Ya he ganado el Dakar. Lo siguiente son los Juegos Olímpicos". Y eso que el tiro olímpico es, para él, "solo una afición".

Porque su verdadera profesión, éxitos empresariales al margen, tiene su espacio natural en raids como el Dakar o la Baja España Aragón, competiciones muy lejanas en lo físico pero sumamente próximas en la realidad. Que se lo digan a Nasser Al-Attiyah.