REAL ZARAGOZA

Círculos viciosos

La solución a los problemas del Real Zaragoza colisiona y coincide en igual medida con las intenciones de quienes pueden ayudarle.

Agapito Iglesias.
Circulos viciosos
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La situación vital del Real Zaragoza es, en estos precisos momentos, un laberinto. Necesidades y soluciones chocan frontalmente en primera instancia, provocando la sensación de que Agapito Iglesias, el presidente de la SAD, se halla atrapado en un callejón sin salida. Esa es la realidad inmediata. Sin embargo, si se profundiza y se llega hasta el núcleo de esas mismas necesidades y soluciones, se concluye en que, paradójicamente, casarlas en la medida de lo posible y obrar su confluencia es la única posibilidad real de poner mecanismos en marcha para evitar el caos total que amenaza la vida de la entidad.


Los razonamientos se convierten en un via crucis de círculos viciosos para todos los implicados en el espinoso y crucial asunto. Todo parte de que Agapito no tiene dinero líquido, ni un euro en 'cash' con el que maniobrar. Así, el soriano no puede garantizar el cobro de los emolumentos que adeuda a la plantilla de futbolistas tras el vencimiento de los pagarés del 31 de diciembre. Y, por supuesto, está imposibilitado para acometer cualquier fichaje en el mercado invernal que concluye en 14 días.


El siguiente círculo que envuelve a este primero lo forman las cajas de ahorro, que se han cerrado en banda negando más crédito al presidente zaragocista. No se fían más de Agapito, al que llevan prestando durante cuatro años y medio en unas condiciones extraordinarias, en virtud de la importancia que el Real Zaragoza ha tenido en la vida socio-política aragonesa desde 2006. Sus comisiones de riesgos, en medio de la crisis económica mundial, no desean jugar con fuego en una empresa tan deteriorada como es hoy la SAD.


El siguiente eslabón circular lo protagonizan los políticos, cuyas sugerencias a las entidades financieras ya no encuentran el eco de tiempos pretéritos, a lo que hay que sumar su propia pérdida de confianza en la figura de Agapito, hasta hace poco muy tenida en cuenta desde la DGA.


Simultáneamente, todos los protagonistas de este divorcio coinciden en el análisis de que, sin fichajes de invierno, va a ser muy difícil conservar la categoría. Sabido es que el entrenador ha sugerido la llegada de tres o cuatro refuerzos y que la propia plantilla admite que es necesaria otra revolución similar a la del año pasado. Pero, este círculo está viciado por los tres anteriores, que lo hacen inviable.


A su vez, los futbolistas indicaron a Agapito al semana pasada que no tendría un soporte ético aceptable dentro de la caseta el hecho de que viniesen esos refuerzos sin antes haber pagado al plantel vigente. Es más, podría incitar a un conflicto con los más sensibilizados por la demora en los cobros.

Todos los implicados en esta película saben que la supervivencia del Real Zaragoza pasa, de manera inexorable, por que el equipo siga en Primera División el 22 de mayo. Que un nuevo descenso podría certificar incluso la liquidación de la compañía si todo se torciese por el peor de los caminos. Por eso, este último círculo vicioso enlaza automáticamente con el inicio de la espiral. Las necesidades para intentar evitar el despeñamiento deportivo y la ruina final están reñidas con las actitudes adoptadas por quienes pueden ayudar a combatir tal riesgo, estamentos y personas que, de forma superpuesta, también están implicadas y tienen responsabilidades reales y morales por todo lo que está sucediéndole al Zaragoza en la última era.


¿Alguien variará su posición en las dos próximas semanas? ¿Es posible un último esfuerzo colegiado o todo es ya irreversible? ¿Es el abandono súbito e incondicional de Agapito el fin perseguido? ¿Hay algún relevo consistente al soriano aún sin emerger? O, en posturas tan radicales, ¿se contempla también la posible desaparición del Real Zaragoza SAD?