ALPINISMO

Al límite en el Lhotse

Cuando faltaban 200 metros para alcanzar la cima del Lhotse (8.516 metros), Carlos Pauner tomó ayer la decisición de renunciar a abrazar su noveno ochomil. El jaqués, al límite, ponía fin a una tortura que duró 16 horas.

La aventura de Carlos Pauner en el Lhotse adquiere tintes dramáticos. El ascenso al cuarto techo del mundo (8.516 metros) no ha podido culminarlo con éxito. Al límite de lo humano, a 200 metros de la cima, el jaqués tomaba la decisión de abandonar su empeño de abrazar su noveno ochomil. Si la subida fue dura, la bajada, terrible. Una tortura de 16 horas. Especialmente angustiosa para las personas que en Zaragoza esperaban noticias. En el recuerdo, la desaparición del himalayista cuando descendía del Kangchenjunga (8.586 metros) tras conquistarlo. Ayer se cumplían cinco años de la gesta del deportista de Montañeros de Aragón; luego llegó la confusión, tres días en vilo donde Pauner se enfrentó no solo a la propia montaña, sino a su propio espectro.


A las cuatro de la tarde (19.45 hora nepalí), llegaban las primeras noticias: Carlos Pauner estaba en el campo 4 (7.900 m.), en la tienda. "Al coger el teléfono no me hablaba, no tenía voz, sonaba al límite", relataba ayer Carolina Pueyo, su pareja. Desde que Pauner iniciara, junto con Javier Pérez y Marta Alejandre, su ambicioso proyecto en el Himalaya el 24 de marzo, Carolina ha sido la enlace con el grupo, ha mantenido activa la página web (www.carlospauner.com) y ha puesto letra a las palabras que el montañero le ha transmitido por el teléfono. Ayer, el relato era sobrecogedor. "Su voz era un susurro; la respiración, agitada. Le faltaba oxígeno. Tosía. Decía que tenía mucho mérito llegar por su propio pie al campo 4; que había bajado rapelando muy mal, una tortura", explicaba Carolina.


Carlos Pauner y Javier Pérez llegaron el pasado jueves al campo base del Lhotse, segunda estación de la doble expedición que arrancó en el Dhaulagiri, el octavo ochomil para Pauner y el primer pico de esta envergadura para Alejandre. El ataque al Lhotse iba a ser rápido, directo y en un breve espacio de tiempo. La aclimatación estaba completada tras su paso por el Dhaula. Ambos partieron del campo base el domingo y subieron de un tirón al campo 2 (6.400 metros). Al día siguiente llegaron al 3 y en medio se quedó Pérez, que espera a su gran amigo a 5.400 metros. Pauner inició el martes en solitario el ascenso hasta el campo 4, al que llegó derrotado, dolido por el "muchísimo calor" que había pasado.


Ayer era el día que se había marcado para rematar sesenta jornadas de trabajo en las que ha concatenado dos expediciones a dos ochomiles, una empresa mayor que se ha hecho muy pocas veces. "Carlos me ha contado que se ha levantado muy mal, con la garganta destrozada. Tenía previsto salir a las dos de la madrugada, pero cuando se puso en marcha eran las cuatro. Pasaban las horas, la ascensión se alargaba. Me describía como podía: 'A las tres de la tarde me he dado cuenta que me faltaban aún tres horas de subida. Entonces es cuando he decidido que volvía, creo que es lo correcto, ¿no? Doy gracias por haberme vuelto porque creo que no podría haber regresado", narraba Carolina Pueyo.


A las ocho de la noche, sumido en una profunda oscuridad, Pauner entraba a duras penas en la tienda de campaña colocada a 7.900 metros. Dieciséis horas de resistencia titánica donde rozó la línea de la vida en un descenso terrorífico. "Estaba muy cansado, muy mal. Nunca lo había sentido así. Hablaba de que necesitaba dormir, hidratarse. E insistía: 'Pienso que he tomado la decisión correcta, sí es correcta", terminaba Carolina.


Su tesón, su amor a la existencia, a los suyos, su fortaleza física y excelente preparación salvaron a Pauner hace cinco años en el Kangchenjunga. Factores que le condujeron ayer a mantener la entereza a 200 metros de su ansiada cima, la novena en su "Proyecto 8.000", que tendrá que esperar otra oportunidad. Carlos Pauner descansaba anoche y tenía previsto hoy llegar hasta el campo base. Allí le espera Javier Pérez y el fin a otra terrible odisea.