ATLETISMO

Adiós a una olímpica

La zaragozana Maite Gargallo se retira como marchadora de elite tras una exitosa carrera que ha durado siete años

Maite Gargallo, en una imagen en los Juegos de Atenas de 2004.
Adiós a una olímpica
Efe

Maite Gargallo dio con la marcha porque se cansaba corriendo. Su ocupación profesional como ingeniera agrícola le alejó del deporte y le sirvió oportunidades de trabajo en lugares tan dispares como Menorca o Cuenca. A su regreso a Aragón, tras ocho años inactiva, quiso retomar su relación con las carreras de fondo. Un amor que ya era imposible. No había engordado pero su forma física no era la misma. Bajaba a correr al tartán y le faltaba aire. Entonces dos amigos suyos, Fran Guajardo y María José Poves, le incitaron a probar la marcha, una modalidad atlética que le ha permitido paladear la gloria olímpica y mundialista (ganó un bronce por países hace dos años en la Copa de Europa y permutó el mismo logro hace un año a la Copa Mundial).

 

Han pasado siete años desde que redujese la velocidad y comenzase a "andar deprisa". Ahora se retira con la satisfacción de quien quema una etapa en su vida bajo la notoriedad de haber cubierto un noble expediente. "Me voy a sentir muy compensada y muy feliz de estos años en la elite", aseguró con una sonrisa. "Parece que tiene que dar pena una retirada. A mí no me la da. Es algo que se ve venir. Todos los deportistas sabemos que un día tenemos que dejarlo", agregó Gargallo a este respecto.

 

Por este motivo, la retirada de una de las aragonesas que ha logrado formar parte de la aristocracia de la marcha en España, parte del gremio de esta disciplina se reunirá este fin de semana en la capital aragonesa para brindarle un homenaje. El III Trofeo Ciempiés de Marcha en Ruta, que se celebrará el domingo en el Parque Grande, será el acto central de un programa que se inició ayer con una cena en la que, cubierto con cubierto, se reunieron varios rostros del atletismo y a lo que sumará hoy un clínic en las pistas de La Granja. "Solo queda agradecer a Maite todos los años que ha dedicado a este deporte", reconocía ayer Javier Hernández, presidente de la Federación Aragonesa. "Seguro que va a seguir vinculada a todo esto. En la Federación necesitamos gente con su bagaje y ganas de hacer cosas", celebró.

 

Para Gargallo el homenaje del Ciempiés, club del que ella misma fue fundadora, palia en parte la dureza de dar esta paso. Dejar de competir al máximo nivel y pasar al renglón de la vida corriente de esta manera "será más sencillo. Es una forma de poner un antes y un después a mi retirada", señaló.

 

Siete temporadas. Puede parecer un registro fugaz. Empezó con 33 años. Ocho campañas parada, sin competir, hasta que decidió alistarse como marchadora en el Scorpio. En su caso, lo corto de su dedicación a esta modalidad se colma con la intensidad con la que lo ha vivido. Lo que a otros aragoneses como Luisa Larraga o Eliseo Martín les costó largos veranos pateándose caminos pedestres, ella lo logró en apenas quince meses. Su primera internacionalidad llegó al año y medio con la inclusión de su nombre entre los dorsales de los 20 kilómetros marcha del Mundial de París de 2003.

 

A su actuación con el combinado nacional en la capital gala le siguieron otras participaciones como las del Mundial absoluto de Helsinki (2005), la Copa del Mundo (2004, 2006 y 2008) y la Copa de Europa (2005 y 2007). Sin embargo, el momento más emotivo al que da cobijo en su memoria es su participación en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Allí, en Grecia, en la cuna del atletismo, vivió el cénit de su carrera. "Haber participado en unos Juegos es lo más que recordaré en mi carrera. También las medallas logradas con el equipo nacional es un recuerdo precioso", concluyó.