atletismo

'Marathon Man': el aragonés Jesús Bailo gana las '100 millas vascas' tras 24 horas corriendo

El corredor de Biota se impone con una autoridad manifiesta en una prueba de una exigencia máxima. Dedicó el triunfo a su padre, ya fallecido. 

El aragonés Jesús Bailo celebra su triunfo en las '100 millas vascas'.
El aragonés Jesús Bailo celebra su triunfo en las '100 millas vascas'.
Heraldo.es

Perseverancia, fuerza, arrojo, convicción y unas capacidades físicas sobresalientes. Las ‘100 millas vascas’ obligan a un desgaste superior, de una dimensión casi sobrehumana. Se trata de una prueba apasionante, de máxima exigencia, que implica más de un día de esfuerzo ininterrumpido por las tierras altas de Euskadi. Completar toda las distancias, de 168 kilómetros de recorrido, ya supone un éxito considerable; hacerlo en la primera posición –y, además, con una superioridad manifiesta– representa una gesta mayúscula, sobre todo cuando el vencedor es un corredor aficionado. "No me esperaba ganar", confiesa el aragonés Jesús Bailo, cuyo propósito era "finalizar la carrera y, en la medida de lo posible, mejorar el tiempo invertido en la anterior edición".

Sin embargo, fue sorteando todas las adversidades, y superando a cada uno de sus oponentes, hasta proclamarse campeón de la prueba con un registro de 24 horas, 24 minutos y 50 segundos. Por detrás se situó Igon Manzisidor, segundo clasificado, con una marca de 24.44.56, mientras que David Gómez completó el podio, tras haber invertido 26 horas, 6 minutos y 12 segundos para cubrir el trayecto.

"Salí muy tranquilo, sin presiones, sin ninguna pretensión de acceder al podio. Luego, conforme avanzaba la prueba, cada vez me fui sintiendo más cómodo, con más fuerza, con más confianza, y al final todo salió redondo. Fue una victoria inesperada", insiste Bailo.

¿Cuándo fue consciente de que podía ganar? "En el tramo de Etzegarate, cuando habían transcurrido 130 kilómetros de la prueba", recuerda el corredor aragonés, que por entonces ocupaba la segunda posición. "Anteriormente me habían notificado que sólo quedaba un corredor por delante de mí, lo que ya había significado una gran sorpresa. En ese momento, sin embargo, mi desventaja con el líder era de más de 20 minutos, por lo que no creía posible remontar", confiesa el atleta de Biota, que se entrena seis días a la semana.

"Pero todo cambió en el paso por Etzegarate –reitera Bailo–. Entonces me dijeron que me estaba acercando rápidamente a la primera posición, que ya quedaba a menos de 10 minutos de distancia. Además, cuando llegué a la zona de avituallamiento había mucha visibilidad y pude ver a Igon Manzisidor por delante de mí. Eso me motivó aún más", advierte el aragonés.

"Comencé entonces a tirar, aumentando el ritmo para intentar darle alcance. En este sentido, tuve varios puntos a mi favor: yo venía desde atrás, remontando posiciones, y ya me creía perfectamente capacitado para ganar. Por el contrario, al que va primero le suelen entran dudas, empieza a sentirse cada vez más presionado", explica Bailo. "El escenario era muy propicio para atacar. Ya no me valía el segundo puesto. Además, yo por atrás no me sentía amenazado, ya que mi más inmediato perseguidor se hallaba a más de 45 minutos de distancia", añade.

Así, el corredor aragonés elevó la marcha y sus ambiciones, y obtuvo su merecida recompensa: consumó la remontada entre San Adrián y Oazurtza, cuando por fin rebasó a Manzisidor y pasó a liderar la prueba. A partir de ahí, Bailo se encaminó irremediablemente hacia el triunfo.

En cualquier caso, una prueba de tanta exigencia siempre tiene sus momentos de debilidad. "Más o menos, en los primeros 80 kilómetros no se producen muchos sobresaltos, porque los atletas nos hemos preparado a conciencia para pruebas de estas características y los entrenamientos se notan. Sin embargo, del kilómetro 80 al 130 sí existe un periodo que no es fácil de gestionar. Sobre todo porque ves la meta todavía muy lejana", sostiene el deportista aragonés, quien desvela su estrategia para no dejarse vencer por el desánimo: "Para sacar fuerzas de flaqueza, intento marcarme retos muy cortos. Por ejemplo, me fijo la meta de llegar al próximo avituallamiento, donde sé que beberé agua y cogeré algo de fruta para comer; sólo una vez superada esa meta me planteo la siguiente, que será alcanzar el avituallamiento posterior. Y así vamos avanzando...", apostilla el corredor de Biota.

Finalmente, después de 24 horas y 24 minutos, Bailo cruzó la línea de meta en la primera posición. Lo hizo de la mano de sus hijas, Martina y Nuria, de 10 y 4 años, respectivamente. Pocos metros antes se había abrazado con su madre y con Laura, su mujer. "Ella soporta muchas ausencias. Me voy a trabajar a las cinco de la mañana y llego a las dos. Pero inmediatamente después, me marcho al monte a correr para regresar a las siete. Laura entiende mi pasión y es un apoyo vital", subraya el aragonés, quien también tiene palabras para Luis, su padre, "el gran artífice" de su afición por el deporte.

De hecho, nada atrapar la victoria, Bailo señaló al cielo y rindió homenaje a su progenitor, ya fallecido. "Él está en mi mente durante todos los kilómetros. Si estoy en carreras como esta, es gracias a todo lo que me enseñó. A mis hermanos (Alfredo, Javier y Juan), que también son deportistas, y a también mí, mi padre nos inculcó unos valores muy positivos que siempre nos han acompañado", menciona el atleta aragonés, quien señala que todos los componentes de la familia son "muy comprometidos" con todo lo que hacen, que es "otra de las virtudes" que han aprendido "en casa" desde muy pequeños.

"Él hacía principalmente ciclismo. Siempre nos llevaba con las bicis, pero también nos daba paseos en piragua y nos retaba a jugar a frontón. Era un apasionado del deporte y es algo que hemos heredado todos los hijos –relata Bailo–. Este triunfo tiene mucho de él. Es una victoria en su nombre". En el nombre de Luis. En el nombre del padre.

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