La enorme gesta del Casademont femenino con la conquista de la Copa de la Reina de Baloncesto ha despertado la admiración de todo el deporte nacional y aragonés, que ha constatado con asombro que la fe y el esfuerzo de un excepcional grupo de jugadoras arropadas por una gran afición pueden superar todas las adversidades y romper cualquier pronóstico.

Sin duda, la contribución del Casademont femenino al deporte aragonés marca un antes y un después tras el histórico título conquistado ayer ante casi 11.000 espectadores en el Pabellón Príncipe Felipe. El buen hacer sostenido por el equipo durante meses se vio refrendado por una Copa obtenida gracias a la determinación de un conjunto de jugadoras y de un equipo técnico que transmitieron sobre la pista los valores más destacados del deporte: solidaridad, humildad, ayuda, compañerismo...En unos tiempos en los que el deporte colectivo aragonés no se ha caracterizado por encadenar excesivos triunfos, la hazaña del Casademont femenino devuelve la ilusión y la alegría a la afición, que ya tiene otro conjunto en el que depositar sus esperanzas y compartir su enorme crecimiento.

Más allá del dulce sabor de la victoria, merece destacarse la manera en la que lo consiguieron: durante todo el torneo, cada vez que la dinámica del partido presentaba un cariz negativo, despertaba un mismo espíritu de superación que terminaba por doblegar a los rivales y entusiasmar a un público entregado. Ayer no fue una excepción: jamás dieron la espalda a un encuentro muy igualado, característico de cualquier final, y en el último cuarto volvió a emerger ese sentimiento de unidad que las ha hecho campeonas con mayúsculas. La afición zaragozana y de toda la Comunidad siente digno orgullo de un conjunto ejemplar y los deportistas aragoneses ya tienen un nuevo espejo donde mirarse para conseguir sus metas.