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El ataque de la covid al deporte

Contagios y alteraciones están al orden del día en la élite y en las categorías no profesionales.

Real Zaragoza
Rubén Baraja, dirigiendo un entrenamiento del Real Zaragoza.
Oliver Duch

Un simple ácido nucleico envuelto en un lípido y rodeado de proteínas en forma de corona (de ahí coronavirus...) ha puesto en jaque al ser humano. Y también a las actividades que desarrolla el ser humano. Presente en nuestras vidas, el coronavirus también se ha introducido en el deporte. El ataque de la maldita covid condiciona el desarrollo de las competiciones, el día a día de los colectivos. Desde el Real Zaragoza a los equipos aficionados, todos están subyugados por el maldito virus, la amenaza invisible que todo lo altera.

Sin ninguna duda, el club aragonés que más ha sufrido las consecuencias del coronavirus ha sido el Real Zaragoza. El equipo de león rampante llegó al parón pandémico de marzo en posición de ascenso directo a la Primera División. Tres meses después, esto es, un lapso de tiempo mayor que el que transcurre entre el final de una temporada convencional y el inicio de la siguiente, regresó la competición. El equipo de Víctor Fernández lo integraban los mismos hombres, pero era otro. Ese Zaragoza que caminaba con pie firme hacia el ascenso se desvaneció. Sobre siete partidos como local, perdió seis. Caído de los puestos de ascenso directo a la zona de ‘play off’, fue eliminado a las primeras de cambio por el Elche. Antes, el barullo de los positivos del Fuenlabrada lió más todavía el devenir de la Segunda División. Todas las decisiones perjudicaron al Real Zaragoza, incluida la imposibilidad de contar con su goleador, Luis Suárez, en la fase por el ascenso.

Después de acabar el curso bien entrado agosto, Rubén Baraja tomó las riendas del equipo. Pero el técnico se contagió y no pudo iniciar la pretemporada. La covid también ha afectado al segundo equipo del club, al Deportivo Aragón, que tuvo que permanecer en cuarentena tras darse un positivo en el cuerpo técnico. En la primera plantilla, el único caso acaeció en el pasado curso. Fue Javi Puado, futbolista que atravesaba por un extraordinario momento de forma en el momento de ser aislado. En medio de esta catarata de reveses, la fidelidad del zaragocismo queda como la mejor vacuna conocida (hasta la fecha). No se rinde jamás. Ni ante el coronavirus. Más del 21.000 abonados retiran su localidad aunque no puedan sentarse en su localidad. Reiteración admirable. El dato queda como registro indeleble del vigor del Real Zaragoza. Esté donde esté, siempre con el Real Zaragoza. También en tiempos de pandemia.

Al Huesca le atacó menos el coronavirus que al Real Zaragoza. O, al menos, le ocasionó menos daños. En el curso 20-21 se han sucedido varios positivos en el club del Alcoraz. Ahora mismo, Mikel Rico se encuentra en cuarentena después de conocer el contagio el pasado sábado. Antes, Nwakali también había confesado en las redes sociales haber padecido la covid. Y antes del inicio de la pretemporada, se comunicaron otros dos casos, aunque no trascendieron los nombres de los afectados. Tras el encuentro preparatorio del 29 de agosto ante la Real Sociedad, se informó del positivo del internacional Oyarzábal nada más jugar contra el Huesca. Afortunadamente, ningún jugador del conjunto altoaragonés sufrió contagio.

Pese a estos casos concretos, que no han revestido gravedad, el coronavirus no ha erosionado al Huesca, pues durante la pandemia logró regresar a la Primera División. Es más, los azulgrana era cuartos, empatados a puntos con el tercero (Almería), en el momento de detenerse la competición en marzo. Después del paréntesis covidiano, el cuadro que gestiona Míchel Sánchez trepó hasta la segunda plaza en la tabla clasificatoria, solo superado en el cómputo final por el Cádiz de Álvaro Cervera, para consumar el ascenso directo a la Primera División. Acaeció un triunfo determinante ante un Zaragoza huérfano del amparo de la mejor afición de la Segunda División. El Huesca venció (0-1) en una Romareda vacía, muda. Pasaron muchas cosas. La polémica acción de Pulido sobre Puado, el ataque inmediato sobre un Zaragoza defensivamente desordenado, el gol terminal de un jugador zurdo (Javi Galán) con la pierna derecha, la defensa que más que defensa era una acusación del Zaragoza... Todo le salió mal al Zaragoza. Todo le salió bien al Huesca. Todo fue así. Y todo, probablemente, habría sido diferente, al menos para el Zaragoza.

El coronavirus también atacó la sólida defensa del Casademont Zaragoza, que estaba desarrollando la mejor temporada cuando la covid le hizo un tapón en marzo. Se había instalado en la tercera plaza de la Liga Endesa ACB el colectivo que por entonces entrenaba Porfirio Fisac. Era el primer equipo del baloncesto español, solo superados por las millonarias inversiones futboleras del Madrid y del Barça. El último encuentro de la liga regular lo disputó precisamente el Casademont en el feudo del Real Madrid. Al día siguiente, se conocieron positivos en el club blanco. La competición se detuvo, organizándose una posterior fase final en Valencia con los 12 mejores equipos de la Liga. El Casademont Zaragoza también padeció positivos en su plantilla. Dos jugadores del plantel, los norteamericanos Seeley y Thompson, abandonaron el barco y cruzaron el Atlántico. Con el regreso del nuevo curso, regresaron. Incluso Seeley rubricó el triunfo del estreno europeo con un triple sobre la bocina este pasado miércoles en Polonia. A Thompson le sentó peor el confinamiento... Antes, en la fase final de Valencia, sin estos activos, el equipo disminuyó sensiblemente en su rendimiento. Solo ganó un partido de la serie definitiva. Una verdadera pena. De vuelta a la actual temporada, Diego Ocampo asumió la gestión deportiva del grupo. El público, una de las más numerosas y entendidas aficiones de la ACB, todavía no ha podido entrar al pabellón Príncipe Felipe. La incertidumbre que gravita sobre el Casademont no es distinta a la que sobrevuela el deporte español. Este hecho no mina a un club que también ha recogido el testigo que dejó el Stadium Casablanca en la élite del baloncesto femenino. Con Carlos Iglesias en el banquillo, el cuadro femenino también ha visto condicionado el arranque liguero por la covid, retrasándose las dos primeras jornadas ligueras.

El coronavirus también acorrala al balonmano. En un deporte dividido entre la Federación y la Asobal, el único club aragonés censado en la élite, el Bada Huesca, resiste pese a la suspensión masiva de encuentros. No pudo jugar el conjunto de José Francisco Nolasco contra el Nava en la jornada inicial. Ni contra el Barça, Puente Genil y Villa de Aranda. En casa, unos días juegan con una sensible reducción de público, y otros, como la pasada semana, sin público ante el Benidorm. El parón de marzo le pilló en la penúltima plaza, puesto de descenso, aunque el conjunto ya había manifestado una clara recuperación. El futuro, seguro que reside en la Asobal. En una Asobal que viene suspendiendo alrededor de la mitad de sus partidos. La covid es así...

La pista de fútbol sala coincide en sus dimensiones con la del balonmano. Igual que el Bada, el Fútbol Emotion se encontraba en puesto de descenso en el momento en que la competición se paralizó. El curso lo inició Arturo Santamaría como técnico. Cesó cuando el equipo no había entrado en descenso. Le sustituyó Santi Herrero. El Fútbol Emotion cayó a zona de descenso. Y se salvó sin jugar... Igual que en el resto de deportes, la pandemia lo mediatiza todo. Llegó ese verano David Marín como nuevo entrenador. Habrá que luchar mucho. También contra la covid.

Fuera de la pista, en el tartán y por los caminos de Aragón y del mundo, los atletas Toni Abadía y Carlos Mayo abanderan el atletismo en nuestra tierra. El aplazamiento de los Juegos Olímpicos de Tokio supuso un revés para ambos. Abadía tampoco podrá acudir al Campeonato del Mundo de Media Maratón por la covid. igual que Mayo. Antes del parón, arrasaron en el Campeonato de España de Cross.

El deporte no profesional también se ha visto afectado en su desarrollo por la covid. La pasada semana arrancó la Segunda División B de fútbol. De los tres conjuntos aragoneses que compiten en la misma, solo uno pudo disputar su partido: el Ejea, que cayó en su visita a Tudela. Tanto el Ebro como el Tarazona se vieron obligados a suspender sus encuentros, por los positivos que aparecieron en sus rivales, la SD Logroñés y el Osasuna B, respectivamente. Integrados en el grupo junto a navarros y riojanos, se augura un año complicado.

En el estrato inmediatamente inferior, en la Tercera División aragonesa, la competición se ha detenido al menos hasta la jornada que debía disputarse hoy. Ni la Regional Preferente, ni la División de Honor Juvenil, ni la Liga Nacional Juvenil han arrancado todavía. El fútbol base no comenzará al menos hasta enero. Dios y covid mediante...

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