fútbol sala

La aventura de Alberto Arteaga, un aragonés en la selección de Arabia Saudí

El zaragozano trabaja desde hace unos días como entrenador ayudante del combinado nacional y está recorriendo el país para encontrar a los mejores jugadores para disputar la próxima Copa de Asia.

Alberto Arteaga, libreta en mano, durante un entrenamiento con la selección de fútbol sala de Arabia Saudí.
Alberto Arteaga, libreta en mano, durante un entrenamiento con la selección de fútbol sala de Arabia Saudí.
Heraldo.es

Alberto Arteaga es un trotamundos del fútbol sala. A sus 33 años, el zaragozano ya ha entrenado, además de en numerosos equipos de Aragón, en Italia, en Kuwait y en Francia. Ha dirigido a clubes de primer nivel en Nápoles, Kuwait o Lyon, donde fue subcampeón de Copa. Pero, hasta la fecha, no había encarado ninguna aventura como la que inició hace apenas unos días, cuando le nombraron entrenador ayudante de la selección absoluta de Arabia Saudí, dirigida ahora por el también español Luis Fonseca. Un reto tan exótico como mayúsculo, teniendo en cuenta el limitado nivel deportivo del país en materia de fútbol sala. De hecho, con el objetivo de clasificarse para la próxima Copa de Asia, Alberto Artega está recorriendo ahora el país, junto al resto del cuerpo técnico, en busca de los mejores jugadores para conformar una plantilla competitiva. Un casting en toda regla.

"Nuestro objetivo principal es construir un equipo lo más potente posible para el clasificatorio de la Copa Asia que tendrá lugar en octubre. Arabia Saudí, a pesar de ser uno de los países más potentes en muchos aspectos de la zona, nunca ha participado en una Copa Asia que no haya organizado él mismo. Hasta ahora, nunca habían apostado por dar un paso más allá y nunca habían contratado un seleccionador extranjero ni había trabajado con una metodología profesional", relata el aragonés desde Yidda, la segunda parada tras Riad en su viaje por el país en busca de los jugadores más talentosos. "Luego iremos a Dammam", explica. "El reto en estos primeros quince días es ver a unos 60 o 65 jugadores para elegir un grupo de 24 con el que comenzaremos a preparar el campeonato", apunta.

Ya con el grupo de jugadores elegido, en verano viajarán a Europa -Portugal, España y Croacia- para continuar con la preparación y disputar diferentes torneos amistosos en los que medir su verdadero nivel. "De momento, nos hemos encontrado con un grupo de jugadores bien dotados técnicamente, pero que tácticamente son muy limitados. Hay que enseñarles todo, partiendo desde lo más básico. Tenemos que elegir bien y no equivocarnos", subraya, al tiempo que destaca que la mayoría de ellos "no están acostumbrados a competir en el primer nivel y les falta algo de espíritu competitivo", un factor que se puede achacar a la falta de una liga profesional de fútbol sala en el país. "El equipo que estamos formando tiene de todo: militares, estudiantes, trabajadores del ministerio… muchos de ellos con una gran capacidad de aprendizaje y con una gran progresión del primer día al último", relata. "Eso sí, todos tienen que mostrar una disponibilidad para trabajar con nosotros durante todo el verano. Por eso en algunos casos es complicado", agrega.

Durante la preparación, también tienen que lidiar con diferentes aspectos de la cultura del país, como la innegociable pausa para rezar. "Estamos programando entrenamientos diarios de tres horas o tres y media, teniendo siempre en cuenta que sobre las 18.40 tienes que hacer una pausa de diez minutos para que recen. Te puede tocar en mitad de un ejercicio, pero eso es sagrado y hay que para para hacerlo sí o sí. Mientras ellos rezan, nosotros nos ponemos educadamente a un lado y esperamos. El manager dirige habitualmente el rezo y cuando termina se quitan el pantalón largo los que se lo han puesto y volvemos a entrenar otra vez", describe. "Nos sirve para darles un poco de descanso", apunta entre risas.

Además del rezo, el aragonés admite que la cultura en Arabia Saudí dista mucho de la de occidente, especialmente en el rol de la mujer. "Aquí parece que vayan siempre de uniforme, el hombre con el hábito blanco y la mujer de negro, cubierta todo salvo los ojos. Es chocante pero tienes que entender que vas a otro país, con otra cultura y tienes que respetarlo", concluye.

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