Jorge Blanco: "Jaca es mi santuario, me da la vida"

A los 4 años empezó con judo, a los 14 descubrió kickboxing y hoy es uno de los mejores instructores del mundo de artes marciales mixtas (MMA). Vive en Canadá y grandes del deporte, el cine o la música se rinden ante su propio método deportivo.

Jorge Blanco, con George St Pierre, campeón del mundo en artes marciales mixtas.
Jorge Blanco, con George St Pierre, campeón del mundo en artes marciales mixtas.

Tardó en entender, en realidad en asumir, que su camino en la vida estaba en el deporte, en lo que consideraba una afición, una vía de escape para su temperamento inquieto y que le dio más de un problema en su juventud. Jorge Blanco Bello (Zaragoza, 1982) estudió Derecho como su padre y trabajó"con traje y corbata", dice, y mantuvo una intensa lucha interior hasta comprender que su verdadera vocación estaba entre guantes de boxeo, y rendirse así ante el mundo que le había llevado a ser más libre y a encontrarse a sí mismo. Con una vitalidad fuera de lo común y una gran determinación, se ha convertido en uno de los mejores entrenadores de artes marciales mixtas (MMA), con un método deportivo propio ante al que han sucumbido famosos como Chris Hemsworth, Robert Pattison, Elsa Pataky, Meghan Markle (hoy Duquesa de Sussex), el rapero Drake o George St Pierre, toda una leyenda, campeón de peso welter y medio del UFC, declarado tres años seguidos mejor deportista de Canadá. Porque a Jorge la vida cambió cuando con 14 años descubrió el kickboxing, una modalidad de boxeo bastante desconocida y algo marginal entonces que le llevó a México y de ahí a Toronto donde se abrió al mundo de las artes marciales; donde pasó penurias hasta que el destino, forjado con gran esfuerzo, le puso ante los más grandes del mundo del hockey, del cine o la música. Hoy es uno de los instructores más reconocidos, destacado por revistas especializadas como ‘Sport Ilustrated’ (tres millones de suscriptores, leída por unos 23 millones de personas cada semana) y con una empresa propia, Spaniard, que gestiona su método de entrenamiento. Se niega a decir quién pasa por su manos,"sólo si lo dicen", insiste mucho, mientras explica que son ellos quienes le están haciendo ‘famoso’, algo con lo que no contaba"un tipo de Zaragoza que se dedica a trabajar". Recorre el mundo entrenando y dando seminarios, lo que le hace ver una España algo confusa."Vengo aquí y me siento como un extranjero; veo cómo habla la gente en las redes sociales, cómo hay mucha negatividad, cómo todo el mundo es muy destructivo". Y cuenta que ahora Toronto es su casa, que acaban de darle el pasaporte canadiense, pero que siempre necesita volver a sus raíces.

Cómo descubrió el kickboxing.

En el gimnasio donde hacía judo desde niño en Zaragoza me metí a una clase, me encantó y empecé. No dejé de hacerlo ni cuando me fui de Erasmus a Praga, en 2006, donde estuve en un gimnasio un poco duro, en la zona más suburbial. En este deporte te encuentras gente humilde, incluso marginal y es cierto que no es una disciplina muy glamurosa, también porque su naturaleza es dura, de mucho contacto, muy físico. Un ejemplo muy claro es México, donde fui al año siguiente. Viví en el DF, iba a la Universidad de La Salle y boxeaba en centros donde veía el contraste de alguien como yo, europeo, con una familia detrás que me ayudaba, frente a personas que entrenaban para competir, con la angustia poder dar de comer a sus hijos, que con 25 años ya eran padres de tres o cuatro; con quienes compartí muchas horas de mi vida, mucho sacrificio, que te acompañan y te animan.

Fue campeón de España en esta modalidad.

Se me dio muy bien, pude competir y entré en la selección nacional de boxeo. No llegué a estar en los Juegos Olímpicos porque me fui de Erasmus, luego a México y de allí a Toronto a aprender inglés y donde había un centro de entrenamiento que me interesaba. Toronto me encantó y fue un contraste tremendo porque venía del DF donde un extranjero es una diana para la delincuencia, mientras que ahí todo el mundo te ayuda.

Cómo vivía en Toronto cuando llegó.

A través del Ministerio de Exteriores logré una plaza de trabajo en el consulado español. Llegué un 3 de marzo de 2009, sin conocer a nadie, a -17 grados, y cuando empezaba a golpear muy fuerte la crisis.

¿Se quedó allí por su entrenamiento?

Mi deporte ha sido considerado muy callejero y empecé a centrarme en lo que se llama artes marciales mixtas. Allí es considerado un deporte como tal, mientras que en España no, aun tiene un estigma que no le corresponde, de macarra, violento. Empecé a entrenar en poco tiempo con los mejores de la ciudad.

Tuvo la suerte de encontrarse con deportistas de la Liga Nacional de Hockey.

Mi vida eran tres bolas que empezaban a andar: entrenaba, yo daba clases y conocí a un jugador de la LNH que me pidió que le entrenara, que me abrió la puerta a otros muchos y hoy en día lo he hecho a unos 60 jugadores. Allí el hockey es el deporte nacional que levanta pasiones.

Cómo tomó la decisión de dejar su trabajo en el consulado.

Fue un proceso complicado. No me llenaba lo que hacía y además veía que mi trabajo se iba a acabar por los recortes tan drásticos por la crisis. Vinieron tiempos oscuros porque por cultura, por lo crees que tienes que hacer con tu vida, por educación, me decía tenía que tener una vida estable, trabajar del Derecho porque era para lo que había estudiado, y en mi cabeza había un lío tremendo. Mi familia no me presionaba, pero me decía que no dejara lo que me daba tranquilidad. Pero a mi me tiraba más el deporte, y poder convertirlo en mi forma de vida, en mi trabajo. Llegó un momento que vi que el consulado se acababa y también el visado para seguir en Canadá, intenté lograr otro para trabajar en una consultora, pero me lo denegaron el mismo día que venía a Zaragoza a la boda de mi hermano mayor. Vine sin saber si a la vuelta me iban a dejar entrar, sin decir nada a nadie, y cuando me despedí de mi familia me dio un bajón tremendo; me decía que me estaba complicando la vida.

Era una opción por un sueño.

Pero entonces aun no sabía bien qué quería hacer. El trabajo de traje y corbata no estaba en mi cabeza, pero conseguir la visa era complicado. Me dejaron entrar por seis meses y estuve casi un año viviendo como podía, engañando a mis padres, porque mi vida era una penuria. Cuando se me acabó intenté salir y volver, me crucé a Búfalo en Estados Unidos donde estuve un par de días y, aunque resultó muy difícil pasar la aduana, lo logré y también conseguí un visado limitado para poder trabajar en la consultora. Compré un poco de tiempo. Hacía de todo y me daba justo para poder comer. ¿Si lo he contado en casa?, no con detalles, pero tampoco tiene sentido que lo sepan, ya está pasado. Yo seguía con mis entrenamientos, empecé a tener un cliente, otro… aunque no me atrevía a dejarlo todo, sentía entre miedo y vergüenza de ver que lo que realmente me gustaba era eso.

¿Por esa educación que decía que tenía que ejercer la carrera que había estudiado?

Sí, y porque pensamos que hacer un deporte es un hobby, no un trabajo y además el tipo de deporte que hacía. Mi cabeza estaba en ebullición. Empecé con los jugadores de hockey y tuve la suerte de comenzar también con uno de los mejores deportistas de Canadá de todos los tiempos, Georges St Pierre, un auténtico ídolo, un luchador de MMA. Es como mi hermano y hemos recorrido el mundo juntos.

Mantuvo una fuerte lucha interna entre lo que creía que debía y lo que le gustaba.

Subjetivamente no era consciente y lo dinamitaba, luchaba entre"voy a dar unas clases", y"soy abogado". Si hubiera empezado esto con 25 años estaría ahora viviendo el sueño; me ha costado mucho y ha sido duro llegar donde estoy.

Para sus padres también habrá sido duro

Sí, eso de pensar"a ver por dónde sale, cómo le va la vida", y es cierto que desde crío he sido bastante resuelto, sin duda el más problemático y el que más carácter tiene, y cuando era adolescente siempre buscaba mi manera de hacer lo que quería y hacerlo bien, aunque en el colegio tuviera problemas. Cuando llegué a la Universidad empecé a tener un poco más de libertad y mis padres lo vieron.

Es difícil encontrar tu lugar en la vida.

Y más si eres inquieto. El colegio está bien, pero la disciplina no me la dieron ahí sino que fue el deporte, una disciplina que yo supe tomar, porque me rebelé contra la autoridad del colegio y tenía un carácter complicado que no supieron llevar, no hubo alguien con algo de mano izquierda que lo hiciera y salí del colegio escaldado. Aún hay veces que sueño que tengo que examinarme de Historia. Mis padres me han ayudado mucho y es cierto que les he ocultado lo mal que lo he pasado porque en la distancia lo hubieran pasado peor, y no tenían por qué saber que había días que me decía"mejor comer mañana a cenar hoy". Ahora estoy asentado, tengo cierto éxito profesional, y lo estoy logrando porque trabajo todos los días, porque tengo una máquina que no anda sola y no la puedo parar, y tengo que aprovechar este momento.

Ha creado una empresa, Spaniard, con su método de entrenamiento.

Me he ido forjando un pequeño nicho de gentes de otras disciplinas a los que aplico mi filosofía del deporte. Porque lo mío es más un enfoque mental y eso me ha llevado también a llevarlo a seminarios con empresas. Incluso ahora me llaman para que explique mi trayectoria vital, cómo cambié el rumbo de mi vida.

Viene varias veces al año, ¿echa de menos a su familia?

Mis padres se hacen mayores y tengo dos sobrinos a los que quiero ver crecer; estoy lejos, cuesta mucho en tiempo y en dinero, y aprovecho para hacer trabajos aquí. Mi nombre empieza a ser conocido, me han llamado de la televisión, pero he dicho que no, porque nunca digo a quien entreno o he entrenado, y lo he hecho a personas muy interesantes del deporte, el cine o la música. La fama no me va y parte de mi trabajo es la discreción. Se supo que había entrenado a Meghan Markle cuando estaba rodando ‘Suits’ en Toronto, porque su mejor amiga es clienta mía y lo dijo, pero yo nunca lo habría desvelado. No lo digo por principio, por educación, y sólo se sabe si ellos lo hacen o suben a las redes sociales vídeos conmigo.

Como Elsa Pataky.

Mire, hace tiempo que entreno a un rapero que rompe todos los récords, Drake, que tiene 55 millones de seguidores en sus redes sociales, un tipo que en Canadá es un ídolo de masas, siempre con guardaespaldas. No podría hacer una comparación con alguien de aquí porque allí todo es a lo grande. Él me dio las gracias en una red social para fin de año y ese día me desperté con 800 seguidores más sólo porque me había mencionado, pero yo no lo busco, ni quiero. Porque soy un tipo de Zaragoza, criado aquí, con unos valores muy fuertes que son fundamentales en mi vida, porque si pierdes el norte de quien eres… Y he visto a mi alrededor cómo otros entrenadores o actores se vuelven locos. Hay que tener la cabeza muy bien amueblada y cuando veo a gente muy, muy famosa, como Chris Hemsworth o Elsa Pataky, dónde han llegado y cómo se comportan me quito el sombrero, porque es muy difícil hacer lo que han hecho y mantener la cabeza en su sitio, ser normales. Aunque puedan en algún momento cogerles fuera de juego, porque son personas. Ahora resulta que tengo fans y eso para mi es nuevo, porque siempre he sido el entrenador del famoso, y me catalogan a mi también de famoso. Es gracioso, porque me llegan mensajes, hablo con ellos y me da hasta vergüenza.

¿Qué es para usted Jaca?

Es mi santuario. Venir a Zaragoza no es nada relajante, lo hago porque quiero mucho a mi familia, a mis padres, pero no son vacaciones, vacaciones es estar en una tumbona al sol y aquí sigo trabajando, voy al gimnasio, me entreno. No puedo decirle cuándo fue el ultimo día que tuve libre, que no trabajé. Sólo en noviembre estuve en Los Ángeles, Nueva York, Montreal, Australia y Washington; y ahora vuelvo a la locura.

No sabe dónde se despierta.

A veces me pasa. Soy una persona muy intensa, me levanto a las 5 de la mañana y a las 6 estoy trabajando hasta las 9 de la noche. Necesito respirar, aquí es imposible, y Jaca me da la vida, me da aire, veo las montañas, me voy a correr al Rapitán, que para mi es vital porque estamos el monte y yo, nadie más. En Jaca no tengo que ver a nadie y en Zaragoza continuamente me encuentro con gente.

Tiene aquí a todos sus amigos, estudió en Marianistas, luego en la Universidad

Claro, claro, y ahora de repente aun me ‘conocen’ muchos más.

Debería aprender a gestionar su fama

Con los pies en el suelo. Soy muy positivo, muy privado y muy reservado, siempre por la puerta de atrás y esta ‘fama’ me la tomo como que he hecho las cosas bien. Yo me voy a la cama feliz por cómo es mi vida y cómo mantengo mi privacidad.

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