Atletismo

Al maratón le falta un poco de cariño

 No soy uno de los héroes, casi todos anónimos, que ayer participaron en VI Maratón de Zaragoza. Corrí con ellos 27 kilmetros de entrenamiento porque mi objetivo es finalizar el de Nueva York el próximo 4 de noviembre. La experiencia fue, como siempre que he corrido una carrera de este tipo, emocionante por la compañía de corredores que sacan horas de donde no las hay para superar un reto personal duro, muy duro.


Para correr un maratón de forma sana uno debe llevar corriendo a menos un par de años; haber corrido pruebas de 5, 10 y 21 kilómetros, y superar un periodo de entrenamiento de entre 12 y 16 semanas muy duras, con semanas en las que se pueden acumular entre 50 y 70 kilómetros de carrera. Semanas en las que has de correr entre cuatro y cinco días a la semana haga calor, frío, cierzo o lluvia.


Es aquí donde hago mi primera observación al Maratón de Zaragoza. ¿Es la mejor fecha para competir teniendo en cuenta que la preparación coincide con los meses más calurosos del año? Y además, los maratonianos somos gentes de rutina. Los cambios de fecha no me parecen buenos. Los dos últimos años ha sido en noviembre. Este año, en septiembre.


La segunda apreciación es muy subjetiva y, quizás, muy parcial. Yo soy de Madrid. Llevo tres años en Zaragoza. Y entre las dos ciudades hay una diferencia bastante sustancial respecto a las carreras populares. En primer lugar, está el número. Es raro el fin de semana que en Madrid no hay alguna competición para los corredores no profesionales. En Zaragoza capital es al contrario: raro es el fin de semana en el que hay alguna carrera popular.


Abundando en este asunto, voy con la segunda apreciación: da la sensación de que este tipo de actos “molestan” a la ciudad. Hace unos años, en Madrid las carreras populares eran pocas y solían ser por la zona de la Casa Campo o pasando por áreas poco transitadas. Ahora, aparte del número, las carreras tratan todo lo contrario: de pasar por los sitios más bonitos y emblemáticos de la capital. La idea: atraer a más gente -que implica más dinero y más patrocinadores-. Hay dos acontecimientos que marcan la vida deportiva de la ciudad (aparte del fútbol): el maratón (que atrae a entre 15.000 y 20.000 participantes) y la San Silvestre (en la que corren más de 40.000 personas).


Esta idea, y voy con la última reflexión, de sacar fuera el recorrido creo que puede influir en el escaso público que animaba a los corredores. En Madrid, San Sebastián o Nueva York, la gente de la ciudad sale a la calle el día de su maratón a apoyar a los corredores. Este acontecimiento deportivo se convierte en una fiesta, especialmente en los últimos kilmetros del recorrido (en Madrid acaba en el Retiro, en Nueva York en Central Park y en San Sebastián en la playa de La Concha). En Zaragoza, los últimos kilmetros son por amplias avenidas fuera de la ciudad y, por tanto, con poca gente justo en el momento en el que más se necesita: los kilómetros finales donde aparece el muro. Un momento en el que el cuerpo dice basta y es la cabeza la que manda. Un momento en el que un aplauso o una palabra de ánimo ayudan como nadie se imagina a acabar.


Creo que Zaragoza, por tamaño y tradición deportiva, se merece un maratón. Ya lo tiene. Sólo falta que se le quiera un poquito más por parte de la ciudad. Quienes lo corren se lo merecen.