Miriam Díaz-Aroca: "Nunca digo no por miedo, me lanzo y pruebo"

La actriz e interventora estratégica cree que su profesión de actriz "es una diosa caprichosa que te coge o te deja". Asegura que cuando no estaba en la tele es "cuando más cosas he hecho".

Miriam Díaz Aroca dice estar feliz de haber sido chica Almodóvar o chica Hermida.
Miriam Díaz Aroca dice estar feliz de haber sido chica Almodóvar o chica Hermida.
Martin Clemens

"Cuando la profesión te para, lo hace para que tú entiendas otro tipo de sentir la vida", afirma Miriam Díaz-Aroca. Y, claramente, lo entendió: tras años siendo una de las presencias más solicitadas del cine y la televisión, las llamadas telefónicas comenzaron a espaciarse, pero supo transformar ese parón en aprendizaje y poner lo aprendido a disposición de los demás; primero a través de las redes y, después, convirtiéndose en interventora estratégica ("me honra asomarme a la ventana del corazón herido de las demás personas, porque yo ya conozco el mío y mis heridas"). 

Pero su profesión "es un bumerán" y, ahora, está de vuelta: mientras rueda una película, graba la serie 'Amar es para siempre' y continúa con su monólogo 'Lorca, Vicenta' sobre la madre del poeta granadino. Además, preside la Fundación Elígete, que creó por la igualdad sin violencia. En realidad, no ha parado nunca.

A lo largo de su carrera ha trabajado con estupendos profesionales. ¿Con cuál se tomaría el vermú del domingo?¡Uy! Hay tanta calidad humana en mi carrera que es difícil elegir a uno. Pero estoy en un momento en el que ese vermú me lo tomaría conmigo por todo mi recorrido, por todo lo que me he currado, por las veces que me he caído y he sabido levantarme, por haber gestionado muy bien el mundo emocional en las épocas menos amables, por la suerte de haber estado en compañía de grandes profesionales. Sí, brindaría por mí y conmigo.

Ha sido 'chica Hermida', 'chica Almodóvar' y 'chica Chicho'. Ahora es 'chica Miriam'.Y muy feliz de haber sido chica, chica, chica, y ahora ser mujer, mujer, mujer. Han sido períodos extraordinarios donde he tenido el privilegio de estar en los momentos gloriosos de la televisión y del cine español, con Almodóvar o con Trueba y el Oscar a 'Belle Époque'. Un recorrido hermoso donde he aprendido muchísimo en todos los sentidos, en el profesional y, sobre todo, en el personal.

¿Cómo recuerda aquella vorágine?Para mí, lo normal era estar así: dejaba un programa, cogía otro, y se juntaban al tiempo cine, teatro y televisión. Era una normalidad que, cuando cambian las tornas, te das cuenta de que no era una normalidad. Lo vivía con entusiasmo, porque aún no tenía hijos y volcaba toda mi energía en atender al bebé de mi profesión. Después de nacer mi primer hijo, seguía teniendo muchísimo trabajo, y me lo llevaba a los rodajes y a las televisiones. Luego ya te calmas. Luego ya te calman. Luego la vida te calma, te da espacios donde no hay tanta abundancia de trabajo, y es el momento del crecimiento personal y de empezar a entender que el brillo no viene de fuera, sino que está en ti.

Pues yo hay días en los que, por mucho que me pase el Pronto y el paño, no me saco brillo.Yo también tengo mis días de tibieza, de tristeza. Aun así, gestiono muy bien y me permito estar cansada, o perezosa, o con ganas de llorar, o con ira, porque todas esas emociones nos visitan. No me siento culpable, ni me obceco en sacarme brillo: si estoy un poquito niebla, me lo permito y miro por qué estoy así y, sobre todo, para qué.

En su vida profesional siempre se ha tirado a la piscina.Es que mi vida es jugar. Esto es un juego maravilloso, y la preparación es poner todo tu ser al servicio de lo que estás haciendo. Por su forma y por su naturaleza hay gente que necesita formarse, pero a mí me gusta jugar y lanzarme y, mientras, me voy formando y voy adquiriendo un oficio. Pero nunca digo que no por miedo, sino que me lanzo y pruebo, acierto y error. Todo, todo en la vida lo he convertido en una ganancia. Jamás hay pérdida, porque siempre son lecciones que aprender.

Dos másteres

Pero parece que, si no estás en primera línea, no existes.No sales en la tele y no existes, ¡ya se acabó el mundo! Cuando no estaba en la tele es cuando más cosas he hecho. Me he formado, he hecho dos másteres, he sido productora, directora. Y ha sido bello porque, cuando estás en la vorágine, lo que haces es surfear la ola, pero cuando no hay ola viene el momento de "qué pasa, no soy buena porque no me llaman". A mi profesión la llamo la diosa caprichosa, porque se enamora de ti y te coge y te pone en todos los sitios, y un día, sin criterio, la diosa mira para otro lado y ya no existes. Esta es una profesión fantástica, pero tiene esas circunstancias del ir y venir del bumerán.

Y los pocos papeles que hay para actrices a partir de cierta edad.Esa barrera no depende de una cifra, sino de las circunstancias que te tocan en tu propio plan evolutivo. Te puede parar la profesión a cualquier edad. Pero es cierto que la mujer, a partir de los 35 o 40, no es ni joven ni vieja, y la esclavitud del medio a la imagen hace que la mujer en esa franja no tenga espacio. Pero todo eso tienes que transitarlo, y es lo que te hace madurar. Yo dejé hace mucho ya de enfadarme con la profesión. Digo "pero cómo es posible, si yo puedo esto, yo puedo lo otro". "Aprendizaje, Miriam, aprendizaje". Ahora viene una etapa preciosa en la que ya encajo en todo, y lo aprovecho con muchísima alegría, pero sin ninguna dependencia, porque he abierto otras puertas en mi vida que me nutren, que me hacen crecer.

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