La radio ¿qué irradia?

Verdad, fundamentalmente. De todos los medios que conozco, el que me transmite más sensación de realidad es la radio, creo que admite pocas trampas.

¿Y qué pretende irradiar Carles Francino cuando está en antena?

Credibilidad e interés. El trabajo de un periodista es intentar conectar a los ciudadanos con la realidad. Somos contadores de historias, pero hay que narrarlas en un contexto y con todas las voces. Si el periodista no goza de la confianza del público, está muerto, y ese es nuestro gran reto.

Lleva 12 años vinculado a la Cadena SER. ¿Cuándo perdió el miedo a ocupar el lugar de Iñaki Gabilondo en ‘Hoy por hoy’?

Tardé bastante, aunque un cierto miedo lo conservo todos los días. Ocupar el lugar de Iñaki fue un ataque de pánico que no solo tuve yo, era un cambio de trascendencia. La primera vez que me lo propusieron dije que no porque estaba en TV3 consolidado. Después me picó el gusanillo, pero fue una locura, llevaba mucho sin hacer radio. La primera temporada la recuerdo muy dura, hubo que picar mucha piedra, pero el resultado me tiene satisfecho.

Son cinco temporadas al frente de ‘La ventana’. Cada día la abre opinando sobre la actualidad. ¿Es importante que un periodista editorialice?

Cuando empecé ‘La ventana’ no pensé que cada día daría una opinión, algo que no sé si mantendré en próximas temporadas. Un magacín como este tiene que tener peso informativo, es prehistórico el discurso de que la radio seria se hace por las mañanas y la ligera por las tardes. Cada día doy mi visión sobre algo, pero yo quiero ser líder de información. No creo que los periodistas tengamos que dar la matraca con lo que pensamos, otra cosa es que no escondamos nuestras visiones.

Entonces la imparcialidad es una utopía...

La objetividad es una utopía, la imparcialidad es complicada. Lo que manda por encima de todo esto es ser honesto. Ver las cosas distintas no es malo, pero estamos obligados a que la opinión y la información queden claramente diferenciadas. La objetividad no existe porque somos fruto de contextos distintos, no podemos ver la vida de la misma forma.

¿Si un programa no trata la política, no está en la onda?

Nosotros la tratamos, pero intentando no hablar con los políticos, sino con observadores o analistas. El error y la gran trampa en la que hemos caído es confundir la información política con la de los partidos, y eso, a mí, personalmente, me parece un rollo.

¿Cuál es la fórmula secreta para enganchar a los oyentes durante cuatro horas?

No lo sé. Creo que si te muestras como eres conectas con el público. Soy partidario de que la radio sea coral, que aproveche los recursos y sonidos diversos.

En su franja compite con programas como ‘Sálvame’...

De todo hay en la viña del Señor. Yo no soy consumidor ni defensor de ese tipo de programas, pero hace muchos años que se han consolidado en España. No está mal que compitamos a esa hora (de 16.00 a 20.00), así la oferta es distinta y la gente puede elegir.

¿En España hay una cultura radiofónica sólida?

Totalmente. Algún loco pronosticó que iba a desaparecer, pero tenemos una salud fuerte. Otra cosa es la amenaza que existe en el periodismo: la precariedad.

Hoy traslada ‘La ventana’ a Huesca. ¿Qué tienen previsto?

Viajamos a Huesca para hablar de la España vacía, de ese congreso de despoblación en el medio rural que es un retrato de un país desigual. Vamos a estar con Sergio del Molino, autor de ‘La España vacía’, y con el presidente de la Diputación, sobre todo en calidad de alcalde de Arén, un pueblo pequeñito. Al margen de la actualidad, ese será el tema central, además de nuestras secciones clásicas y de música en directo. Vendrá Miguel Campello.

Ha conseguido la Antena de Oro dos años consecutivos. ¿Cree que es merecedor de la tercera?

Sé que es un tópico, pero lo de los premios es relativo. Hay que agradecerlos, pero el reconocimiento te lo dan los oyentes.