Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

una pieza que vale su peso en oro

Cincuenta años esperando a los Stones en vinilo

El grupo reedita por vez primera en este formato sus primeros singles y epés: una lujosa caja con el formato exacto en que salieron estos discos al mercado británico entre 1963 y 1966

Caja con los primeros singles y epés de los Rolling Stones
Caja con los primeros singles y epés de los Rolling Stones
Colección Matías Uribe

Por si fuera poco con la entrada anterior, ¡otra nueva con los Rolling!… pero, ¿esto qué es? ¿Un blog exclusivo de los Stones?… Nooo, pero tampoco me importaría, dada la admiración que les profeso. Como diría un indocumentado de ahora, esto es algo ‘puntual’… Brrr, ¿no existe en nuestra rica lengua el término adecuado para estas situaciones? Pues, claro: concreto, exacto, específico, preciso, ajustado, determinado…, pero no ‘puntual’, como si el tren de las cuatro de la tarde llegara a la hora…

Bueno, ocurre que mientras repaso una y otra vez la opípara videografía de los Rolling para desquitarme de la imposibilidad de verlos en Madrid, el pasado día 1 de junio o en otro punto de Europa, coyunturalmente, en ese ‘puntual’ momento, llega al mercado una opulenta caja de vinilos con los 18 primeros singles y epés de su carrera, los comprendidos entre 1963 y 1966. ¡Buff! ¡Qué alegrón! Cincuenta años esperando…

Me explico. Las generaciones más veteranas recordarán bien aquel maravilloso artefacto de los 60 que poblaba bares, billares y otros garitos: ¡las sinfonolas! El paraíso para empaparse de música del momento, en ocasiones estupendamente seleccionada. Yo era un devoto. Pegaba la vista y la nariz sobre el cristal de la máquina para escudriñar los títulos de los discos y algunas portadas que se exhibían en su interior y, cómo no, observar cómo saltaba metódicamente un disco y la aguja se posaba sobre él. Cual perro sabueso, salivaba. “Un duro, dos selecciones”, avisaba un letrerito adosado al cristal. Y al introducir el duro en la rendija, las dos canciones elegidas sonando a toda mecha en el bar. ¡Qué maravilla! Los Beatles, Bravos, Brincos, Rolling… y decenas más. Para un adolescente a las puertas de los inicios de su primera juventud como yo, y sin posibles para comprar un tocadiscos y, por supuesto, discos, maná puro. ¡La de horas que metí en bares y futbolines al calor de aquellas sinfonolas! Y seguro que no fui único, que la estampa descrita será muy familiar para gente que anda de los cincuenta-sesenta para arriba.

“¿Cuándo podré acceder yo a ese maná en casa, con mi propio tocadiscos?”, me preguntaba. Fue tarde, a los 18 años, cuando empecé a trabajar como docente. Pero para entonces, todos aquellos discos de mediados los sesenta ya habían desaparecido. El single y el EP habían dado paso al LP. Y ya no era posible hacerse con el sencillo de Satisfaction, que, en 1965, fue lo primero que llegó masivamente de los Rolling a aquellas sinfonolas y uno de los discos que me impactó sobremanera.

Pues bien, la desaparición ha durado más de 50 años. Nunca se habían reeditado aquellos primeros singles y epés de los Stones en vinilo, en su formato original y con su exacta presentación… ¡Hasta ahora! Hasta este mes de junio de 2022 en que ha llegado la opulenta caja a mis manos y que en un acto de sana nostalgia y desquite me he comprado nada más salir al mercado. Como zagal con zapatos nuevos. Esperaba (y sigo esperando) como agua de mayo la de los Beatles y esta. La de los Fab Four, por ahora nada, algo increíble con la forma que se está exprimiendo el legado del grupo (hay una de 2019, mas no pura), pero la de los Rolling, tal y como se editó en Inglaterra, ya digo, está en mis manos.

¡Y cómo la estoy gozando! Desenfundado los discos, tocándolos (vienen en gramaje espeso de 180 gramos) y hasta incluso pinchándolos pacientemente en el tocadiscos. Llámeseme nostálgico podrido, hiperbólico fetichista, senecto melómano… Pues bueno, allá cada cual con su mundo y sus opiniones. Mis pecados son estos y espero que el diablo, tan amigo de Jagger & Co., me absuelva o me trate lo mejor posible en el infierno.

No mucho que contar sobre estos singles, pues ya está todo escrito y el libreto que se incluye en la caja no aporta mucho nuevo, aunque va muy bien para entrar en el primigenio mundo stoniano si no se está muy al tanto de él. Obviamente algo que destaca de inmediato: su consabida y permanente succión del repertorio americano, su cordón umbilical conectado con el blues, el R&B, el soul y el rocanrol del otro lado del Atlántico: Chuck Berry, Buddy Holly, Willie Dixon, Solomon Burke, Drifters… No extraña esto, así se conocieron Jagger y Richards, portando varios discos de aquellas figuras bajo el brazo.

Hasta los mismos Lennon y McCartney, también succionadores en sus primeros tiempos, le regalaron una pieza a los Rolling por demanda desesperada de su mánager Andrew Loog Oldham, el conocido I Wanna Be Your Man (1963). También, es cierto, se lanzaron a componer algún tema propio, caso de Good Times Bad Times para la cara B de It’s All Over Now (1964), Tell Me (1964) para su primera cara A o The Last Time (1965), su primer número 1 en Inglaterra con una canción propia, que desembocó al poco en Satisfaction, y entonces se destapó el tarro de las esencias. Bombazo mundial. Los Rolling en los cielos o en los infiernos, cerquita de su admirado Satán.

Y aquí, en España, ya digo, sonando en las sinfonolas, bares, futbolines, guateques… y hasta en los cines antes de proyectarse la película de rigor (hasta en el internado en que yo habitaba ocurría). Incluso aparecieron sus imitadores españoles, que enseguida se metieron a versionar sus piezas cantándolas en español, con Los Salvajes a la cabeza, nuestros Stones cañís.

Satisfaction nació de una pesadilla en plena noche de Richards, al que le vino el riff a la cabeza e inmediatamente se levantó a anotarlo. Al día siguiente, lo tocó a Jagger y este apareció la mañana después con la letra. Estaban de gira por Estados Unidos e inmediatamente se metieron en los estudios Chess de Chicago y grabaron la pieza, retocándola unos días después en los estudios RCA de Hollywood con el fabuloso e inimitable efecto de fuzzbox de la guitarra (jamás reproducido ni por ellos mismos), pero curiosamente, ni antes ni después, ni Jagger ni Richards estaban convencidos de que sirviera para single.

E incluso, una vez grabada, aún se opusieron más a que se publicara como single, esgrimiendo Richards que el riff de guitarra se parecía mucho al de Dancing In The Street, de Martha & And The Vandellas, con lo cual se entabló una acalorada discusión entre dos bandos: uno, el de Jagger y Richards y el otro, muy a favor, encabezado por el mánager con Watts, Wyman y Brian Jones. Finalmente, se impuso el bando del mánager y el single veía la luz el mes de junio de 1965. Enseguida se encaramó al número 1 a ambos lados del Atlántico. Era la primera vez que los Stones alcanzaban semejante logro en su carrera.

Y desde entonces, éxito tras éxito. Y ya las más de las veces con la firma del áureo tándem Jagger-Richards: Get Out Of My Cloud (1965), 19th Nervous Breakdown (1966), Paint In Black (1966), Ruby Tuesday / Let’s Spend The Night Together (1967), She’s A Rainbow (1967), Jumping Jack Flash (1968)… Y así una tonelada de clásicos inolvidables, que ahora tengo en mis manos y que irán saliendo en varias cajas más hasta completar toda su trayectoria. Ya digo, gozo total. ¿Fetichismo? ¿Nostalgia? ¿Coleccionismo compulsivo? Llámele como quiera cada cual… Vida, ¡¡Satisfaction!!         

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