Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

Ojalá España palme en Eurovisión

Afortunadamente, hecatombes como esta se sustancian de forma sencilla –se le mete caña al disco duro, se clica la pertinente plataforma de contenidos multimedia, se cambia de canal o se apaga la tele-, pero aun con todo, ¡ay!, la que nos espera si España, un suponer, ganase el próximo sábado el festival de Eurovisión. ¡Gensanta, líbranos!, que diría el inolvidable Forges.


Si a todas horas andan en TVE dando la matraca con esa gelatinosa cancioncita de marras, y no digamos las horas y horas que han dedicado al famoso concurso del que ha salido la parejita nimbada que va a representar a España, incluidos los telediarios, que ya es el colmo del dislate, ¡qué será si en unos días le colocan al dúo no se cuántos points y sale ganador!


Pues eso: programas especiales, y más programas especiales, horas y horas de sirope, autobombo y platillo, ardor patriótico que dejarán al mismísimo Fraga, cuando Massiel ganó en el 68, convertido en una pequeña esquirla del propagandismo amarillista. Y luego, giras, regiras, entrevistas.., y quién sabe si audiencias en la Moncloa y hasta en la misma Casa Real, obviamente, con el consiguiente despliegue televisivo, como si de nuevo los antiguos Tercios de los Austrias hubieran doblado la rodilla a Europa. Naturalmente, todo ello en detrimento de otras músicas, de otros programas, de otros artistas, de otra cultura de más calado que la de una parejita cantando una nana parvularia.


Ya ocurrió en aquella primera edición del concurso de marras, cuando su ganadora fue a Europa a representar a España –con qué facilidad se fabrican encarnaciones colectivas– y salió como un miura al escenario. Estaban en juego, parecía, el honor hispano, nuestras esencias raciales, nuestra historia, nuestro orgullo…, o, parodiando a Sabina, el caballo del Cid Campeador, el brazo incorrupto de Santa Teresa, Viriato, Don Pelayo o el coño de la Bernarda.


Afortunadamente, los cielos vaciaron unos cuantos sacos de sentido común y España palmó, con el consiguiente rebote y los lloriqueos televisivos de aquel infausto presentador que ahora anda por los platós del corazón, pero bien palmada. Qué sopor, uno de los capítulos más bochornosos de la televisión pública española en toda su historia (por cierto, inventado por un conocido independentista catalán, que la pela es la pela). De la que nos libramos.


Este año, además, la cosa se ha puesto picajosa porque el joven que forma el dúo parece que tiene un pasado de coqueteo –si no de simpatía profunda- con el independentismo catalán y no ha tenido mejor ocurrencia que regalarle a su pareja femenina del dúo un libracho de un insufrible ¿cantante? y agitador de tres al cuarto en el que de forma desgalichada, sin gracia, mal escrito, sátira a flor de piel o mala leche entreverada, se cisca en la idiosincrasia española, en la cultura y en la música, a raíz de una hipotética gira de un dúo por diversas ciudades. Un simple pretexto para sacar de la mochila su herrumbroso ingenio y su mala baba contra lo español, que no en vano a él España se la suda y le da asco, como dijo tiempo atrás. El título es bien elocuente: 'España de mierda'. Para colmo, la dulce chica del dúo ha dicho que tal adefesio es su libro amuleto. Y se ha montado el zapatiesto: en change.org andan recogiendo firmas para que no nos represente la parejita mientras otros andan en campaña para que se apague el televisor durante la comparecencia hispana.


Seré muy mal español, pero especialmente por lo primero a lo que me he referido, esto es, por la avalancha de triunfalismo patrio que nos vendría encima y sobre todo por las palizas televisivas que eso supondría, mejor que España, por higiene colectiva, se quede en cero points; que, aunque suene drástico y hasta ofensivo, ojalá palme. Y así en el cielo como en la tierra, TVE nos libere de triunfitos, agotadores especiales televisivos, comercialidad insufrible, locutores de la casa haciendo duetos y, por Dios, que los telediarios se dediquen a su cometido: a dar noticias, no a chorrear babosa propaganda.


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