Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

¿Pero realmente fue tan importante Whitney Houston?

Me ha entrado la duda ante el despliegue mediático que he visto sobre la muerte de Whitney Houston: ¿pude andar tan despistado en su momento, mediados los ochenta,  que no saqué ni el botafumeiro ni el martillo para escribir de ella?, ¿cómo es posible, si mal no recuerdo, que no hiciera una sola crítica de alguno de sus discos? Desempolvo los primeros vinilos de la que han llamado 'princesa negra', 'la voz del soul', 'la diva soul'…y se confirman mis olvidos voluntarios y también mi negativa retentiva sonora sobre su música: pastelón, simplonas canciones de usar y tirar, mainstream americano de los 80. No había cancha que darle por muchos discos que vendiera y por muchos grammy que le cayeran. Regla de la casa, vamos, de quien suscribe.


Por el primer álbum, 'Whitney Houston' (1985), circula el pop negro más trillado y meloso de la época, lo más detestable del pop comercial de los 80: aquellos horribles sintetizadores, aquellas cajas de ritmo, aquellos saxos untados en azúcar, aquellas empalagosas masas de cuerdas… 'Whitney' (1987) sobreexcitaba aún más todo esto. La sola apertura con el estomagante 'I Wanna Dance With Somebody' me remueve hoy las tripas, sonroja más todavía que hace 25 años. El tiempo, para muchos discos, máxime si vienen de aquella década tan excitante pero también tan insultante, se comporta de forma muy cruel. Afloran a la mente los venenosos tics del momento, todo lo más odiosamente comercial de la época, el revolcón imperdonable a una música negra de oro, como en los cincuenta lo fue el R&B y en los sesenta-setenta el soul.


Lástima que de verdad no tomara el camino de su prima Dionne Warwick, el de su madre Cissy Houston o el de su protectora Aretha Franklin. Pero en vez de eso, abrió el camino a todo el pasteleo del llamado nuevo R&B femenino de las Destiny's Child, Aguilera, Beyoncé.. y por derivación a la escuela 'uh uhs' de las 'triunfitas' de aquí. Lamentable. No entono, en absoluto, el mea culpa. Entiendo perfectamente por qué no le dediqué ni una sola línea en su momento. Cuando un disco encierra sirope, comercialismo facilón, márquetin, banalidad, es lo que toca, paso, lo ignoro.


Sí, ya sé, la chica tenía una gran voz, lo demostró en su gran éxito de la comedieta rosa de 'El guardaespaldas' y con aquella adaptación de funambulismo vocal que fue la popular 'I'll Always Love You', de Dolly Parton. Pero solo con gorgoritos y una canción no se hace una gran estrella, solo por ser alto no se juega en la NBA. Aparte de las condiciones físicas, hay que mostrar otras cualidades. Y Whitney, salvo poderío vocal y sus habituales melismas, no mostraba nada más, por mucho que Michael Jackson asomara las orejas en sus canciones y en la forma que le componían y le hacía cantar el típico batallón de productores y compositores de estudio, un producto más de mercadotecnia. Una carrera grande no se sustenta en estos pilares. Claramente: fue una artista comercial, sin más, como tantas ha habido, con su pico de éxito, pero de ahí a los altares hay un gran trecho. No merece pues figurar en las enciclopedias del pop con letras de oro ni tratarse como se la ha tratado tan rimbombantemente en los medios, con tantas loas y tanto espacio. También, ignorancia y alguna salida de tiesto.


Ah, ¿que hubo el secular tema de las drogas, de un marido cabrón, de una supuesta inclinación lésbica, de vida de juguete roto…? Morbo. No me interesa. No quiero lecturas sobre profundidades sórdidas, solo las justas, allá cada cual con su vida. Menos aún, me gusta leer el típico recurso de acudir a estrellas caídas –estas, sí- como Billie Holiday o Janis Joplin para ponerlas a todas en la misma hilera. Ya pasó con Amy Winehouse. Me interesa la obra del artista, su grosor creativo. Lo demás es puro engorde, si no ignorancia. Y de eso, creo, han ido bien sobradas las redacciones de los periódicos, elevando poco menos que a la categoría de mito a una chica que despachó azúcar y chumba-chumba discotequero a toneladas. Respeto a los caídos, sí, pero rigor y tratamiento equilibrado de su trabajo también. ¿Qué pasará cuando mueran Bob Dylan o Paul McCartney?

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