Blog - Tinta de Hemeroteca

por Mariano García

Un 'Mozart' zaragozano al piano

Agustin Serrano
Agustin Serrano



A principios de este año traía aquí el caso de Ana María Sebastián, una 'niña prodigio' (y que se me perdone la expresión) del violín, de la que no sabíamos mucho en Zaragoza. Semanas más tarde la entrevisté, y descubrimos que era la abanderada del método Suzuki en España. Hoy traigo aquí un reporta/entrevista con otro 'niño prodigio': Agustín Serrano Mata, el 'Mozart' zaragozano, se le denominaba a mediados de los 50. Marcial Buj le entrevistó en febrero del 54 (he respetado la grafía original de 'Wolfango' como nombre propio de Mozart):

En los bajos del Centro Mercantil la Orquesta Sinfónica de Zaragoza ensaya el concierto que ha de celebrarse el día 28 en el Teatro Principal. Se trata del 'Concierto número 3 en do menor, op. 37', de Beethoven, para piano y orquesta. Dimitri Berberoff, en alto, dirige a los profesores zaragozanos. De vez en cuando se detiene para explicar el matiz que debe darse a determinados pasajes. A su lado, sentado junto al piano, un niño de 14 años ensaya también. Es Agustín Serrano Mata, figura central del concierto. Esperamos un descanso para hablar con él. Observamos a nuestro precoz pianista y, sin pretenderlo, nos viene a la memoria la figura de otro niño de lejanas épocas: la de Wolfango Mozart.

Aunque algunos lo tachen de osadía (?) nos atrevemos a decir que encontramos semejanza, un acusado paralelismo en las vidas de los dos artistas, sin intentar, claro está, querer comparar sus obras.

El niño de Salzburgo, hijo de músico, como el de Zaragoza, mostró extraordinarias condiciones para el arte musical desde la edad de tres años. A esa edad sentía Agustín Serrano las mismas inquietudes.

A los cuatro, sin casi conocer las notas, Mozart ejecutaba compases que aprendía en media hora, y poco después componía minuetos y pequeñas piezas. Agustín siguió a esa edad su misma trayectoria.

Wolfango, queriendo poseer cierta partitura de Allegri, de la que estaba prohibido sacar copias, le bastaron sólo dos audiciones de la obra para copiarla íntegra. Serrano hizo algo parecido, como después veremos.

La bondad del músico austriaco, su carácter alegre, ingenuo, generoso y apasionado; la ternura de su corazón, su enfermedad... Sí, encontramos paralelismo en las dos vidas.

Viene el descanso que esperamos. La Orquesta Sinfónica deja de ensayar y hacemos un aparte con el pequeño pianista y compositor zaragozano. Le acompañan su padre, conocidísimo violinista, y su hermano Miguel Ángel.

-¿Cuántos años tienes, Agustín?

-Catorce.

-¿Cuándo empezaste?

-A los tres años y medio.

-¿Cómo fue?

-Verá usted. Cuando mi hermano Miguel Ángel estudiaba el piano, yo sin saber por qué, me colocaba a su lado y me pasaba las horas pegadito a él sin rechistar.

-¿Qué sentías?

-No sabría explicarlo. Me atraía enormemente.

-¿Te pasaba lo mismo cuando tu padre tocaba el violín?

-No tanto.

-¿Cuándo tocaste por vez primera?

-Entonces. Voy a contarle cómo pasó. Siempre que mis padres se marchaban de casa nos decían: "No enredar con el piano, pequeños". Nunca les hice caso y, en cuanto veía que doblaban la esquina de la calle, me sentaba ante el teclado.

-¿Y qué podías tocar tú siendo tan mocoso?

-Todo lo que le había oído tocar a mi hermano.

-¿Y tus hermanos no dijeron nada a tus padres?

-Se callaban por no disgustarles.

-¿Cuánto tiempo tocaste a escondidas?

-Unos seis meses.

-¿Cómo se enteraron?

-Haré una breve historia. Mi padre tocaba en Ambos Mundos y mi madre iba todas las tardes con él y allí se estaba oyendo la música. Cada tarde íbamos uno de nosotros con ella. Un día que me llevó escuché una pieza de Moltó. Tanto me gustó, que al llegar a casa, sin acordarme de la prohibición, me senté al piano y empecé a tocarla. Estaba solo en el cuarto y oí que preguntaba mi padre: "¿Quién está tocando?". Entonces se descubrió todo.

-¿Qué dijeron tus padres?

-Nada. Empezaron a tomarme en serio.

-¿Te animaron?

-Mucho. A veces, jugando con mi hermana, dejaba de lugar, corría al piano y tocaba cosas. Un día me preguntó papá: "¿Qué es eso que tocas?". Y yo le contesté: "Es que tengo un pianico en la cabeza y oigo cosas. Me vengo al piano y las toco". Como siempre las repetía varias veces, les extrañó, y entonces les expliqué que si sólo las tocase una sola vez se me podrían olvidar.

-¿Así nació el compositor?

-Así.

-¿Recuerdas tus primeras composiciones?

A mi padre no se le ocurrió copiar aquellas cosas y se han perdido.

-¿Cómo eran?

-Cositas, temas melódicos...

-¿Influencia?

-Mozart. El pequeño Wolfango me impresionó desde el primer momento.

-¿Conocías las notas?

-Las distinguía. Cuando desde casa oía la bocina de un auto, exclamaba: 'Do', o 'Re', o 'Fa', la que fuera. En aquella época llegué a lo siguiente: mi padre o mi hermano me daban al piano un acorde dominante en cualquier tono y yo, desconociendo por completo todos los tecnicismos musicales, daba la resolución en la tónica.

-Todo esto, ¿hasta qué edad?

-Hasta los cinco años.

-¿Quién te enseñó las primeras notas?

-Mi madre, que también toca el piano. Antes de saber música, con esos ligeros conocimientos, creé al piano 'Capricho', en dos temas, el primero en dos por cuatro y el segundo en tres por ocho. A este último tema yo le llamaba 'rondo'.

-¿También se ha perdido ese 'Capricho'?

-No. Esa obra la copió mi padre conmigo al piano. Más tarde se la dediqué a la que fue mi profesora, doña María Luisa Muniesa.

-¿Cuándo tuviste profesora?

-En 1946. Doña María Luisa Muniesa tuvo conmigo una paciencia excepcional. Su labor fue de un mérito extraordinario. Como yo tan apenas sabía leer, sus lecciones eran casi como un juego para que las comprendiese. Puso en su cometido un interés y un cariño que nunca olvidaré.

-¿Hasta dónde llagaste en tus estudios?

-Hice con ella los tres de solfeo y hasta el sexto de piano.

-¿Compusiste?

-Varias cosas, entre ellas 'En tu ausencia', dedicada a mi padre, que estaba tocando en Teruel. Durante los tres años que estuvo allí copiaba las obras mi hermano Miguel Ángel. Compuse también un 'impromptu'; un preludio; cuatro piezas instrumentadas para orquesta, tituladas 'Andante', 'Minueto', 'Rondó' y 'El caminante'. En fin.

-¿Cuándo te presentaste en público por primera vez?

-En Teruel, en un recital de piano con obras clásicas y cosas mías. Después he actuado en la Agrupación Artística y en el Casino Mercantil varias veces. Aquí gané un premio de 500 pesetas en un concurso.

-¿Actuaciones importantes?

-En 1949 me presentó la Orquesta Sinfónica en el Argensola. Una parte de piano sólo corría a mi cargo. Ese día la Orquesta estrenó tres obras mías. En la última parte iba mi 'Rondó' y el maestro Sariñena me dijo: '¿Te atreves a dirigir tu 'Rondó?'. Le dije que sí, me dio la batuta y me puso en el atril. Mi padre, que estaba en la orquesta, tuvo que salirse a un palco porque no podía tocar de nervioso que estaba.

-¿Y tú?

-Tan tranquilo.

-¿Más conciertos?

-El año 1950, con la misma orquesta, en el Principal.

-¿Qué tocaste?

-El 'Concierto número 20 en re menor', de Mozart. En el programa figuraban cuatro cosas mías. También he tocado en Huesca con el Orfeón Oscense.

-¿Becas?

-Una de la Diputación y otra del Ayuntamiento.

-¿Año?

-1951. Fui a Madrid y estudié libre con Enrique Aroca. Ingresé en el Conservatorio y cursé acompañamiento con don Gerardo Gombau, y armonía con García de la Parra.

-¿Qué pasó en los exámenes?

-Que cuando acabé salió el jurado a felicitarme y, al volver de nuevo a la sala para continuar examinando a los otros alumnos, éstos no quisieron examinarse ese día y se fueron.

-¿Actuaste en la capital de España?

-En la Sociedad Cultural Artis y en Radio Madrd.

-¿Compusiste alli?

-Empecé el 'Capricho Brilante', que se estrenará el día 28, para piano y orquesta.

-¿Tiempo allí?

-Un año.

-¿Por qué regresaste?

-Caí enfermo y me dicen que tengo que hacer reposo. Cuatro meses estuve sin hacer nada.

-¿Sufrías?

-Lo indecible. Pensaba que al levantarme de la cama no sabría tocar y me decía: '¿Se me habrá olvidado todo?'.

-¿Qué hiciste al reanudar tus estudios?

-Terminar el 'Capricho' que empecé en Madrid y seguir trabajando. Por enfermedad de mi madre, que es quien me acompañaba en los viajes, no pude volver a Madrid, como sería mi deseo, y presentarme a premio. Ahora continúo con la armonía con don Mauricio Tabuenca y monto obras con Dimitri Berberoff, entre ellas el 'Concierto número 3 en do menor, op. 37', de Beethoven y mi 'Capricho brillante'.  Este de hoy es el primer ensayo con la orquesta.

-¿Sigues prefiriendo a Mozart?

-Ahora prefiero a Beethoven y a Bach. Son más profundos.

-¿De los modernos?

-Debussy.

-¿Españoles?

-De lo que conozco, el que más me gusta es Albéniz.

-¿Más que Falla?

-Más. Sin Albéniz creo que Falla no hubiera existido.

-¿Tu opinión de Tchaikovsky?

-Un gran compositor de inspiración y precocidad. Lo catalocgo entree los mejores.

-Eres 'niño precoz'?

-No. Soy un joven pianista.

-¿Tu gran ambición?

-Ser compositor.

Berberoff reclama la presencia del niño en el ensayo. Agustín Serrano Mata se sienta junto al piano y la Orquesta Sinfónica de Zaragoza gira en torno suyo...


Me temo que en Aragón no nos hemos acordado de Agustín Serrano como debiéramos. Ha sido profesor del Conservatorio de Música de Madrid y pianista titular de la Orquesta Sinfónica de RTVE.


Y mañana...

Juanico el Cacabero y sus cacahuetes

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