¿Y si el Huerva quedara de nuevo al descubierto?



Recreación artística: Víctor Meneses.


Imaginación. Pocas veces se tiene la oportunidad de ver un río subterráneo salir a la luz. Las obras de construcción de la red tranviaria en Zaragoza han descubierto parte del tramo subterráneo del Huerva en el centro de la ciudad, que fue cubierto en 1924. El cauce ocupa exactamente el mismo espacio que la parte central del bulevar de Gran Vía y, en su momento, se cubrió por razones higiénicas y de infraestructura. Hoy en día, la tendencia en toda Europa es a recuperar cauces e integrarlos en la ciudad. ¿Qué pasaría si Zaragoza, en lugar de cubrir de nuevo el Huerva, aprovechara las posibilidades que ofrece?


No es una idea descabellada y, de hecho, evitaría tener que colocar de nuevo vigas, cubiertas, baldosas y mobiliario. En la ilustración superior se puede ver cómo unas pasarelas colgantes a ambos lados del cauce permitirían a los ciudadanos contemplar el cauce y acceder a los tranvías. Estas plataformas, que tendrían varios metros de anchura, serían similares a las que se construyeron a la orilla del Ebro frente al Pilar hace dos años. Para cruzar el río, varios puentes al estilo de los que pueden verse en Amsterdam y que ya se han colocado en Zaragoza en parques del Gállego y del Canal Imperial darían un aspecto pintoresco al conjunto, que podría contemplarse desde un mirador en la plaza de Paraíso. Tras limpiar las paredes del cauce, quedaría al descubierto el antiguo puente que unía el centro con el paseo de Sagasta antes de cubrirse el río.


El cauce del Huerva sería un paisaje vivo. Actualmente es una mera tubería canalizada, pero sencillos trabajos de plantación permitirían recuperarlo. Por un lado, habría que construir jardineras a ambos lados del cauce, donde se plantarían especies de soto de ribera, como olmos, sauces, tamarices, chopos o cañizo. Estas especies enraizan con mucha facilidad y quedarían pronto ancladas, resistiendo la fuerza de la corriente y las crecidas. El soto de ribera tiene la capacidad de contener los sedimentos que porta el río y pronto a ambos lados del cauce habría tierra suficiente para que prosperaran otras especies de manera natural, al estilo de lo que ocurre en el Canal Imperial, que también tiene paredes de hormigón.


Si Zaragoza tiene un río que pasa por el centro de la ciudad, resulta una lástima perder el valor paisajístico que podría aportar. El tráfico rodado no quedaría resentido y los ciudadanos tampoco se quedarían sin su bulevar, que quedaría intacto a partir de la avenida de Goya y hasta el parque Grande.


RECUPERAR EL HUERVA, EN TRES PASOS


>> Aceras para contemplar el río. Desde la jardinera donde crecen los plataneros y hasta el lecho del río hay espacio suficiente para el paso de las personas, pero si se hicieran plataformas al estilo de las construidas en Echegaray y Caballero, se ganarían metros suficientes para el tránsito diario. En la plaza Paraíso podría construirse un mirador donde los ciudadanos pueden sentarse y contemplar el cauce del río y el entorno de la Gran Vía.


>> Puentes para cruzar. Pequeños puentes similares a los construidos en el Canal Imperial darían un aspecto pintoresco al paisaje. Al igual que en ciudades como Amsterdam o Estocolmo, o el barrio de Candem en Londres, estos puentes serían una oportunidad para dar un toque más humano al centro de las ciudades, donde todos los elementos son funcionalistas. El arco puede ser redondeado y se pueden elegir elementos modernos o dar toques cálidos de madera.


>> Un soto vivo Hasta ahora, el cauce había permanecido a oscuras y ninguna planta había logrado crecer en las orillas. Si el río se dejase a la luz, incluso sin hacer ningún trabajo de restauración en su cauce, pronto comenzarían a enraizar las primeras especies: el cañizo y los tamarices. Sus raíces o ramas viajan en el cauce y prosperan en resquicios. Después, esas plantas comienzan a retener sedimentos, hasta crear terreno donde crecerán otras especies.

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