Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

Aragón suena a cutre

Vamos a ver, ¿para qué sirve una TV y una radio autonómica? ¿Para machacar a los lugareños con añosas series americanas, concursos gastados, furbo a todo trapo y mansos telediarios a mayor honor de jefes y jefecillos políticos del lugar? No, hombre, no. Se supone que los lugareños queremos esa tele y esa radio para “vertebrarnos”, o sea, para conocernos más de cerca: los del Pirineo a los del Maestrazgo, los de Las Cinco Villas a los del Somontano… Pero para conocernos en todo: en lo cotidiano, en lo político, en el turismo, en el arte, en la literatura… O sea, ahí están programas sabiamente concebidos como “Aragoneses por el mundo”, “Borradores”, “Música y patrimonio”… pero, al contrario, un montón de memeces fuera de tiesto que los lugareños ya tenemos al alcance a través de las ondas nacionales y que por tanto sobran en una TV autonómica.


Esto que es de cajón, sin embargo, a los gestores les debe sonar a dificilísima e irresoluble ecuación matemática. ¿Problemas de presupuesto? ¿O seseras monegrinas? Si es lo primero, ¿cómo es que se destinó tanto dinero al pelotón, primero dándole mandobla al Zaragoza y después gastándoselas en una de las cosas más absurdas que han perpetrado los tiempos del plasma televisivo: dar un partido de fútbol que daba al mismo tiempo La Sexta? ¿Y cómo fue posible el dislate de Joaquín Guzmán, ganando en la radio 32.400 euros al trimestre, según publicó El Periódico de Aragón, el día 11 de noviembre de 2006? Uhmmm, más bien parece que esos cerebros que rigen la Corporación andan secos de sentido común.


Esto, digamos, a modo generalista. Porque metidos en harinas musicales, el panorama es deprimente. Ni programas musicales específicos, ni retransmisiones en vivo o enlatadas, ni plataformas para los músicos lugareños… ¿Puede entenderse que el año pasado no se retransmitiera ni un solo concierto de la Expo? Ni de fiestas del Pilar, ni de los ciclos clásicos que se celebran en la Mozart, ni de los festivales veraniegos… Nada, salvo el Luna Lunera, que ya veremos este año…


Y en la radio, despropósito aún mayor, gigante. Una hora a la semana para la música aragonesa. ¡Una hora, sí, los domingos por la noche, no vaya a indigestarse la parroquia! Bueno, pues ese mínimo y único agujero por el que salía el pequeño hilito musical de esta tierra, lo acaban de tapar. “Aragón suena”, se llamaba. Quizá un título demasiado rimbombante para mapa tan grande y espacio radiofónico tan pequeño. Pero aun así orificio tan pequeño lo han taponado. No hay dinero, dicen. La voluntariosa labor de Sergio Falces y David Chapin -¿tenían sueldos millonarios?- para que todos los grupos de esta tierra, sean del género que sean, tengan una ventanilla abierta para mostrar su trabajo cierra en septiembre.


Aragón suena a cutre, a desgana, a desconocimiento, a falta de sentido común, a políticos ramplones, a burócratas… Si lo que querían era una tele y una radio para narcisismo de sus inventores, para desvertebrar el territorio y cabrear al personal, lo han conseguido. Medalla olímpica a la incompetencia y al sinsentido.


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