¡Ya se han casao, ya se han casao!

Hace exactamente un siglo, El Forano y la Forana formalizaron su relación con una boda por todo lo alto.

Página de HERALDO en la que apareció la noticia
¡Ya se han casao, ya se han casao!

Llegó el día. Hace exactamente un siglo, El Forano y la Forana formalizaron su relación con una boda por todo lo alto en la cabalgata de las fiestas, ante 25 compañeros cabezudos muy felices por el acontecimiento, que se encargaron de escoltarles en su paseo por las calles de Zaragoza y, por supuesto, de soltar los tradicionales latigazos a los chavales que osaban interrumpir el paso del coche que condujo a los novios hasta el barrio de las Tenerías. No faltó detalle. ¡Cuidado spoiler!, fueron felices para siempre, desde luego, aunque les fuese materialmente imposible comer perdices.


En todas las calles la boda del Forano y la Forana, así como el resto de la cabalgata, arrancó de delirantes ovaciones; pero en el Mercado este desbordamiento de alegría fue imponderable.


Aquellos aplausos y aquellos vítores tan sinceros y tan cálidos compensan suficientemente de sus desvelos a la Comisión de fiestas y a cuantos han intervenido en el lucido festejo, con el cual espléndidamente hemos inaugurado nuestras jubilosas fiestas.


Convengamos en que una de las más grandes atracciones de la cabalgata, la que puso en vilo a todo Zaragoza, fue la fantástica y pintoresca boda del Forano y la Forana.


Y esto, en principio, fue una ideica de Molinero. Bien por Molinero.

[…]En las Tenerías:

La animación comenzó en las Tenerías a las doce y media.

Este año la cabalgata estuvo organizada con todo detalla.

En los árboles, a partir de la Escuela Normal de Maestros hasta el final de la calle de Alonso V, se fijaron grandes cartelones indicando qué punto estaba reservado a cada uno de los elementos que habían constituir la cabalgata.

De este modo no hubo el menor desorden.


Cuándo llegaban las carrozas y las comparsas sabían donde colocarse sin preguntar nada ni producir barullo.


A la una de la tarde todas las Tenerías estaban ya invadidas de público.

El gentío en la calle, los balcones entapizados, se estrujaban en tanto que las comparsas se organizaban, constituyendo un conjunto verdaderamente pintoresco y bullicioso.


Todos los individuos de la comisión, como un solo hombre, estuvieron desde la una de la tarde en las Tenerías organizando la cabalgata.Llegan los novios:

A la una y media llegaron los novios con sus convidados.

Venía la gentil pareja arrogante y hecha un brazo de mar en una manuela con cocheros de librea y engalanados.


Para que vieran que son gentes de rumbo, traían en el mismo coche a su ''groom", un simpático cabezudo negro de la calle de Pignatelli que sirvió para repartir las participaciones de enlace y para distribuir algunos trallazos de vez en cuando a los chicos que se ponían pelmas.


Delante del coche iban abriendo marcha la dulzaina y tamboril, nota clásica de nuestros festejos.


Los novios fueron recibidos con todos los honores.


Los señores Valenzuela y Molinero, en nombro de la Comisión, fueron primero a buscar a los padrinos al Ciclón, bazar donde estaban recluidos los que fueron novios en la boda de Villalonta y ahora son ancianicos ya.

Palabra que tienen carácter y que iban bien vestidos los maños. También estaban en el mismo bazar dos hermanos de la novia que se incorporaron con los padrinos en la Lonja al resto de la comitiva.


La comparsa era de los más gracioso y lucido que puede pedirse. La chiquillería quería llevar el coche en hombros y hubo que distribuir sopapos para poder pasar.


Cuando llegaron los novios a las Tenerías comenzó la juerga.

La genio aplaudía dando vivas a los recién casados, agitaba los pañuelos.

Los novios saludaban emocionados y se miraban con ternura, como diciendo:

- ¡Qué habremos hecho para, ser tan queridos!


Pues nada, casarse. Hay que casarse. Las mujeres son para eso y los hombres también. Vean ustedes lo bien acogida que fue la boda de los foranos.


En el coche se colocaron las monumentales arras, que dicho sea de paso, llevan por remate a los novios en efigie, magistralmente reproducidos por D. Francisco Pascual Utrillas.


Iban entre forasteros y de casa 25 cabezudos.

Los chicos no se cansaban de admirarlos y de aplaudirles.

Recopilado por Elena de la Riva y Mapi Rodríguez.

Documentación de Heraldo de Aragón.

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