Zaragoza celebra San Blas: "Con nata y sin nata, todos los roscones están bendecidos"

Cientos de zaragozanos se acercan hoy a la iglesia de San Pablo para pedirle al santo protección contra los males de garganta.

Celebración de San Blas en Zaragoza.
Celebración de San Blas en Zaragoza.
José Miguel Marco

Hasta nueve misas está previsto que se celebren hoy en la zaragozana iglesia de San Pablo en honor de San Blas, patrón de la parroquia y abogado contra los males de garganta. Desde primera hora de la mañana los vendedores de dulces se han apostado en las puertas del templo y han repetido la cantinela aquella que dice: "Bizcochos y roscones, con nata y sin nata, todos bendecidos". Era cierto pues el párroco, a eso de las ocho de la mañana, ya había rociado con su hisopo el agua bendita sobre obleas, barquillos y otros lamineros postres.

En San Pablo, después de las celebraciones de San Antón, la llegada de San Blas supone un nuevo revulsivo. "Además este año ha caído en fin de semana, con lo que se ve más animación por la calle", decía una vecina del barrio esta mañana, con un paquete de rosquillas en la mano. "Cuenta la tradición que todo aquel que come un alimento bendecido por San Blas está protegido contra el dolor de garganta, y estos días está habiendo una gripe muy fuerte y persistente por todos lados", añadía.

En una mañana no excesivamente fría, en la decena de improvisados puestos en la entrada del templo (se accedía por San Pablo y se salía por la calle de San Blas) se iban comparando precios y tamaños. Los roscones más pequeños, casi individuales, costaban unos cuatro euros y los de más envergadura pasaban los diez. Varios fieles 'picaban' al salir de la iglesia, aunque también había algún que otro visitante que -avispado o agarrado- había acudido a San Pablo con sus propios alimentos para recibir los parabienes.

En las homilías, se ha ido recordando cómo el protector de quienes sufren enfermedades de la garganta fue el primer patrono del templo: la iglesia de San Pablo fue en su día fue una ermita románica y, entonces, su patrón era San Blas. Pasados los años, y convertida ya en templo mudéjar, se consagró a San Pablo, aunque hoy en día ambos santos 'compiten' en devoción. En el altar de la iglesia se coloca hoy un valioso busto-relicario de San Blas, si bien los fieles no pierden oportunidad de hacer fotos también al retablo que queda a la vista, en una capilla lateral, nada más acceder al templo.

Después de vivir días ajetreados en la parroquia por las festividades de San Antón y San Blas, la próxima cita en el calendario festivo es Santa Águeda, el próximo lunes, para cuya veneración hay que acercarse hasta la iglesia del Portillo. 

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