Mejor de lo previsto pero peor que en 2022. Es el balance que hace el sector hotelero en Zaragoza de este verano que acaba de terminar. En concreto, según datos de Horeca Hoteles, los distintos establecimientos de estas características que existen en la ciudad han logrado una ocupación media de alrededor del 62%, frente al 71% que se obtuvo en el mismo periodo del año anterior, cuando los efectos de la pandemia todavía animaban a hacer un turismo más reposado y provincial. Las expectativas se han superado, eso sí, porque se preveía que la cifra se quedaría únicamente en un 50% y las reservas de última hora han animado la actividad.  

Para el presidente de la entidad, Antonio Presencio, los datos son "positivos", sobre todo si se tiene en cuenta que todavía están por encima de los que se registraban en 2019. Concretamente, en la capital aragonesa la ocupación se situó aquel año en un 52%, mientras que en toda la provincia fue un 64%, frente al 84% de 2022 y el 69% logrado durante los meses estivales de este ejercicio. Hay que tener en cuenta también, como ha remarcado, el contexto económico actual, muy marcado por la subida de los precios. Con todo, reconoce que "hay indicadores que dicen que se está ralentizando el efecto del año pasado". 

Como es habitual en los meses de agosto, debido al periodo vacacional y a las fiestas y atractivos de la provincia, todos los años se recogen mejores porcentajes de ocupación en estas fechas que en Zaragoza capital. No obstante, la reducción con respecto a 2022 también ha sido más acusada, de casi 15 puntos porcentuales. Para los empresarios, según indican desde Horeca, las causas están, además de en la inflación y en el incremento de los tipos de interés, en las altas temperaturas sufridas en las sucesivas olas de calor y en la incertidumbre social y política.