zaragoza

Aves rapaces y eliminación de nidos para proteger el Teatro Romano de las palomas

El Ayuntamiento ha sacado a concurso un servicio de cetrería para evitar la degradación del espacio, ubicado en el Casco Histórico.

Teatro Romano de Zaragoza.
Teatro Romano de Zaragoza.
Guillermo Mestre

El Teatro Romano de Zaragoza cuenta con la protección de una gran cubierta que evita que las inclemencias del tiempo menoscabe sus milenarios materiales. Pero los casi 4.500 metros cuadrados de visera sirven de bien poco a la hora de impedir que sus visitantes alados, especialmente las palomas, vandalicen de la forma más natural posible -en la fase final de su proceso digestivo- unos vestigios que la ciudad tiene el honor y la obligación de conservar.

Por eso el Ayuntamiento ha sacado a concurso un contrato por el que la empresa ganadora deberá controlar la población de aves mediante técnicas de cetrería, esto es, a través del vuelo de aves rapaces que ahuyenten a las palomas y otros pájaros. Además, el servicio implicará “la eliminación manual de nidos, dentro de los márgenes establecidos por la legislación vigente, con objeto de evitar los problemas que estas aves provocan en el monumento arqueológico y en el museo”, ubicados entre las calles San Jorge, Verónica y Pedro Joaquín Soler del Casco Histórico.

El número de palomas contabilizadas por el Ayuntamiento en momentos concretos del día “oscila entre las dos o cuatro como mínimo hasta las diez o veinte como máximo, teniendo en cuenta que la variación de su presencia a lo largo de las horas diurnas es muy elevada”. Su principal lugar de posadero es la estructura de la cubierta, en cualquiera de sus elementos, pero también se localizan en el suelo de tierra junto a los restos, en los focos de los postes y en el espacio medianil con la iglesia del Sagrado Corazón. “Menor y más esporádica es la aparición de urracas y gorriones, que sí se posan sobre los restos arqueológicos; mientras en menor medida entran en el espacio otras especies de aves”.

En actuaciones anteriores, el Consistorio tapó con malla “los tubos huecos que sirven de vástago para enrollar las pantallas de proyección, lugar detectado como punto de nidificación”, e instaló “un sistema de protección antipalomas, mediante pinchos de acero, en la parte de la cubierta de policarbonato que cubre la salida de emergencia, lugar de reposo frecuente de palomas”, según recoge la memoria municipal.

Cabe recordar que la paloma no es el único animal que trata de instalarse en el espacio abierto. El Consistorio acabó retirando durante el anterior mandato una colonia felina que habría trasmitido la tiña a una empleada municipal.

Una treintena de despegues

Las condiciones del contrato son muy específicas. El empresa que preste los servicios de cetrería deberá realizar un mínimo de 30 sesiones de vuelos, al menos uno por semana, que tendrán una duración mínima de tres cuartos de hora cada una. Los despegues serán especialmente numerosos durante las dos pasas anuales de las palomas torcaces.

Para evitar que las palomas adquieran rutinas y no se acostumbren a la presencia de las rapaces en determinados momentos, los vuelos deberán repartirse entre los siete días de la semana y las diferentes franjas horarias de cada jornada.

Asimismo, para reforzar el efecto de la cetrería, la empresa concesionaria “procederá bimestralmente a la revisión visual de las instalaciones del museo con objeto de detectar la posible existencia de nidos, bien en su fase inicial o ya completamente elaborados, así como para prevenir la posible formación de los mismos, observando la conducta de las parejas de palomas u otras aves en periodos de apareamiento y cría”.

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