zaragoza

Los vecinos de Delicias siguen luchando contra la suciedad, el ruido y las peleas

La suciedad y el ruido que se genera en torno a varios locales ubicados en el barrio es lo que más preocupa a los residentes, que tienen que afrontar gastos extra para proteger sus comunidades.

Calle de Lastanosa
Calle de Lastanosa
L. R.

Los vecinos de las calles Lastanosa, Arias, Celanova, Borja o Antonio Sangenís, en el barrio de Delicias, observan con preocupación cómo los problemas derivados del ocio nocturno, lejos de disminuir, han aumentado en los últimos meses. El ruido, la suciedad y la sensación de inseguridad son las principales quejas de quienes residen junto a los pubs y discotecas que hay diseminados por varias zonas del barrio.

La calle Celanova es uno de estos puntos conflictivos. Allí tan solo hay una discoteca, pero los vecinos aseguran que sus puertas están abiertas de martes a domingo, lo que tan solo les permite descansar en condiciones los lunes. Una situación que llevan sufriendo desde hace aproximadamente cuatro años y con la que se niegan a convivir por más tiempo. “Esto es insoportable desde que se abrió, y está yendo a peor”, considera un vecino de esta calle.

Este residente asegura que es “imposible” conciliar el sueño, y que son muchos los vecinos de la zona que tienen que levantarse a las cuatro y media de la madrugada para acudir a sus puestos de trabajo en la planta de Opel en Figueruelas. “Imagínate lo que es ir a trabajar sin haber dormido”, apunta.

Los vecinos consideran que, al ser una discoteca que únicamente cierra los lunes funciona como un reclamo para aquellos que buscan fiesta sin importar qué día de la semana sea. Al consumo de alcohol, dicen, se suma el de estupefacientes en plena calle, y las peleas y trifulcas son algo frecuente tanto dentro del local como en sus inmediaciones.

En 2017 tres personas fueron detenidas por una reyerta en la que un menor resultó herido por arma blanca y en 2018, la Policía Local interceptó a un hombre que portaba armas prohibidas. No obstante, estos son solo algunos ejemplos del largo historial de incidentes que se producen casi cada fin de semana en esta vía. “Estamos constantemente llamando a la policía, pero no funciona. También hemos acudido colectivos vecinales y hemos puesto denuncias, pero hay una cierta impunidad”, explica el residente, que reclama una mayor presencia policial.

A pesar de ello, desde la Asociación de Vecinos Manuel Viola instan a los residentes a denunciar siempre que sospechen que el ruido que soportan sobrepasa los decibelios permitidos y cada vez que vean o escuchen algún altercado. “Lo que recomendamos es que sigan informando a la asociación de cómo evoluciona la cosa y que interpongan denuncias, porque si no hay denuncias no se puede hacer nada”, explican.

Además de los altercados, los vecinos también acuden a menudo a la asociación para denunciar la suciedad que se genera cerca de estos locales. Es frecuente que al salir de sus casas se encuentren con vasos, orines y vómitos, lo que ha obligado a algunas comunidades a tomar medidas para minimizar estas molestias. “Antes se nos metían hasta dentro del portal y tuvimos que poner cámaras de seguridad”, comentan. Hace tan solo unos días, la comunidad más próxima a la discoteca también aprobó en junta la colocación de una verja para que no puedan acceder al portal.

“No tendríamos que tener la necesidad de hacerlo. A los vecinos les está acarreando unos costes económicos extra”, lamenta el administrador de la finca, que asegura que se han puesto denuncias colectivas contra el local y que el mayor problema de los vecinos es la alteración del orden público.

“He visto cómo han pegado a un chico entre seis para robarle el móvil”

En la misma línea que el vecino de la calle Celanova se manifiesta una joven que vive al final de la calle Lastanosa, muy cerca de otro establecimiento conflictivo ubicado en la calle Rioja. “A las seis o siete de la tarde ya se ve a gente con copas de más. Muchos empiezan la noche ahí y luego van a la discoteca de Celanova”, cuenta esta vecina.

El consumo de alcohol también se extiende hasta el parque Castillo Palomar, donde se suele practicar botellón. “Los fines de semana no bajo al perro hasta que no son las nueve, y aún así te encuentras algún borracho”, asegura.

En esta zona, el ruido y la inseguridad también son las principales preocupaciones de los vecinos. “Yo he visto cómo han pegado a un chico borracho entre seis para robarle el móvil”, concluye esta ciudadana.

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