patrimonio

La zaragozana joya de alabastro que pasa desapercibida

Se encuentra en la calle de Salduba de la capital aragonesa y procede de la desaparecida casa palacio de Sora, ubicada en la calle de San Vicente de Paúl

Se encuentra en la calle de Salduba de la capital aragonesa y procede de la desaparecida casa palacio de Sora, ubicada en la calle de San Vicente de Paúl

Materialmente la basílica del Pilar de Zaragoza no puede hacer sombra a ningún edificio de la calle de Salduba, por muy cercana que esté. Pero acapara la mayoría de las admiraciones de todo el que pasa por allí. No hay muchas construcciones en esta pequeña calle: parte de tres conventos, un garaje y unas viviendas. Ahora también la trasera del Mercado Central provisional. En la acera de los números pares el elemento que se puede considerar más singular es una portada barroca, la de la casa provincial de Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl.

"Pasa muy desapercibida"

“Pasa muy desapercibida”, contestan las hermanas cuando se les pregunta si se interesan por ella los turistas o ciudadanos. Una placa a un lado, como las que hay en la mayoría de los monumentos de la ciudad, lo marca como importante. No suele ser escenario de fotografías, ni por el aviso de ese modesto letrero ni por lo que destaca cada uno de sus detalles sobre la monotonía de los ladrillos del resto del edificio.

Llama la atención porque se nota con un simple golpe de vista que no son de la misma época. La conocida como “cocina económica”, dado su carácter benéfico, data del año 1941 y fue proyectada por los hermanos José y Regino Borobio, tal y como se apunta en el informe histórico artístico del Ayuntamiento de Zaragoza. En esa construcción de la posguerra se adosó la barroca portada. Procedía de la desaparecida casa palacio de los Sora, o también llamada de Salabert. El nuevo plan urbanístico que definió la calle de San Vicente de Paúl, donde se encontraba entonces, la reubicó piedra a piedra frente a la iglesia de San Juan de los Panetes.

Estípites o figuras antropomorfas femeninas que enmarcan la puerta son algunas de las piezas de alabastro que le dan vida. “Corona el medio punto de la puerta un remate en arco trilobulado, con un ángel mancebo en el centro”, se señala en el mencionado documento municipal. Un par de angelotes rematan la parte superior, uno a cada lado. En sus manos portan escudos nobiliarios. En el tímpano, sobre el vano y entre festones, se abre una gran venera, es decir, una concha de vieira. En la parte baja continúa la cuidada decoración. En este caso sobresalen un par de cariátides con el torso al descubierto y varias guirnaldas.

Este resultado se puede ver más integrado en fotografías antiguas que atesora el archivo municipal de la capital aragonesa. Corresponden con el palacio donde estaba alojada, un edificio construido hacia el siglo XVI y derruido hace menos de 100 años. En un principio pudo ser el lugar de enseñanza religiosa judía, próxima a la sinagoga principal de la ciudad. Cuando se expulsó a esta comunidad fue adquirida por un notario de apellido Salabert, de ahí su nombre.

Según unas fuentes cerraba la actual calle de San Vicente de Paúl, mientras que otros documentos sostienen que estaba en la desaparecida calle del Limón, lo que ahora es la de Santo Dominguito del Val. Precisamente el palacio Sora también se conoce como la casa de este niño mártir, puesto que se supone que fue su cuna.

Esta portada mira hacia las murallas romanas y al torreón de la Zuda. También es vecina del Pilar y de San Juan de los Panetes. Y, pese a su rica decoración, está casi camuflada entre todo el atractivo turístico.

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