aragón, pueblo a pueblo

La Vilueña, sabor a buena fruta y vergel de ilusión

Con la cereza como producto estelar y casas rurales con nombres que evocan a lo natural, este municipio cuenta con capital humano pequeño en número y grande en amor a su pueblo.

Al llegar a La Vilueña y dar unos pasos por sus calles, no es de extrañar que la primera persona que salude al visitante sea Emilia Cabrerizo. Muy querida por sus vecinos, aplica su energía inagotable en las más diversas tareas en beneficio del pueblo, desde el apoyo a actividades municipales a la iglesia, el parque infantil, echar un ojo a las casas de los vecinos ausentes que confían en ella para diligencias cotidianas... Emilia también ayuda a su sobrina en el cuidado de Lola, su madre –y hermana mayor de Emilia– a la que no le falta nunca un rato de charla y paseo. La Vilueña ha reconocido a Emilia con una placa en el parque infantil, en tributo a su entrega. “¿La habéis visto? La agradecí mucho –espeta Emilia– y todo lo que haya podido hacer lo he hecho con gusto”.

“Es que es una persona magnífica, de verdad que sí”. Lo afirma Charo Bueno, nacida en el pueblo y dueña de la casa rural Entrefrutales junto a su esposo Tomás. Los avatares de la vida la llevaron a residir en Majadahonda, a las afueras de Madrid, pero viene al pueblo a menudo y dispone de la ayuda de Raquel, una vecina, para preparar la casa cuando hay visitantes; se trata de una de las viviendas rurales de uso turístico más conocidas de la comarca.

Charo y su hermana estudiaron desde muy pequeña en las Anas de Zaragoza. “Mi hermana –recuerda Charo– se metió monja y tras pasar por varios destinos, que incluyeron India, Filipinas y Australia, regresó a Zaragoza y está nuevamente en el colegio de las Anas. Yo hice Filología Inglesa; conocí a mi marido en Zaragoza, es de Cubel, de aquí cerca. Tras casarnos vivimos un año en Sant Cugat y 14 en Logroño; él fue de coordinador al Colegio Universitario de La Rioja, y creó allá la UNED, amén de dirigirla. Yo estaba de profesora de inglés en la Escuela de Ingenieros Técnicos de Logroño. En 1986 ganó oposiciones para la sede central y tras un año en el que Tomás estuvo yendo y viniendo, marchamos todos a Madrid; ya habían nacido nuestros tres hijos. Ahí seguimos, aunque volvemos a La Vilueña todo lo que podemos. Estuvimos trabajando hasta 2011, él en la UNED y yo en la facultad de Económicas de la Complutense, donde enseñaba inglés con fines específicos. Nos jubilamos antes de estar gagás –ríe– y además habíamos decidido abrir la casa rural en 2008. Un año antes habíamos empezado a restaurar esta casa, y los hijos nos convencieron de darle este uso a las dos plantas superiores, quedándonos nosotros en la baja. Solamente trabajamos con alquiler completo: son seis habitaciones, todas con baño, una de ellas con jacuzzi”.

Charo está satisfecha con la iniciativa. “Hasta ahora hemos tenido mucha suerte con los clientes, siempre respetuosos con el entorno; tenemos una altísima valoración en Toprural después de una década, 9,8, y no es fácil mantener esa cifra. Gracias a los años de docencia enseguida conoces a la gente, y tratamos de adelantarnos siempre a sus peticiones, además de solventar con y detalles cualquier situación. Tenemos buenas instalaciones, pero el trato es fundamental”. La alucinante bodega, a la que se accede por una trampilla, es un lugar privilegiado que Tomás ha mimado. En las habitaciones y el patio, los murales y detalles pictóricos del uruguayo Daluz son un regalo para la vista.

El pueblo

Una nave rotulada como Frutas Tomey –cámaras frigoríficas para frutales– sirve a las necesidades de la media docena de agricultores del pueblo, aunque curiosamente el producto estelar local, la exquisita cereza, no los precisa. Desde la tercera semana de mayo y hasta finales de julio hay distintas variedades de esta deliciosa fruta. “Esta comarca no tiene nada que envidiar al Jerte en la floración y calidad del fruto, pero supongo –apunta Charo– ellos han movido mejor la campaña publicitaria. También hay manzana, pera conferencia, melocotón y almendros. El riego se hace a goteo. Cuando yo era pequeña, todo era viña y cereal; el la remolacha, la patata y la fruta estaban hacia Terrer. Desde los 60, con la emigración masiva a las ciudades, las zonas de regadío están en desuso, fincas tremendas sin explotar. En invierno hay media docena de casas abiertas, pero este pueblo tiene mucho encanto, está bien cuidado y nos hemos esforzado para mantenerlo bonito y tranquilo”.

En datos

Comarca: Comunidad de Calatayud.

Población: 77.

Distancia a Zaragoza: 99 km.

Los imprescindibles

Casa rural El Jardín

La lleva Eduardo Sánchez Sebastián. Tiene arenero con juegos para los más pequeños, piscina, barbacoa, futbolín y mesa de pimpón, una

zona de frutales variados y huerto. Ideal para familias y grupos de amigos.

Los hermanos Algora

Obispo de Teruel y Albarracín primero y de Ciudad Real después, Antonio Algora (La Vilueña, 1940) fue nombrado en 2018 obispo asesor del Movimiento de las Hermandades del Trabajo. Su hermano Jesús fue juez en Calatayud y Palma.

Las fiestas

El Cristo de la Capilla se celebra este año el 3 y 4 de mayo; es fiesta muy querida por los vilueñenses. Para San Antón se sube a su ermita; hay otra, San Juan, en lo alto del monte del mismo nombre, a la que se va en el solsticio.

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