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Atea, con el ojo en y desde la sierra de Santa Cruz

El pico de Santa Cruz ofrece una vista que va de la sierra Vicor a la laguna de Gallocanta, pasando por Guadalajara o el Moncayo. Allí se aloja un puesto de vigilancia contra incendios.

Antonio Martínez y Antonio Marco miran al pico Santa Cruz –con sus imponentes 1.423 metros– como quien mira a un familiar más. Y no es extraño. Entre ambos llevan a sus respectivas espaldas más de dos décadas visitando, día sí y día no durante la temporada de alerta forestal, el segundo punto más alto de la sierra a la que da nombre, en la Ibérica zaragozana. Desde allí –donde se halla uno de los 80 puestos fijos de vigilancia de incendios que tiene Aragón– a la plaza de El Paso, corazón de Atea, hay unos 12 kilómetros en coche. Los dos Antonios han hecho ese camino a conciencia.

"Al principio el puesto estaba en la ermita de Santa Elena, no había nada más y nos dejaban solo dos portófonos", recuerda Antonio Martínez, que se refiere en la jerga forestal a lo que se entendería como una especie de ‘walkie-talkie’ de gran potencia. En su caso, trabajó en este entorno durante 26 años, pero desde hace 9 está jubilado. "Empecé en el retén; antes formaba en él gente de Acered y de aquí, a raíz de eso pasé a trabajar desde arriba", afirma Martínez. El veterano especialista detalla que "cuando entró Francisco Roche como alcalde, ya se hizo el puesto". En el pico, además de la ermita, hay ahora una caseta de dos alturas donde se encuentra esta instalación.

A su lado está el que fue su compañero de faenas durante mucho tiempo, Antonio Marco, que con 57 años todavía anda en tales lides. "Nosotros íbamos un día uno y al siguiente, el otro. Ahora lo hago de otra manera", explica Marco, quien recuerda que "teníamos que bajar y subir cada día los dos portófonos. Después ya nos pusieron una emisora, y hacíamos de puente con otros portófonos porque la señal no llegaba a Zaragoza", ahonda Martínez. "Ahora la emisora va bastante mejor", puntualiza Marco. A la parte más tecnológica se le unían otros elementos como brújula, prismáticos o mapas.

La prueba más dura

En lo que a sus intervenciones se refiere al avistar las columnas de humo, a lo largo de sus años de experiencia, Marco incide en que "lo más habitual son los fuegos que provocan los rayos" y al hacer memoria se acuerda de casos en "Abanto y en los pinos de Manchones". Pero una de esas columnas, la tarde del 16 de julio de 2005, no fue algo anecdótico: era el incendio de Riba de Saelices en Guadalajara, que se llevó la vida de 11 integrantes de los equipos de extinción y quemó 13.000 hectáreas, una de las peores catástrofes de España relacionadas con el fuego en el entorno forestal. "Aquella tarde estaba yo y Santa Cruz fue el primer puesto que avisó del humo, no de la ubicación exacta", recuerda Martínez.

Van camino de cumplirse 14 años de aquel suceso, y aunque hay puntos en los que se ha avanzado, otros todavía están por mejorar. "Antes se empezaba antes a trabajar; por ejemplo, un 20 de abril tuvimos que volvernos porque la carretera estaba cortada por la nieve, y acabábamos ya para el Pilar", recuerda Marco. "El año pasado empezamos el 31 de mayo y este todavía no los sabemos", explica. "Se decía que los retenes iban a ir más tiempo, y cada vez es menos", se lamenta Martínez.

"Se hace duro, porque tienes que estar en tensión", apunta Marco, que suma la precisión de Martínez: "Eran 10 horas". Con jornadas así, hay recuerdos de todo tipo, como el que tiene Antonio Martínez de una noche en temporada de incendios. "Era por la noche, porque al principio nos tocaba estar allí, pero sin luz ni nada. En esto que llaman a la emisora, voy a coger el portófono y se me cayó el vaso del café, lancé algún improperio y me oyeron en Zaragoza", comenta entre risas.

Junto a él está Saúl Herrero, alcalde, que espera en la plaza junto a Ángel Navarro y Ángel Herrero. De estos dos últimos, Miguel Ángel y Saúl se separan camino de la iglesia, un templo del siglo XVII y dedicado a Nuestra Señora de la Asunción que permanece impertérrito ante el paso del tiempo. "Al levantarme cada mañana pienso en la despoblación, en que las instituciones tienen que echarnos una mano", reclama el primer edil. Tanto él como Bruna, concejal en el ayuntamiento, recuerdan que "hemos perdido población, pero seguimos conservando servicios básicos y la fuerza para quedarnos a vivir aquí".

Ambos recuerdan cómo desde Atea, en los años 60, se cogían "entre 4 y 5 millones de kilos de uva". Fue precisamente en esa época cuando se fundó la Cooperativa Vitivinícola de Nuestra Señora de los Mártires, hoy integrada dentro de las Bodegas San Alejandro de Miedes y dentro de la Denominación de Origen Calatayud. "Ahora estamos cerca de los 700.000 kilos, con vistas a llegar al millón por los planes de plantación de viñedo", concluye, con un halo de esperanza, Miguel Ángel.

En datos

Comarca: Campo de Daroca

Población: 156

Distancia a Zaragoza, su capital de provincia: 100 km

Los imprescindibles

Iglesia de la Asunción

De estilo barroco y grandes dimensiones, recibe el sobrenombre de ‘catedral de la sierra’. Tiene una planta con tres naves; tanto las pechinas como la cúpula poseen una intensa decoración. En su fachada se distinguen dos torres.

Fiestas de San Ramón

En la penúltima semana de agosto hay patronales en honor a San Ramón Nonato. Suelen durar una semana, con orquestas desde el jueves. Ese día se presentan los majos y majas, que recorren las calles en carroza.

San Lamberto

Ermita enclavada a mitad de ladera de Santa Cruz; también hay refugio con chimenea, todo rodeado por un merendero. Hasta allí, y hasta Santa Elena, se va en romería la tercera semana de mayo. Más información: atea.webcindario.com.

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