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El caracol que encontró su hábitat en las aguas termales de Alhama de Aragón

Alberto Portero, agente para la protección de la naturaleza del Gobierno de Aragón, ha estudiado esta variedad endémica.

Alberto Portero muestra una imagen del caracol
Alberto Portero muestra una imagen del caracol
Macipe

Las aguas termales de Alhama de Aragón, por su consideración de mineromedicinales, atraen a cientos de visitantes a los balnearios de la localidad cada año. Pero al margen del atractivo para los humanos, este entorno también sirve de cobijo para el ‘Melanopsis penchinati’, una especie endémica de caracol acuático de los sistemas del municipio y que habitan en estanques, charcos, fuentes, canales de riego y en la parte del río Jalón que contacta con las aguas termales. Los adultos, por norma general, tienen un tamaño de 2,5 centímetros de largo por 1 de ancho, tienen costulaciones en la concha (costillas) y su color va desde el marrón oscuro hasta los tonos amarillentos.

Se trata de un molusco que está incluido en el Catálogo de Especies Amenazadas de Aragón en el apartado de "sensible a la alteración de su hábitat" y es que necesita de unas condiciones muy específicas para prosperar. "Lo encontramos en aguas de naturaleza caliza, bien limpias y oxigenadas y la temperatura debe oscilar entre los 31 y los 37 grados", explica Alberto Portero, agente para la protección de la naturaleza del Gobierno de Aragón y autor de un artículo en el primer número de la revista anual ‘Cuarta Provincia’, que edita el Centro de Estudios Bilbilitanos, y que aborda las características de esta especie y de otras variedades existentes en la zona.

"Es una especie poco conocida y que no aparece en ningún otro catálogo de especies amenazadas ya sea a nivel nacional o internacional y cuya única población conocida está en Alhama", puntualiza Portero, quien recuerda que la especie fue citada por primera vez por el malacólogo francés Bourguinat en 1868. "Estamos acostumbrados a ver mamíferos, aves, o incluso anfibios, pero en estas especies hay desconocimiento total", subraya. En este sentido, incide en que estas especies no son conocidas "porque hay poca gente trabajando con ellas o muestreándolas. Cuando empiezas a buscar, se encuentran. Estaban ahí, pero nadie que estuviera ahí para citarlas", sentencia.

Aunque no se ha podido llevar una contabilización de cuántos ejemplares hay, Portero apunta que "son poblaciones muy abundantes, pero muy restringidas en extensión". Asimismo, si de forma habitual la mano del hombre suele contribuir a limitar el hábitat de muchas especies animales, en el caso de este molusco ha tenido su parte positiva: "Las infraestructuras para llevar las aguas termales a los balnearios han aumentado y favorecido la expansión de la especie". Sin embargo, como contrapunto, Portero aduce que "su hábitat original y natural en el Jalón ha ido disminuyendo por la degradación de las riberas y el cauce".

También apunta Portero a uno de los problemas para esta especie: la fragilidad del ecosistema. "Entre las amenazas evidentes están los cambios en las características del agua, especialmente por temas de vertidos", explica, y lo hace extensible a otros ámbitos y especies.

Por su parte, en el Inventario Español de Especies Terrestres del Ministerio de Transición Ecológica sí que aparece su ficha y se apunta que "es prioritario realizar un plan de manejo para esta especie y se debe informar a la población local de la importancia que tiene e implicarla en su conservación". También se apunta a controlar otras variedades, especialmente las invasoras.

Precisamente, este agente de la DGA destaca en su artículo, entre otras variedades, la existencia de dos especies exóticas, el caracol malasio y el de Nueva Zelanda. "Estas contribuyen a desplazar a los autóctonos, ya que compiten por los recursos, nutrientes y el hábitat", esgrime Portero.

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