Zaragoza

Movilidad destinará 200.000 euros al año al mantenimiento de la red de carriles bici

Iberco se hará cargo del contrato para la correción y mejora de la malla ciclista, que ya alcanza los 132 kilómetros.

Carril bici en la calle Valle de Broto, a la altura de Kasán.
Carril bici en la calle Valle de Broto, a la altura de Kasán, en una imagen de archivo.
P. F.

La sempiterna queja de los ciclistas, que llevan años criticando la falta de planificación en el mantenimiento de los carriles bici, parece que toca a su fin. El Ayuntamiento acaba de adjudicar un importante contrato –son 800.000 euros para los próximos cuatro años–, destinado al arreglo y la mejora de la red ciclista de Zaragoza.

Desniveles, tapas de alcantarilla mal ajustadas, grietas en el asfalto, bolardos y armadillos fuera de su sitio... Son muchas las trampas que –por puro desgaste– presentan las vías ciclistas y que pueden suponer un problema para la seguridad. Estos espacios, para más inri, habían quedado excluidos hasta la fecha de las diversas operaciones asfalto y eso se percibe en sus muchos baches, áreas desconchadas o, incluso, cruces cubiertos de gravilla.

Son muchas las trampas que –por puro desgaste– presentan las vías ciclistas y que pueden suponer un problema para la seguridad

«Se va a duplicar el presupuesto destinado a estos trabajos: se reservan 200.000 euros anuales a mejorar la red existentes», explican fuentes municipales que justifican que «la malla ha crecido y también ha incrementado su uso». Construcciones Iberco es la adjudicataria de las obras que vendrán, gracias a una rebaja del 34% en su oferta económica, que –según el Consistorio– no implicará que se reduzcan los trabajos previstos.

Entre las actuaciones más inmediatas están las de reforzar el pintado de zonas que se han ido borrando (o las ñapas de asfalto las han tapado), la mejora de la señalización vertical y la reposición de bolardos de caucho, que se han levantado y que suponen un peligro, sobre todo, por dejar enormes tornillos al descubierto.

También servirá el contrato para resolver conexiones entre carriles bici ya existentes como sucedió en su día en el Coso Bajo o en las discontinuidades de Isabel la Católica. Otro tipo de intervenciones se centrarán en los cruces más peligrosos, donde se va a procurar que los bolardos y citados armadillos se transformen en zócalos de cemento. Es lo que ya se ha hecho, por ejemplo, en la intersección del Camino de las Torres y Cesáreo Alierta (a la altura del Hotel Boston), donde era habitual que los coches invadieran el espacio ciclista y se les ha colocado un rodapié de hormigón para proteger mejor a quienes pedalean. Esta misma medida se adoptó también recientemente en la calle de Santander tras comprobar que era un punto conflictivo.

La malla ciclista zaragozana alcanza ya los 132 kilómetros, si bien sus carriles son de todo menos uniformes: los hay bidireccionales, unidireccionales, en la parte derecha de la calzada, pegados a la mediana, por la calzada, a la altura de la acera… Incluso, en su origen, se diseñaron aceras bici (el caso de Independencia, entre los tilos), que después la Dirección General de Tráfico desaconsejó. También hay vías ciclistas que salvan las marquesinas del bus por delante (Miguel Servet o Camino de las Torres), otras que lo hacen por detrás (calle de Sobrarbe), y numerosos casos en los que los aspersores riegan los carriles bici (Marqués de la Cadena y avenida de los Pirineos), que drenan poco y mal, convirtiéndose así en refugio de importantes charcos.

También es cierto que en los últimos cuatro o cinco años se ha puesto remedio a muchos males de la red original –que el colectivo Pedalea denunció en su día– como el caso de la avenida Goya, donde su diseño les hacía entrar en la acera, o se han arreglado desconexiones en Franco y López o Miguel Servet.

Sin embargo, persisten males como el hecho de que muchos carriles se han creado en la parte de la calzada más cercana a las aceras donde hay desniveles para los desagües y alcantarillas. La organización Zaragoza en Bici ha identificado y señalado decenas de puntos peligrosos y también ha alertado a las autoridades para que traten de ponerles remedio.

Otro problema es que algunos se han creado en espacios que antes ocupaban filas de aparcamiento y que tenían –y así siguen– el firme muy destrozado. Por último, los ciclistas insisten en que el mayor problema para su seguridad se da en las intersecciones porque estas se diseñaron con proyectos en los que no se contemplaba aún el auge ciclista y en esos cruces los coches siguen imponiendo su ley.

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