Paseo de la Independencia, un símbolo zaragozano con más de dos siglos de historia

Más de 10.000 personas cruzan a diario los pasos de cebra del paseo de la Independencia, que mantiene su personalidad como principal vía comercial de la capital.

Es el preferido de los zaragozanos que deambulan calle arriba y calle abajo por sus amplias aceras, plagadas de comercios en los bajos de varios edificios representativos, cuyos soportales caracterizan esta céntrica vía. Caminar por el paseo de la Independencia supone realizar un recorrido por la historia de la capital aragonesa. El pasado yace bajo el presente, como atestiguan varios hallazgos arqueológicos encontrados allí.

En la remodelación llevada a cabo por el arquitecto Iñaki Alday, en 2002, se descubrió el barrio musulmán de Sinhaya (siglos X y XII), una circunstancia que frenó el proyecto inicial para construir en ese mismo lugar un parquin subterráneo que, en opinión de los comerciantes, "era y sigue siendo necesario" para esta zona del centro de la ciudad. Y casi una década después, en 2011, durante las obras del tranvía se encontraron en una zanja restos humanos y de cerámica de época moderna (siglos XVIII-XIX).

Un símbolo zaragozano con más de dos siglos

Hasta la entrada en servicio del tranvía, por esta arteria pasaban 50.000 vehículos al día, una cifra que se redujo a 10.000 con la puesta en marcha de la línea. Esa misma cifra corresponde al número de personas que atraviesa a diario sus pasos de cebra.

"El tranvía modificó el modo de circular de los vehículos privados, el tráfico rodado es obviamente menor y dificulta el acceso a este entorno para efectuar compras", señala José Antonio Pueyo, presidente de Ecos, Federación de Empresarios de Comercio y Servicios de Zaragoza y Provincia.

A lo largo de su historia, el paseo de la Independencia ha acogido la apertura de grandes almacenes, cafeterías, quioscos de prensa, restaurantes, tiendas de ropa, galerías comerciales, cines, librerías, teatros, bancos, notarías... Un hecho que da testimonio de que esta es una de las principales vías comerciales de la capital aragonesa.

El paseo de la Independencia comenzó a proyectarse en el siglo XIX y su configuración actual se debe a varias circunstancias. Los daños causados tras la Guerra de la Independencia y los destrozos provocados por los franceses en esta área de la ciudad durante los dos sitios causaron importantes daños en el monasterio de Santa Engracia, el hospital de Gracia y los conventos de San Francisco y Jerusalén.

Durante los años de la ocupación francesa, el mariscal Suchet decidió modernizar la ciudad proyectando un paseo imperial de la mano del arquitecto Joaquín Asensio –Martín Garay, primero, y Tiburcio del Caso, más tarde, continuarán este propósito- que daría lugar al Salón de Santa Engracia, después llamado de Pignatelli, hasta su transformación en 1860 en el paseo de la Independencia.

Los edificios que quedaron en ruina tras los Sitios y la desamortización en décadas posteriores propiciaron la ordenación urbanística de este espacio para crear un nuevo ensanche. Este salón conectaría la ciudad romana con la zona sur de la capital aragonesa, y su expansión por Gran Vía y Fernando el Católico. En la parte opuesta comenzó en 1833 la instalación, de una fuente pública –la primera de agua potable que tuvo la ciudad–, con la estatua del dios Neptuno, realizada por Tomás Llovet, ubicada en la plaza de San Francisco, luego de la Constitución y ahora de España.

En el centro de la polémica

Independencia se ha sometido a diferentes reformas –siempre cuestionadas– y ha sido objeto de algún que otro plan urbanístico desacertado. Una de las actuaciones más controvertidas fue la que tuvo lugar a comienzos de los 60, cuando se decidió eliminar el bulevar central. El paseo se transformó en avenida, atendiendo a las nuevas demandas del desarrollismo, y se puso al automóvil en el centro de la movilidad urbana.

Otra iniciativa polémica fue la que se presentó a comienzos del siglo XX que pretendía extender el paseo hasta el Ebro, eliminando varias manzanas de casas, entre ellas las del Tubo, con el fin de llegar a orillas del río. En 1909, el alcalde Antonio Fleta convocó un concurso para la presentación de proyectos para abrir una nueva calle que se convirtiese en la prolongación de Independencia hasta la plaza del Pilar, una idea que se retomó en varias ocasiones. La última, en 1969.

El paseo de los pasajes

Varios pasajes conectan Independencia con distintas calles próximas al paseo: el Palafox, Argensola, Puerta Cinegia y Centro Indepencia –había uno más, el Coliseo, hoy convertido en tienda de moda–. De todos ellos, el que más actividad tiene, pese a las dificultades que ha atravesado en diferentes etapas desde su apertura, es el Caracol, nombre con el que popularmente se conoce al Centro Independencia.

Su inauguración, en los primeros años de la década de los 80 fue todo un éxito. En su interior albergaba alrededor de 90 establecimientos entre tiendas de moda, cafeterías, restaurantes, tres salas de cine –los Aragón–, una peluquería, un videoclub y hasta un estudio radiofónico desde donde emitía parte de su programación Radio Heraldo.

Miguel Ángel Compadre, presidente de la Asociación de Comerciantes del Centro Comercial Independencia, lleva 33 años al frente de la cafetería Gavilla, ubicada en esta galería comercial. "Abrí en 1984 y desde entonces todo ha cambiado. Ahora tenemos aproximadamente un 70% de ocupación de locales, entre establecimientos que llevamos desde el principio, y otros que han ido abriendo y cerrando durante estos años. Todo es mejorable, pero tenemos los mismos ratios que en cualquier calle de Zaragoza", afirma.

El comercio en este espacio del centro de la ciudad vivió momentos de gran afluencia junto a otros más complicados que coincidieron con la apertura de grandes superficies comerciales en la periferia. "Zaragoza es un foco de atracción para otras poblaciones y con la llegada de centros comerciales en las afueras cuesta atraer a nuevos clientes. Los párquines son otra asignatura pendiente; siempre han estado muy mal señalizados y esto no ayuda". No obstante, Compadre matiza que las grandes superficies "son necesarias pero incardinadas en la ciudad".

Por su parte, el presidente de Ecos, José Antonio Pueyo, recuerda que "el paseo de la Independencia es la columna vertebral de Zaragoza, el paso obligado para acceder desde muchos barrios hacia el centro. En los últimos tiempos se observa que las grandes marcas van desplazando al comercio tradicionaly los centros de las ciudades cada vez se parecen más entre sí", añade.

En otro orden, Pueyo detecta "poca presencia del sector bancario tratándose de la calle más importante a nivel comercial, fruto de la digitalización de sus procesos y las fusiones de varias entidades", indica.

El paso del tiempo, y las diversas actuaciones en esta vía, han modificado varios elementos característicos de un paseo que, pese a todo, sigue manteniendo su personalidad, continúa siendo un símbolo para los zaragozanos, y para quienes descubren su historia paseando por sus aceras.

- Ir al especial 'Zaragoza y sus calles'.

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