Los vecinos número 13 y 14 de Bagüés

Joaquín Ventura y Pilar Pérez se han mudado de Zaragoza al (hasta ahora) pueblo con menos empadronados de la provincia. Han reabierto la segunda casa rural de la localidad.

Joaquín Ventura y Pilar Pérez, el viernes, en la casa rural que regentan desde este mismo mes.
Los vecinos número 13 y 14 de Bagüés
J. Ventura

Después de haber disfrutado de varias chuletadas con un amigo que tiene su segunda residencia en Bagüés, Joaquín Ventura y Pilar Pérez no podían imaginar que, precisamente, su futuro estaría en este pequeño pueblo de las Cinco Villas, el más pequeño –al menos hasta que ellos llegaron– de la provincia de Zaragoza. Este matrimonio, que acaba de mudarse desde la capital aragonesa, ha reabierto la que es la segunda casa rural de la localidad.

Cuando Pilar, de 49 años, se quedó en paro el pasado octubre y Joaquín consiguió vender un piso del que era copropietario en Zaragoza, decidieron que era el momento de montar algo que habían soñado más de una vez: una casa rural. "No veíamos la oportunidad ni encontrábamos lo que buscábamos hasta que dimos con ‘El hortal de Bruno’", explica Joaquín. Una hija del pueblo que vive en Barcelona había puesto a la venta el negocio y decidieron reabrirlo tras hacerle algunas reformas.

Si no se adelanta nadie, sus primeros clientes llegarán el 8 de julio. "Me tiemblan las piernas cuando lo pienso, qué nervios", cuenta Pilar, que lleva un par de meses instalada en el pueblo. "En marzo nos empadronamos y nos convertimos en los vecinos número 13 y 14", añade. Esta cifra permitió igualar en población a Balconchán, en Campo de Daroca, pueblo que lideraba la despoblación del medio rural zaragozano con 14 empadronados (a 1 de enero de 2016, última cifra oficial del Instituto Nacional de Estadística).

"Aquí viven apenas cinco vecinos todo el año. Nos han recibido bien, les gusta la idea de que abramos la casa rural", cuenta el matrimonio, al tiempo que explican que también los propietarios de la otra vivienda rural les han propuesto ya trabajar en alguna estrategia conjunta para atraer turistas.

Como todos los núcleos en los que la despoblación se ha cebado, la falta de servicios se repite en Bagüés, donde no hay tienda, ni médico, ni colegio ni bar. "Aunque todo está cerca, a 15 o 20 minutos, hay que mentalizarse de que se necesita coche para ir al médico, a hacer la compra... Luego, con un congelador, solucionado", explica la pareja. "Es algo que he deseado durante mucho tiempo, pero desde luego hay que cambiar el chip de la vida de urbanita. En Zaragoza veía más gente solo entrando y saliendo del portal que aquí en Bagüés en varios días", añade Pilar, para quien esta es su primera experiencia rural. Joaquín, en cambio, ya había pasado algún tiempo viviendo en un pueblo.

Tienen claro que cuando uno decide instalarse en el medio rural no puede hacerlo de forma idílica, sino que hay que ir con algo claro. "Nuestro objetivo es vivir solo de la casa rural, pero al principio tendremos que simultanear tareas", añaden. De momento, Joaquín sigue yendo y viniendo a Zaragoza, donde trabaja. Y Pilar confía en encontrar algo por el entorno hasta que pueda dedicarse por completo a la hostelería.

La casa rural la alquilan por habitaciones y el desayuno está incluido. Además, ofrecen la posibilidad de cenar en la casa compartiendo mesa con ellos e incluso preparan unas bolsitas de picnic para quienes quieran pasar el día haciendo excursiones por la zona.

El alojamiento se levanta en lo que antiguamente era la huerta de casa Bruno. Dispone de cuatro habitaciones dobles, alguna con posibilidad de ampliar a triple e incluso cuádruple. Las habitaciones tienen los nombres de varias de las joyas arquitectónicas del románico en la zona, como San Julián y Santa Basilisa o La Paruela.

Tanto la web del establecimiento (www.elhortaldebruno.com) como su perfil en Facebook ya están en funcionamiento y pronto esperan estar también en algunas de las webs más populares de turismo rural. "Esta zona aún es una gran desconocida, pero tiene mucho potencial turístico. El entorno es precioso. Son todo pueblos muy pequeñitos, pero bien conservados", cuenta Joaquín, que confía en que esta inversión, que les tendrá hipotecados por unos años, acabe convirtiéndose en su medio de vida.

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