Un año de pasión y unión por recreativas y 'pinballs'

La Asociación de Recreativas y Pinballs de Aragón sopla este mes su primera vela de cumpleaños y acelera en la puesta a punto de un local para mostrar sus tesoros al público.

Algunos de los recreativos y 'pinballs', que conserva ARPA
Algunos de los recreativos y 'pinballs', que conserva ARPA
P.S.

Apasionados de los juegos antiguos y de las recreativas. Niños que en los 80 se saltaban alguna clase para ir a disfrutar de las maquinitas en los ‘recres’ del barrio, que se subían a una caja de cerveza para llegar mejor a sus mandos y botones, y que sentían la presión de unos cuantos iguales espontáneos que tomaban buena nota de su habilidad cuando llegaban a los niveles más complejos de clásicos como el ‘Pong’ o el ‘comecocos’.


Óscar Marín fue uno de ellos. Este zaragozano, además de dedicarse profesionalmente al sector de los videojuegos, es el vicepresidente de ARPA, la joven Asociación de Recreativas y Pinballs de Aragón que este mes de enero cumplirá un año. La veintena de socios que la integran se propuso hace casi doce meses recuperar la esencia de los recreativos dando forma a un local soñado y recordado con nostalgia por aficionados de unas cuantas generaciones.


“Muchos nos hemos criado en los recreativos, hemos vivido muchas horas jugando en ellos y eran nuestro sitio de reunión. Estas máquinas son parte de la historia del videojuego y hay que conservarlas”, apunta Marín, quien como sus compañeros de periplo, añoraba las sensaciones que sentía en su infancia y juventud al lado de unos dispositivos que trascendían el ocio.


El 22 de enero de 2016, ARPA celebró su primera reunión en la tienda de Óscar y sus socios. Unas semanas antes, una típica recreativa blanca aterrizó en su establecimiento y algunos de sus clientes, aficionados a este universo, empezaron a frecuentarlo con mayor asiduidad para saludar y ‘echar’ alguna que otra partida. “Nos empezamos a juntar un grupo más o menos fijo de personas y surgió la idea de hacer algo en Zaragoza, pues no había ningún local dedicado al ‘arcade’ ni nada parecido”, recuerdan. “No perdemos nada por difundir un mensaje en las redes sociales convocando a todo aquel que quiera a una reunión en la que hablar de una futura asociación”, se dijeron.


Al primer encuentro le siguió un segundo, un tercero y cuarto. Los miembros de este grupo –la mayoría, de entre 26 y 48 años, habiendo crecido en las salas recreativas de los 70, 80 y 90, y con conocimientos sobre juegos, electrónica, informática o restauración- se reunían todos los jueves. “Con el apoyo de otras asociaciones de Alicante, Madrid o Barcelona, fuimos estableciendo nuestros estatutos, buscando local y debatiendo nuestros objetivos”, señala Marín. Y entre ellos, uno principal: conservar, restaurar y difundir la maquinaria recreativa con especial énfasis en la de producción nacional, ya que “España fue durante los años 70 y 80 el segundo fabricante mundial de estos productos, con empresas como Falgas, Segasa, Inder o Famaresa”, detallan.


Estas aspiraciones se han materializado en un salón privado de más de 200 metros cuadrados sito en el barrio de San José y repleto de joyas del recreativo español e internacional que le confieren un aire museístico. “Somos una asociación sin ánimo de lucro, por lo que no explotamos la maquinaria. Estamos construyendo un lugar en el que poder reunirnos los aficionados al ‘arcade’, coleccionar nuestras máquinas y permitir que también la gente pueda disfrutarlas”, argumenta el vicepresidente de ARPA.Diez millones de duros

Entre las que están operativas y en proceso de restauración, su local cuenta con en torno a 60 máquinas. “Tenemos una de 1978 que se ‘comió’ casi diez millones de duros”, señalan para ilustrar las dimensiones de su significado. El coste económico de cada una de ellas varía pero su valor simbólico es compartido: desde una unidad única del 68 hasta otras más modernas del año 2004, son casi 40 años de historia recreativa plasmados en juegos.


Al preguntar por los grandes tesoros que duermen en San José aparecen enseguida el ‘Pong’ -“el considerado primer videojuego comercial de la historia, del que conseguimos reunir cuatro”-, los clásicos ‘Pac-Man’, matamarcianos como el ‘Space Invaders’, el ‘Pang’, el ‘Tetris’, el ‘Donkey Kong’, además de simuladores de motos, coches y aviones variados.


“Estamos restaurando la espectacular cabina del ‘After burner deluxe’, de 450 kilos, que simula un avión de combate. Fue famosa en nuestra ciudad porque solo había una en uno de los ‘recres’ del Caracol y fue durante mucho tiempo la partida más cara que se podía jugar”, recuerda Marín. Mientras, en el universo de los ‘pinballs’, la cantidad de marcas y de mesas existente es inmensa. Este es un “mundo diferente, una locura, puro coleccionismo y artesanía pura”, valoran.Puertas abiertas, en unos meses

Este 2017, la asociación aragonesa se ha propuesto acelerar la marcha para poner a punto su local y abrir sus puertas en unos meses. “Nos gustaría poder hacerlo en marzo o, como muy tarde, a mediados de año. La intención es que la gente pueda venir a jugar al salón por un módico precio y varios días al mes”, relata el representante.


Aunque el tiempo y la inversión de los socios de ARPA se deben a su pasión por el ‘arcade’, reconocen que la velocidad a la que ha despegado el proyecto les ha sorprendido. Si bien, este hecho no es tan extraño si se tiene en cuenta una de las premisas que defiende Óscar Marín. Para él y para muchos, los recreativos no han pasado nunca de moda: “Gran parte de los juegos actuales para móvil están inspirados en el movimiento ‘arcade’; los niños juegan a ‘Zelda’, ‘Mario’ o ‘Sonic’, se pueden utilizar emuladores en el ordenador, y las consolas retro se han seguido usando. Parece que los recreativos están resurgiendo, como la ropa, las series o la cultura de los 80”, concluye.

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