"Grandes los pirotécnicos de Casetas"

En 1967, cinco personas murieron en la pirotecnia. El padre de Miguel Giménez fue el único que se salvó. Hoy quiere homenajear a los fallecidos.

Fotografía cedida por Miguel Giménez tomada el 22 de octubre del 1966. En ella aparece su padre y varios trabajadores que morirían en el trágico accidente del 2 de junio de 1967.
Fotografía cedida por Miguel Giménez tomada el 22 de octubre del 1966. En ella aparece su padre y varios trabajadores que morirían en el trágico accidente del 2 de junio de 1967.
Foto cedida por MIGUEL GIMÉNEZ

Miguel Giménez es un zaragozano de familia gaditana que hoy vive en Barcelona. La tragedia que tuvo lugar el pasado lunes en Pirotecnia Zaragozana le transportó directamente hasta Casetas. Concretamente a la Casetas de los años 60, donde vivía junto a su familia. El recuerdo de la carrera que se echó desde el colegio hasta la pirotecnia el 2 de junio de 1967 aún lo tiene fresco. 


Aquel día Casetas retumbó por una explosión en la pirotecnia. Murieron cinco trabajadores. El padre de Miguel, Miguel Jiménez (con 'J' por cosas del Registro Civil), estaba trabajando ese día. Fue el único que se salvó. 


"Mi padre sobrevivió porque la onda expansiva en vez de salir por la puerta de la caseta de montaje donde él estaba, salió por el tabique contrario, destrozándolo todo", cuenta Miguel por teléfono. Aunque su padre se salvó, no lo supieron hasta dos días después de la tragedia.


"Salió corriendo con uno de sus compañeros en el coche para llevarlo al hospital. Estuvo con él allí dos días. Pensábamos que había muerto hasta que unos vecinos nos dijeron que lo habían visto en el hospital. La confusión entonces era total", rememora.


Miguel Jiménez, que también había sido ferroviario, estuvo 15 años empleado en la empresa. Lo dejó él mismo poco después del accidente porque aquella vivencia se le hizo insoportable.


"Los pirotécnicos son personas que se juegan la vida con su profesión pero que sienten mucha felicidad al ver explotar los cohetes en el cielo y hacer disfrutar a la gente", opina Miguel, quien conserva una fotografía fechada el 22 de octubre de 1966, meses antes de la explosión, donde aparece su padre (sentado en el suelo, a la izquierda de la imagen) junto a varios de sus compañeros, entre ellos algunos de los que fallecieron en el accidente, en el bar Rosa, en el que se reunían antes de entrar a la fábrica. 


Las personas que perdieron la vida este lunes le recordaron a aquellos hombres que trabajaron codo a codo con su padre y a los que el barrio de Casetas también tiene muy presente durante estos días. "Les recuerdo con sentimiento porque compartieron con mi padre grandes días de ilusiones haciendo lo que mejor sabían: arriesgar sus vidas para que los demás disfrutáramos de los cohetes luminosos", transmite Miguel mientras recuerda aún los ratos en el parque de Casetas, "detrás del cine", entre tracas que arrojaban caramelos y cohetes de los que caían soldaditos con regalos. Y entonces sólo puede decir: "Grandes los pirotécnicos de Casetas".

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