Descubrir una ciudad con los cinco sentidos

Tarazona y el Moncayo: una visita permite conocer la historia, los monumentos y la tradiciones de Tarazona forma sensorial: oliendo el incienso que aparece en el retablo de la catedral o tocando el tomate del Cipotegato

Un grupo de visitantes, en la catedral, durante la visita con los cinco sentidos.
Descubrir una ciudad con los cinco sentidos
Fernando Orte

Descubrir Tarazona con los cinco sentidos. Esta es la interesante y novedosa propuesta que ofrece cada fin de semana la Fundación Tarazona Monumental, dirigida a todas aquellas personas que visitan la ciudad, e incluso a los turiasonenses que desean saber más acerca de su historia, monumentos y tradiciones, pero de una forma diferente y sensorial.


El recorrido comienza en la catedral de Santa María de la Huerta. En su interior, los visitantes pueden oler y tocar el incienso y la mirra que aparece en una de las escenas del retablo mayor, la que recrea la adoración de los Reyes Magos. En la girola, a través del tacto, comprueban las marcas que dejaron los canteros en las piedras de sillar con que construyeron los arcos góticos. Elevando la vista, descubren las espectaculares pinturas murales que todavía se conservan esta parte del templo –la más antigua, que data del siglo XIII–, entre las que destacan una mantícora o un trampantojo de unos mosaicos realizados con una técnica llegada desde Italia. 


Igualmente, es posible acercarse a la técnica de la pintura sobre tabla con que están hechos los retablos de la catedral, e incluso tocar un pedazo de alabastro y comprobar con la ayuda de una linterna cómo lo atraviesa la luz, como ocurre en los ventanales de la iglesia. A los pies del coro y bajo el órgano suena música de este instrumento; y en el claustro, puede tocarse la cerámica utilizada en la decoración del cimborrio, o incluso sentir en los dedos el yeso empleado por los mudéjares en la construcción de las peculiares celosías. 


«No tenía ni idea de lo que era la mirra, y me ha llamado la atención que salga de un árbol», comenta una visitante llegada de Bilbao. Otro turista procedente de Murcia afirma que «en otros sitios a los que vas solo te dan fechas y fechas, y el hecho de que te vayan dejando que cojas el alabastro o huelas aromas hace la visita más entretenida».


La visita no se limita a la catedral, sino que también recorre otros puntos de interés de la ciudad, como la judería o la plaza de España. Aquí, junto al monumento del Cipotegato, es posible oler y coger con la mano el tomate que miles de personas lanzan cada 27 de agosto en la popular fiesta, declarada de interés turístico nacional.


«En la judería conocemos los aromas de las especias que utilizaban para la cocina, la medicina e incluso para su higiene personal», señala Isabel Ibáñez, técnico de la Fundación. Incluso el visitante puede medir la anchura de las calles utilizando sus codos y escuchar la llamada del shofar, un instrumento ceremonial hebreo. La visita también llega hasta la morería, donde se reproduce el toque de los alminares musulmanes; o a la plaza de toros vieja, donde pueden tocar la arena que en su día cubrió el coso taurino.