San Valero

Un reloj fuera de lo común

Han trancurrido sesenta años desde que la Fundación San Valero inició su andanza para mejorar la calidad de vida. Con motivo de su 60 aniversario, el ingeniero y artista Antonio Ros ha donado una obra en forma de reloj.

Jesús Gazol junto al reloj de acero inoxidable y latón.
Un reloj fuera de lo común
OLIVER DUCH

Un artista polifacético atraído por la formación profesional; una fundación al servicio de las personas y de la sociedad. Antonio Ros ha donado a la fundación San Valero de Zaragoza con motivo de su 60 aniversario una escultura en forma de reloj que indica el esfuerzo y el amor por el trabajo bien hecho durante este recorrido.


Han pasado 60 años desde aquella escuela nocturna y gratuita de aprendices que comenzó en el barrio de las Delicias, en 1953, para alcanzar una vida más digna. Hoy, aquella escuela ofrece formación a todos los niveles, física y virtualmente. Su crecimiento es fruto del esfuerzo de muchos, y así lo explica Ángel García de Jalón Comet, el presidente del patronato del Grupo San Valero: «Queremos sacar lo máximo de cada alumno. Que cada uno dé lo que de verdad pueda dar, sin dejarse nada por el camino». Cada una de las personas que sacan adelante esta institución, profesores, alumnos y empleados, forman las piezas de este reloj de sol conmemorativo de esta efeméride.


Como sus engranajes, el resultado que esperaba Antonio Ros encaja a la perfección con quienes han sido sus manos en la realización de la escultura, el profesor y escultor, Jesús Gazol y sus dos alumnos, Chesus López y Yazar Perales. «Quería llamar la atención de los jóvenes por el contraste de una pieza tan ordinaria como es un reloj y a la vez tan extraordinaria que invite a la reflexión», declara Antonio. La elección del reloj engloba la cotidianidad y la familiaridad por ser un instrumento cercano y común, pero también el celo industrioso y por los detalles, por el acabado perfecto. «Donar una obra supone una retribución recíproca, un beneficio mutuo. Creo que el núcleo de un país es la industria y estos alumnos están muy cualificados en este ámbito. Con esfuerzo y dedicación les auguro un futuro muy prometedor», revela el artista. De acuerdo con él, Jesús Gazol, quien ha dirigido el trabajo, expresa: «Han aprendido el valor de trabajar en equipo y el amor por el arte. Un reloj de sol ha de ser muy preciso y este funciona a la perfección. Han aunado cultura y técnica».


Con el aliciente de motivar a los alumnos y de encomendarles un encargo real, Jesús Gazol ha conseguido dirigir la realización de una obra con muchas expectativas: «Es de admirar la disposición de Antonio, quien ha venido siempre que se le ha necesitado. Los chicos también se han involucrado muchísimo. Para ellos este trabajo ha sido una lección muy dura», comenta.


Brillante como el latón y sólido como el acero inoxidable, Chesus López y Yazar Perales han tenido que manejar con destreza estos dos materiales para la elaboración del reloj.


Chesus tiene 53 años. Tras permanecer cuatro en paro, decidió sacarse el título de calderero soldador. Habiéndose enfrentado previamente al mundo laboral, su perspectiva ante la obra de Antonio Ros le pareció toda una oportunidad: «Es un reconocimiento enorme y un momento muy emotivo. Queremos darla a conocer a través de las redes sociales». El alumno adulto confiesa que lo mejor que se lleva de esta experiencia ha sido conocer al artista creador de la obra. «Estamos muy contentos con el resultado y Antonio también lo está», aclara.


En el otro extremo se encuentra Yazar Perales, de 17 años. «Hemos trabajado juntos el mayor y el pequeño de la clase. Ha sido una experiencia impresionante», señala. El joven explica la minuciosidad y la planificación que requería esta obra. «Todo estaba pensado desde el comienzo», expone.


La amistad ha cuajado entre estos artistas. Todos coinciden en la misma idea: ellos pasarán, pero las obras y los valores que reflejan quedarán ahí.