MERCADO CENTRAL

El 'Moby Dick' de los atunes

Medía cerca de tres metros y pesaba la friolera de 300 kilos. Sin embargo, al mediodía, apenas quedaba un cuarto del enorme atún gaditano, que al punto de la mañana había recibido la pescadería José Luis.

José Luis y Pedro junto al enorme atún en el mostrador del puesto que regentan.
El 'Moby Dick' de los atunes
ARáNZAZU NAVARRO

«Nos han hecho más fotos que en la primera Comunión», bromeaba ayer José Luis López, entre clientes y curiosos que no dudaban en inmortalizar con sus cámaras y móviles el puesto de su pescadería del Mercado Central. Un enorme atún de 296 kilos de peso lucía hermoso en su mostrador y lo hacía, además, casi en exclusiva porque sus 2,85 metros de longitud apenas dejaba espacio para otro género.


«Es una pieza capturada, a la antigua usanza, en aguas de Barbate», explicaban los pescaderos, a quienes «unos amigos de Conil» habían proporcionado tan enorme trofeo. En la bahía de Cádiz aún se practica el método ancestral de pesca conocido como la almadraba, «consistente en cercar con barcos a los bancos de atunes, atraparlos en redes y luego subirlos uno a uno a las embarcaciones», explicaban.


«¡Qué vulgaridad! Me encanta», se sorprendía ayer una turista colombiana, que pocas veces había visto, sin trocear, un ejemplar de tal tamaño. Sin pensárselo dos veces, echó la mano al bolso y solicitó una generosa rodaja -«con poca grasa»-, que pensaba cocinar al horno con un poco de sal y pimienta.


«Este año el atún está más caro que el pasado. Se han reducido las áreas de captura y, además, el mercado está prácticamente monopolizado por los japoneses», explicaba José Luis, al tiempo que informaba de sus 'tarifas'. El kilo se vendía a 24,90 euros (por los 19,90 del año pasado), mientras que la parte más deseada de tan magna pieza, el morro, ascendía a 39,90 euros/kilo. La ventresca, aún un poquito más cara, se la llevó íntegra un conocido restaurante zaragozano.


Gracias a la expectación despertada y al buen número de curiosos que se arremolinaban en torno al animal, la venta del atún se completó a buen ritmo. Los pescaderos temían que el día fuera anodino porque un miércoles de junio no parecía muy propicio, pero al mediodía ya apenas quedaba un cuarto de 'la bestia' y, como el puesto abría por la tarde, confíaban en despacharlo por completo en una sola jornada.


Aunque hasta Mercazaragoza acostumbran a llegar grandes ejemplares de atún rojo procedentes de caladeros de todo el mundo, resulta insólito que lleguen sin trocear a los puntos de venta. La prueba de tal sorpresa la aportaban los más jóvenes clientes del Mercado, que acompañaban a los adultos a la hora de la compra. Pablo, de siete años y escudado tras la falda de su madre, abría tanto los ojos que a su lado el atún se hacía pequeño. Miguel, que apenas levantaba un metro del suelo, fabulaba con cómo habría sido pescado: «Con arpones y una grúa, seguro».