CUENTA ATRÁS

Hasta el último minuto

Los vecinos de Zaragoza se resisten a que llegue el fin de las fiestas. El frío se combate con el abrigo y las calles del centro de la ciudad estan repletas de paseantes.

El cierzo no intimidó a los paseantes y las calles estaban llenas el sábado.
Hasta el último minuto
E. CASAS

El frío ha sido el invitado sorpresa del último fin de semana de fiestas, pero ayer nadie pareció acobardarse. Las calles del centro de la ciudad se llenaron de público dispuesto a exprimir las últimas horas del Pilar ya fuese en espectáculos de teatro, bailes improvisados, mercadillos o locales de tapeo. El paseo de la Independencia es un hervidero donde conviven vendedores ambulantes, pintores de caricaturas, músicos de todo el mundo y bailarines de 'break dance', una de las revelaciones de este año. "No esperábamos tan buena aceptación, estamos teniendo mucho público", comenta el grupo N2Break, que ha venido otros años a la ciudad pero que nunca había tenido tantos seguidores.

"No son tiempos para gastar dinero y se agradecen los espectáculos gratuitos. Y este año han tenido mucha calidad", asegura, por su parte, Nieves Vázquez, zaragozana habitual de los espectáculos de calle. "La programación es variada, ya no escuchas solo jotas. Antes el Pilar eran solo rondallas y cuatro conciertos, menos mal que las cosas han cambiado", opina Lucía Valero, que ha acudido esta semana a varios montajes de la plaza de San Bruno. "Aún así, se echa en falta algún escenario más por los barrios, no todo tiene por qué estar en el centro".

Esta noche tendrán que decidir entre el folk de la Ronda de Boltaña y la Orquestina del Fabirol en la plaza de San Bruno, el espectáculo de Atempo Circ en la plaza de San Felipe o el rock de Amaral y Loquillo en el paseo de la Independencia. Serán los últimos espectáculos antes de que Carmen París entone el 'Somos' de Labordeta y llegue la traca final que marca el fin de las fiestas.

Cuando cae la noche

La calle Alfonso es una de las más concurridas. Allí abundan mimos, músicos, vendedores... "El ambiente en la calle es una gozada, para mí es lo mejor de las fiestas", señala Federico Muñoz, valenciano que ha venido a pasar estos últimos días de fiestas con la familia. En la calle Alfonso han causado sensación este año los argentinos Arte Taller, vestidos de ángeles y demonios y 'levitando' entre la gente. "La animación de las calles de Zaragoza nos ha sorprendido mucho", comenta el argentino Jorge Valmaseda, el actor que interpretaba al 'ángel' en el grupo de mimos. "No puedes caminar sin ver un espectáculo u otro, es una maravilla tener tanta cultura al alcance de la mano".

Pero el rincón revelación de estas fiestas del Pilar ha sido el mercadillo aragonés instalado en las Murallas, junto a la plaza del Pilar. Allí, vendedores de todo Aragón vestidos con traje regional ofrecen comida, artesanía y objetos de regalo. "Ha sido una sorpresa, no esperábamos tanto público -reconoce Shira de la Rosa, que ha venido de Urdués, en el valle de Echo, para vender perfumes y aceites aromáticos-. El año que viene nos tienen que dar más espacio, porque en horas punta se junta aquí tanta gente que apenas se puede caminar".

Cae la noche y, entre los puestos se abre camino una rondalla. Es el grupo folclórico Royo del Rabal, que anima el mercadillo con baile y jotas. "Es un sonido que anima a la gente, la calle tiene que palpitar con la jota o no parecería que estamos en fiestas", asegura Daniel Valien, un jotero de buen porte que atrae las miradas de tantas jóvenes que hasta recibe algún piropo mientras baila. "Quien quiera vernos, que venga el domingo a las 19.30 al mercadillo. Será la rondalla final y haremos algo especial", se despide.

El cierzo arrecia y los chaquetones se abrochan pero pocos se deciden a ir a casa. Los que siguen por las calles del centro de Zaragoza buscan un buen bar de tapeo para cenar, "o para engañar el hambre hasta que cenemos más tarde", explica una mujer con peluca azul y pantalones de peñista. Asegura llamarse Aurora Barreda, pero podría ser un nombre ficticio. También insiste en que su peña es "la vaca que ríe". La calle San Miguel es un hervidero de gente y los bares están hasta arriba pero Aurora y sus amigos han podido agenciarse una mesa. "De aquí, nos iremos a Interpeñas y después quién sabe dónde", se despide.

Por la noche, Valdespartera e Interpeñas reúnen a miles de fiesteros y zonas clásicas como San Miguel o el Casco continúan siendo el referente para la marcha. Pero la noche zaragozana guarda sorpresas. ¿Cómo si no se puede programar una fiesta de sombreros para 'singles' (solteros) en plena semana del Pilar? Decenas de solteros abarrotan la sala Modo y, como dice la canción, el amor está en el aire. "Es la fecha perfecta, la gente tiene ganas de salir, conocer gente... Y los 'singles' no tienen que dar explicaciones a nadie", considera Maite Torcal, que presume de sombrero rojo mientras baila al ritmo de los Village People. Lo mejor de la fiesta son los descuentos que hacen en la barra si les avisas de que eres 'single'. "Afuera la soledad, adentro la alegría", repiten desde la barra. Es el lema de la fiesta y se convierte en sonsonete para el resto de la noche.

Terrazas y botellones

En el barrio de la Magdalena, una barra alternativa conforta los ánimos de la plaza. El personal es muy diferente al de la fiesta de 'singles' pero aquí también se llevan los sombreros. Paula Sanz lleva uno lleno de picos, cascabeles e incluso pequeños espejos. "Solo me falta la flauta y soy Puck", bromea, haciendo alusión al duende de 'El sueño de una noche de verano' de Shakespeare. En un banco de la plaza, el botellón es el que manda. Un grupo de chavales apuran los restos de una botella de vodka. Todo indica que no tienen edad para consumir alcohol y ninguno quiere decir dónde han comprado la botella. Nos aconsejan un bar en la zona de San Miguel donde el personal elige la música en una 'juke box' de lo más añeja. ¿Quién puede resistirse? "Es mejor huir de los bares masificados y venir a otros más alternativos. Para pasar la noche recibiendo codazos y pisotones me quedo en casa", señala en ese bar Ramón (no da su apellido). En la gramola ha elegido un tema de Bonnie Tyler y lo canta con sus amigos. "Los ochenta nunca mueren", asegura.

En San Miguel y el Casco la diversión se reparte entre los bares y la calle pero el cierzo sopla fuerte y las terrazas están vacías. Aún hay tiempo para alguna copa, pero otros creen que es hora de irse a casa. Los taxis se cotizan alto y muchos desisten de encontrar alguno libre. "¿No tomamos hoy el chocolate con churros?", pregunta una chica a sus amigos. La idea suena bien: es la mejor manera de prepararse para el cierre de esta noche.