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Rehabilitan el edificio que alberga la casa consistorial de Luceni por su deterioro

Las obras en el palacio de los Condes de Fuenclara han obligado a trasladar las dependencias municipales a la casa de cultura.

El deterioro que presentaba el palacio de los Condes de Fuenclara, sede consistorial de Luceni, ha obligado a trasladar las dependencias municipales a la casa de cultura. Esta situación ha trastocado las labores de la administración, como admite la alcaldesa, Ana María Arellano. Después de una década reclamando apoyo financiero para las obras, estas son una realidad. Eso sí, aunque el plazo de ejecución era de cinco meses, el hecho de que el edificio estuviera peor de lo que se esperaba impide saber con seguridad la fecha exacta del fin de los trabajos, destaca la representante socialista.

El palacio, construido en el siglo XVII, fue adquirido por el Consistorio en 1945. El mal estado del tejado motivó el inicio de las conversaciones con el Gobierno de Aragón para acometer su rehabilitación. No se hizo una petición formal hasta 2005, cuando el fuerte viento evidenció la debilidad de la cubierta. Los contactos se prolongaron en el tiempo hasta que técnicos del Departamento de Obras Públicas, Urbanismo y Transportes de la DGA comprobaron que no solo había problemas con el tejado; el suelo de las plantas del edificio se estaba curvando. El riesgo dio lugar al desarrollo del proyecto de restauración.

La inversión asciende a 367.000 euros, de los que el Ejecutivo autonómico se hace cargo del 80% (293.000 euros). El 20% restante (73.400 euros) correspondía al Ayuntamiento, si bien la imposibilidad de asumir esa carga hizo que el equipo de gobierno acudiera a la Diputación Provincial de Zaragoza, que concedió una subvención.

El palacio de los Condes de Fuenclara albergaba las dependencias municipales en la planta baja, así como la zona reservada a la tercera edad. La primera se empleaba como biblioteca y ludoteca, y la segunda estaba diáfana. Al prestarse varios servicios públicos, el Ayuntamiento era un espacio muy transitado por los vecinos. Por ello, los cascotes que de vez en cuando caían en la entrada principal (hubo que colocar una malla en la fachada) aconsejaban emprender las reformas.

La restauración del palacio ha causado varias 'mudanzas' forzosas. "Nos hemos repartido como hemos podido", apunta Arellano. En la casa de cultura no solo se han instalado los miembros del pleno y los trabajadores municipales, también se ha llevado allí la biblioteca, ubicada en una antigua capilla.

El edificio era la escuela de una azucarera y fue donado al Ayuntamiento. "Los niños comentan que parece la biblioteca de Harry Potter", señala la alcaldesa. Por su parte, los mayores siguen disfrutando de su bar, pero han colocado su sala a una de las casas de los maestros. De momento carecen de comedor y ahora los alimentos se les entregan a domicilio a través de un cáterin.

Las obras han implicado más 'daños colaterales'. En el palacio había un corral y un callejón por el que salían las vacas en las fiestas de la localidad. Por razones obvias, no es posible seguir esa dinámica. De ahí que se haya adquirido un corral móvil para las celebraciones, que comienzan a finales de mes (del 25 al 29).

Arellano confía en que en una segunda fase del proyecto se ponga el hueco del ascensor, elemento prioritario por cuestiones de movilidad, y en que se habiliten la primera y la segunda planta del palacio, en estos momentos vacías e incluso sin tabiques.