MERCADO

Mojitos para combatir el calor medieval

El tradicional mercadillo ambientado en la Edad Media volvió a ser ayer todo un éxito. A pesar de las altas temperaturas los zaragozanos pasearon por sus calles, eso sí abanico, helado o granizado en mano.

Los mojitos fueron los grandes triunfadores de la tarde.
Mojitos para combatir el calor medieval
TONI GALáN

Parece que durante este fin de semana el destino favorito de los zaragozanos es el Medievo, adonde han decidido viajar en masa los vecinos de la ciudad. Y eso que dicen que esta no es muy buena época para irse hasta tan lejos. "Es que es justo cuando llega el calor", señaló Miguel 'el crepes', como el mismo se hace llamar. Un veterano artesano que lleva varios años endulzando el viaje al pasado de los visitantes del mercado medieval.

El calor fue sin ninguna duda el protagonista de la jornada de ayer. "El año que viene tenemos que pedir que nos pongan aire acondicionado", bromeó 'el crepes'. "O al menos, que adelanten un poco la fecha", añadió algo más serio.

Las altas temperaturas fueron las causantes de más de una situación anacrónica, ya que por las calles de este mercadillo medieval abundaban los abanicos, los helados y, sobre todo, los vasos de mojito. En el puesto de bebidas caribeñas machacaban hierbabuena sin parar. "La verdad es que nosotros no nos podemos quejar del calor", comentaba uno de estos cocteleros medievales. Algo que no compartía Ángel, un tabernero de la plaza de San Bruno: "Con este tiempo la gente prefiere beber que comer".

Así que ayer fueron muchos los que optaron por comprar algo para comerlo luego en casa. Fue el caso de José Luis Alfaro que se llevó dos trozos de queso y doce rosquillas. "El queso me ha parecido un poco caro, un trozo me ha costado 11 euros y el otro 8. Pero bueno, lo he comprado de capricho", señaló.

Josefina Baquero es una gran aficionada a este tipo de mercadillos: "Vengo todos los años y también participo en uno que organizan en mi pueblo". Así que tiene experiencia. "Los productos, sobre todo la comida, son algo más caros. Pero son cosas que yo considero artesanía, así que me merece la pena gastarme un poco más", explicó. Josefina todavía no había comprado nada. "Pero volveré mañana -por hoy- y con más tranquilidad me llevaré queso, chorizo y miel", añadió.

Este es uno de los aspectos que más valoraba la gente que ayer paseaba y compraba por el mercado medieval. "Es una oportunidad de hacer algo distinto y ver cosas que normalmente no se ven por ahí", comentó Montse Gonzalvo con un imprescindible mojito en la mano. Y una de esas grandes curiosidades era Antonio 'el botero' -amigo de 'el crepes', por cierto-. Antonio se dedica a hacer botas de vino, un objeto que el mismo considera "una reliquia". "Las ventas van un poco regular. Siempre se puede pedir más porque si nos contentamos...", comentó. Sin embargo, su puesto llamaba la atención y la gente se paraba constantemente a ver cómo Antonio fabricaba sus reliquias de cuero. También eran muchos los que se paraban a preguntar por los tés de María del Mar Tribardos. "Pero compran mucho menos que otros años. Por cada tres bolsas que yo vendía otras veces ahora solo vendo una", explicó esta comerciante.

Lo más curioso

Ayer por el mercadillo medieval podía verse de todo. Desde novios recién salidos de la iglesia haciéndose fotos con los recreacionistas de los pasacalles, hasta despedidas de soltero ambientadas en la época. Tampoco faltaron los niños, como el pequeño Mario, al que se le abrían los ojos como platos al ver volar las águilas. "Abuela, mira otra". "Que no Mario, que eso es una paloma", le respondía su abuela, que sujetaba el algodón de azúcar al que Mario casi no hacía ni caso. "Es que se ha quedado muy impresionado con lo de los pájaros", se justificó.