TRIBUNALES

"Me apuntó al pecho y disparó dos o tres veces, pero la bala se quedó cruzada"

El doble seguro y el mal estado de una pistola evitaron la muerte de tres policías tras el atraco a un banco. El fiscal pide ahora 30 años de cárcel para la persona que apretó el gatillo.

El principal acusado, a su llegada a la Audiencia de Zaragoza
"Me apuntó al pecho y disparó dos o tres veces, pero la bala se quedó cruzada"
JOSÉ MIGUEL MARCO

A su "ángel de la guardia", como dijo la fiscal, o al doble seguro del arma, como explicó un perito. Lo cierto es que a uno de los dos -o puede que a ambos- le deben la vida los tres agentes de la Policía Nacional que el 26 de diciembre de 2008 detuvieron a Ignacio Javier I. A. tras asaltar una oficina de Caja Laboral en Vía Univérsitas. El atracador les encañó con su arma a menos de un metro y apretó varias veces el gatillo. Sin embargo, el mal estado de conservación de la pistola -fabricada en 1940- y su inexperto manejo evitaron un triple crimen. Así lo entiende la Fiscalía, que ayer pidió 30 años de prisión para el acusado.


Para el segundo detenido en el atraco, Carlos Augusto G., el ministerio público solicita una pena muy inferior: cuatro años y medio de cárcel. Además del robo con intimidación, la fiscal le acusa de un delito de tenencia ilícita de armas. Pese a que este se valió de un cuchillo de 21 centímetros de hoja para intimidar al director y a los empleados de la sucursal, el ministerio público entiende que de conseguir la pistola se encargaron los dos atracadores. Para su abogada, Carmen Sánchez, esta imputación no tiene sentido.

El principal acusado explicó que el arma se la dieron 15 días antes del golpe en Las Barranquillas, un poblado chavolista situado al sureste de Madrid. "Nos la entregaron unos gitanos a los que habíamos comprado droga y debíamos bastante dinero", aseguró. "Nos dijeron que si no pagábamos, nos matarían a nosotros y a nuestras familias", añadió. Además del revólver, les dieron los dos cargadores con los que perpetraron el asalto.


Los ladrones reconocieron ayer que estaban "enganchados" a las drogas y que por aquellas fechas padecían un fuerte "mono". Para que no les identificaran, los acusados usaron gafas de sol y se cubrieron el rostro con sendas bragas. "Me encañonaron con la pistola y me hicieron cerrar la puerta por dentro. Después, me llevaron al almacén y me ataron de pies y manos", explicó uno de los empleados. La misma suerte corrió el cliente al que atendía el director de la sucursal en el momento del asalto. Al primero, le obligaron a abrir las dos cajas de seguridad y a meter los billetes en dos bolsas. En total, lograron llevarse 81.000 euros.


La voz de alarma la dio una mujer que intentó acceder al banco y se encontró con la puerta cerrada. Le pareció bastante extraño y decidió llamar a la Policía, que enseguida movilizó a las patrullas de la zona. "Vimos salir a dos hombres de la sucursal y les dimos el alto. En ese momento, uno de ellos se echó mano al bolsillo y sacó una pistola", recordó ayer uno de los agentes que intervinieron en el dispositivo. "Al llegar a la calle de Barcelona, cada uno se fue por un lado, por lo que nosotros también tuvimos que separarnos", explicó.


El funcionario siguió al hombre que portaba el arma, que terminó metiéndose en un portal. "Al llegar a su altura, me cogió por sorpresa y me encañonó. Forcejeamos e intenté quitarle la pistola, pero él me apuntó al pecho y disparó dos o tres veces. Le vi apretar el gatillo y escuché incluso el clic. Luego supe que la bala se quedó cruzada", señaló. Sus compañeros refrendaron después esta versión y dijeron que también intentó dispararles a ellos.