SUCESO

Un indigente mata a otro y oculta su cadáver en una caseta durante 11 días

La Policía detuvo al presunto homicida después de que él mismo confesara el crimen. El cuerpo, en estado de descomposición, fue hallado en una finca abandonada de Miralbueno

La Policía Nacional detuvo el pasado jueves a un indigente como presunto autor del homicidio de otro en una finca abandonada de la calle de Enrique de Val, en el barrio de Miralbueno. Al parecer, el crimen tuvo lugar el pasado 11 de mayo, pero la Policía no lo descubrió hasta once días después, cuando el presunto homicida reveló lo sucedido y se autoinculpó.

 

El suceso ha conmocionado a los vecinos de la zona, que llevaban tiempo demandando que se cerrase este solar, con varias casetas abandonadas y frecuentemente ocupado por gente sin techo.

 

Fue sobre las 18.00 del pasado jueves cuando varios agentes que patrullaban por la zona observaron que J. M. M. O., de 36 años, intentaba abrir el candado de uno de los locales que están abandonados, justo al lado del número 19 de la calle de Enrique de Val.

Su actitud les pareció sospechosa y, por eso, le pidieron que se identificase. Fue entonces cuando el hombre confesó a los policías que dentro de la caseta se encontraba el cadáver de otra persona a la que había matado el pasado día 11 después de, al parecer, mantener una fuerte discusión con él.

 

Los agentes entraron en la vivienda y encontraron el cuerpo del fallecido, en avanzado estado de descomposición. El presunto asesino, que podría padecer algún trastorno psiquiátrico y ha pasado ya varias temporadas en la cárcel por otros delitos, fue detenido el jueves y hoy podría pasar a disposición judicial.

 

El fallecido fue trasladado al Instituto Anatómico Forense para identificarlo, practicarle la autopsia y concretar cuántos días pasaron desde la fecha de su muerte hasta que fue encontrado. El Grupo de Homicidios de la Brigada de Policía Judicial de Zaragoza también recogió otros indicios con los que se tratará de averiguar lo que sucedió.

 

J. M. M. O. asegura que los hechos se precipitaron después de una fuerte discusión en la que el fallecido le amenazó con matarle con una barra de hierro. Fue entonces cuando, según explicó el presunto homicida, se adelantó a su compañero y acabó con su vida.

Al parecer, insistió en que él ocupaba las casetas desde hace meses, y que fue después cuando comenzó a compartirlas con el fallecido.

El registro de la zona se prolongó el jueves durante más de tres horas, según aseguraron ayer los vecinos de Miralbueno. "La Policía llegó sobre las 18.00 y después llegaron más coches. Al que sacaron detenido es uno de los habituales, parece español, muy moreno de piel y muy castigado; desde luego parece mayor de 36 años", aseguró Silvia, vecina del bloque que se levantó al lado del solar. "El cadáver debía estar en avanzado estado de descomposición, porque los agentes entraban con mascarillas y con guantes, y todo se prolongó hasta la noche", dijo.

Continuas peleas

Tanto ella como otros vecinos aseguraron que las casas no solo estaban ocupadas por estos dos indigentes, sino que muchas noches se juntaban entre cuatro y cinco personas. "Discutían mucho, casi todas las noches, sobre todo se reclamaban asuntos de dinero a voz en grito, de cuentas que debían tener pendientes, así que no me extraña que hallan acabado así", recuerda Silvia.

 

Los vecinos insisten en que tenían luz dentro de las casas y también agua, aunque no saben cómo la obtenían ni si esta era corriente. Normalmente, abandonaban las casetas por la mañana y volvían por la tarde o a primera hora de la noche. "Si veían a algún vecino en la calle deambulaban un rato, nunca entraban en el solar si alguien les miraba", insistieron.

 

Además, había dos accesos al solar. Uno por la calle de Enrique de Val y otro por la zona de atrás, aunque otros residentes aseguraron que este se cerró hace algún tiempo ante las protestas de los ciudadanos.

 

"No sé si el cuerpo llevaba tanto tiempo allí, tampoco notamos un olor especialmente malo, pero es que no pasábamos nunca de la reja. Siempre olía bastante mal porque hacían sus necesidades en el solar, así que no notamos nada sospechoso", comentaron también otros vecinos.

Todos coincidieron en que los indigentes que vivían en las casetas eran celosos de su intimidad y las cerraban mientras estaban fuera. Después, cuando volvían, las abrían.

Robos de comida

Eran viejos conocidos en el barrio. "Yo creo que el que ha matado al otro es uno que veía salir muchas mañanas por el hueco de la verja. Pero tenía pinta de aseado, no de indigente, de alguien de la calle", aseguró ayer Milagros Gracia, una de las vecinas que fue testigo de la llegada de la Policía y la Sangre de Cristo.

 

Otra vecina de la zona insistió en que el fallecido era conocido porque a veces robaba comida en uno de los supermercados de la zona. "Yo no sé si tenían trabajo o no, o qué hacían el resto del día, pero desde luego eran habituales por aquí", aseguró.