EN PRIMERA PERSONA

Domingo Buesa: "Lo hemos logrado con éxito"

El portavoz del Partido Popular en el Ayuntamiento de Zaragoza ha compaginado durante la Expo su trabajo municipal con la labor de ser el cronista de la ciudad. Esta cargo recupera una tradición vacante desde el fallecimiento del historiador Antonio Beltrán en 2006, pero tiene fecha de caducidad, el 14 de septiembre. "Ha sido uno de los mayores honores que uno puede recibir a lo largo de la vida", dice entusiasmado.

Beatriz C. Chóliz (HERALDO.es)

PREGUNTA- ¿Qué significa para usted ser el cronista de la ciudad durante la Expo?

RESPUESTA- Para un historiador que ha dedicado 28 años de su vida a la enseñanza y a la investigación de la historia de Aragón, ser el cronista de la ciudad de Zaragoza lo es todo. Es uno de los mayores honores que uno puede recibir a lo largo de la vida. Porque además me ha permitido disfrutar del día a día de la Expo, de sus espectáculos y pabellones.


P.- ¿Qué pensó cuando le propusieron ser el cronista de la Expo?

R.- Que tenía por delante el reto más importante de mi vida profesional.


P.- Cuéntenos que es lo que más va a extrañar después de estos tres meses

R.- La sonrisa de los voluntarios, que espero no termine con esta Expo.


P.- ¿Cuál es legado que deja la Exposición Internacional?

R.- Yo creo que hay tres legados. El primero, el voluntariado, porque nunca una ciudad había logrado con sus vecinos el grado de implicación que ha logrado la Expo. Por eso creo que debemos de hacer todos los esfuerzos posibles para que el voluntariado siga organizado después de la Expo. El segundo legado es el aumento la autoestima de los zaragozanos, el saber que si todos los juntos nos lo proponemos, podemos lograr cualquier cosa. El tercer legado para nuestros hijos serán las conclusiones que se presenten en la Tribuna del Agua y en el Faro, un trabajo con el que Zaragoza debería continuar para convertirse en una referencia mundial.


P.- Ha vivido a fondo la Expo durante estos tres meses, ¿nos podría hacer un pequeño balance?

R.- La Expo como acontecimiento internacional ha sido un éxito y nadie puede negarlo. Otra cosa será cómo la vamos a pagar y muchos tendrán que explicar por qué la ciudad se ha endeudado por encima de sus posibilidades. Si hay que hacer críticas, me quedo con la escasa repercusión que hemos tenido en el resto de España y, sobre todo, en el ámbito internacional. Tampoco comprenderé nunca lo que se ha hecho con el proyecto de navegabilidad del Ebro. El río debe ser navegable, pero no a cualquier precio y menos aún, a costa de los dragados y de las agresiones medioambientales que se han cometido. Los barcos deberían haberse adaptado al Ebro y no al revés.


P.- ¿Cuáles son los símbolos que quedarán para la ciudad?

R.- El símbolo de esta Expo es el voluntariado y el espíritu de la Expo pervivirá en cada uno de ellos. Como hito arquitectónico, me quedo con la Torre del Agua.


P.- ¿Cómo cree que le recordarán al cronista de la Expo en el siglo que viene?

R.- No importa el cronista, sino su crónica. He hecho todo lo posible por recoger hasta el último detalle de la Expo. En los próximos meses organizaremos todo, lo escribiremos de manera objetiva y lo depositaremos en el Archivo Municipal para que las generaciones futuras puedan utilizar esa documentación y analizar en la distancia lo que realmente sucedió en Zaragoza el verano del año 2008. Si logramos que dentro de 100 años, la Expo siga viva en el imaginario colectivo, habremos logrado nuestro objetivo y estaré satisfecho.


P.- ¿Qué consejos les daría a los próximos organizadores de una Expo?

La Expo se me ha hecho corta y, por eso, mi primera propuesta quizás sería ampliar la duración de las muestras internacionales. Y otra cosa, si la próxima Expo se plantea como la de Zaragoza, Shanghái tendrá que buscar una solución al problema de las colas.


P- ¿Cómo cerraría la crónica de la Exposición Internacional de Zaragoza 2008?

R.- Lo hemos logrado con éxito.