ENTREVISTA AL CONCEJAL DE URBANISMO

Pérez Anadón "El estadio debería hacerse por 100 millones y sabemos que es muy ajustado"

Concluye su primer año al frente de la Gerencia con el objetivo cumplido de consensuar el nuevo campo de fútbol. Su reto ahora es concretar la financiación

PREGUNTA.- Lleva ya poco más de un año al frente de Urbanismo. ¿Qué balance hace del trabajo realizado?


RESPUESTA.- El balance hay que enmarcarlo en el primer año de un mandato y por lo tanto ha sido muy de gestionar aquellos temas que heredas, en el sentido más amplio del término, de la corporación anterior.


P.- ¿Qué asuntos se ha visto obligado a reconducir?


R.- Fundamentalmente los objetivos de Urbanismo, que siendo muy amplios, no podían pasar por ser un Ayuntamiento paralelo. Me refiero a lo que pueda ser gestionar a través de Urbanismo las necesidades de otras Áreas. Es más eficaz que Cultura, Acción Social o Juventud evalúen entre sus prioridades qué infraestructuras necesitan, en lugar de que se ideen desde Urbanismo.


P.- Uno de los cambios más importantes ha sido el traslado del campo de fútbol.


R.- Creo que ha tomado otro rumbo bastante más edificante y es el de que una infraestructura importante para crear una nueva centralidad se haga alejada de mayorías puntuales y, por lo tanto, con el grado de acuerdo mayor posible. Trataré hasta el final del proceso que eso siga así. Estamos hablando de un acuerdo de 28 sobre 31 concejales. Y no pierdo oportunidad de seguir intentando que sea de 31. Creo que podría ser un buen momento para que CHA, que es el único partido que falta, se incorpore a ese consenso, porque todavía quedan bastantes temas que definir.


P.- ¿Le sorprendió que el ganador fuera Joaquín Sicilia?


R.- Lo mejor de este concurso fue que no sabíamos ninguno de los lemas y no estábamos contaminados. Eso nos permitió evaluar con mucha libertad. El proyecto de Sicilia combinaba una serie de parámetros que para nosotros eran imprescindibles. Por un lado, el componente de icono que debe tener un campo de fútbol y, al mismo tiempo, había estudiado más que otras propuestas el desarrollo del proyecto. Le daba unos índices de credibilidad más altos que a otros. La combinación entre la parte de símbolo con lo estudiado que estaba el proyecto hizo que Sicilia fuera el ganador.


P.- Uno de los asuntos pendientes es el de la financiación.


R.- El Ayuntamiento habla con asiduidad con la comunidad autónoma y en este caso con el vicepresidente José Ángel Biel y su posición ha sido siempre favorable a que la DGA se incorporase a la financiación del campo. Por lo tanto, confío en que el Gobierno de Aragón estará. Creo que sería indispensable también buscar los mecanismos para que pueda estar el Real Zaragoza, independientemente de la situación coyuntural por la que está pasando, y no descarto la incorporación de financiación privada.


P.- Pero a esa confianza hay que ponerle números y plazos.


R.- En eso estamos y con la comunidad autónoma llegamos a un acuerdo de que el Ayuntamiento de Zaragoza tiraba del proyecto, del concurso previo, de la adjudicación y que ese sería el momento en el que sabríamos con más conocimiento de causa de qué estábamos hablando y con qué costes. Reconozco que esa es una de las tareas que el Ayuntamiento tiene que abordar sin demora cuando pase el verano.


P.- Parece que iniciar un proyecto sin saber cómo se va a pagar es empezar la casa por el tejado.


R.- Bueno, puede parecerlo. Pero para hacer avanzar un tercer proyecto era necesario un grado alto de consenso, un lugar que no despertase recelos, un sitio que garantizase una oferta semejante a la actual, que se hiciese el concurso con la suficiente anuencia de todo el mundo… En estos momentos toca la financiación y la vamos a abordar.


P.- ¿Cuándo podría estar resuelta?


R.- Sería razonable que cuando se termine el proyecto y tenga que empezar la licitación tengamos definida la operación con la máxima concreción posible.


P.- ¿Se pueden garantizar plazos y presupuesto para el estadio?


R.- Las administraciones cometemos algún pecado de dar excesiva importancia en los pliegos a los plazos y a los presupuestos. Y no digo que no haya que darles importancia. Pero en la práctica totalidad de las obras públicas las empresas ajustan mucho los plazos, porque así se valora en los pliegos, y bajan mucho los presupuestos. Luego nos encontramos con lo que pueden parecer teóricos desfases. Si vemos cómo estaban al principio, muchas veces esos modificados no obedecen a un precio mayor del inicial. El proyecto se debería hacer por un poco más de 100 millones y nosotros sabemos ya que eso es muy ajustado. Pero preferimos estar en esta cifra inicial, aunque pueda parecer poco, que partir de una idea de mayor grandiosidad, que seguro que podía acabar desfasándose igual.


P.- Otro asunto que queda pendiente es qué pasará con el solar de la Romareda. ¿Se van a hacer viviendas o no?


R.- Con el suelo de la Romareda hay un consenso implícito con los grupos que han estado de acuerdo con el traslado del campo de fútbol en empezar a hablar cuando esté lanzado el nuevo estadio. Creo que habrá que comenzar un proceso de maduración, que me gustaría que fuese sin prisas, que no fuera fruto de una ocurrencia, sino que estuviese meditado y con el mayor grado de consenso posible. Desde luego yo estoy abierto a cualquier solución que tenga la conformidad necesaria.


P.- Después de dos proyectos frustrados, ¿comprende el escepticismo que acompaña al campo?


R.- Nunca he entendido, ni ahora que soy el responsable de gestionar esta infraestructura ni antes, que un campo de fútbol se acabase convirtiendo en un tema de enjundia política de primer nivel como ha sido en estos cuatro años. Y eso no dice mucho a favor de la clase política municipal. Superar ese escepticismo y empezar a hacer el estadio sería redimensionar para bien la importancia que tiene esta infraestructura.


P.- Además del estadio, ¿cuáles van a ser los objetivos de la Gerencia para el próximo curso político?


R.- Queremos producir un cambio sustancial en la gestión ordinaria, que es la que afecta a la gran mayoría. Tenemos, y creo que podremos, que ser capaces de demostrar que se puede gestionar con mucha mayor agilidad que hasta ahora. Vamos a prestar una atención preferente a seguir con el desarrollo de VPO. Y sería por nuestra parte una irresponsabilidad que no nos planteásemos que aquel suelo que estamos consumiendo sea sustituido por operaciones de características semejantes para esta y las siguientes corporaciones.


P.- ¿Cuáles podrían ser esos futuros desarrollos urbanísticos?


R.- Eso es para después del verano…


P.- De forma inmediata, Urbanismo se traslada al Seminario.


R.- El Seminario va a ser una infraestructura más que digna, que debería permitir desarrollar el trabajo con mayor eficacia y que eso repercutiese precisamente en los ciudadanos. Pero no es exclusivamente un contenedor de la Administración. Va a ejercer un efecto de polo de atracción a toda esa zona.


P.- ¿Y cómo analiza el desarrollo de esa obra, con múltiples desfases económicos y con una gestión bastante accidentada?


R.- Negar que el desarrollo de la obra haya sido accidentado sería negar la realidad, con el peligro de hundirte. Sin embargo, hay que distinguir el proyecto de lo que son las obras complementarias y que por tanto no hay que considerarlas como un desfase. Pero cuando termine la obra me comprometo a que sea conocido el precio del metro cuadrado del Seminario. Creo que entonces podremos comparar con las infraestructuras semejantes cómo ha salido el metro cuadrado.


P.- ¿Llegará la depresión post-Expo?


R.- Vamos a seguir con un plan de inversiones potentes. Tenemos como obligación en la post-Expo empezar con una serie de operaciones anticíclicas que contribuyan a aminorar la crisis en Zaragoza en un grado importante. Sin contar vivienda y transporte, entre 2009 y 2010 puede haber 1.000 millones de euros de inversión privada y pública.


P.- Se va a acabar la Expo y se habla mucho de cambios en el gobierno municipal.


R.- Como no estoy fuera del mundo oigo los rumores de todos los que están dentro del mundo, pero no tengo ningún motivo para considerarlos de otro modo.