EXP0 ZARAGOZA 2008

Un centenar de operarios trabaja por la noche en la Expo para poder terminarla a tiempo

Una de las plazas temáticas y el Pabellón Puente son las obras en las que ha sido necesario implantar el tercer turno.

En la Expo el trabajo no para ni de noche. Los edificios que van más ajustados, como el Pabellón Puente, la plaza temática Agua Compartida o el pabellón de Iniciativas Ciudadanas, exigen los tres turnos para llegar a tiempo. Según el sindicato CC.OO. un centenar de operarios entra al recinto de Ranillas cuando anochece y sale a las siete de la mañana.


"Desde luego enganchar de noche es peor que por el día, el trabajo se hace más duro", según el portugués Bernardino José Fernández Teixira, que trabaja en la cubierta del pabellón de Aragón. "Ya estuve en la Expo de Lisboa. A última hora siempre hay que ir con prisas para que nos de tiempo a terminar". El encargado, Jesús Genzor, asegura que ahora "solo" se quedan hasta las 23.00 porque hay que rematar la jardinería y la cubierta: "Pero ha habido meses hasta las 3 de la madrugada y las 7 de la mañana. Con el encofrado, tampoco se paraba".


Por la noche el recinto solo está iluminado mediante generadores. "Todavía no hay enganche al sistema general de la Expo", recuerda Felipe Gil, al frente de la construcción de la plaza Agua Compartida, la única de la seis en la que se mantienen trabajos nocturnos. "Tenemos diez soldadores que van adelantando faena y la semana que viene entrará el doble de gente por la noche porque de otra manera no alcanzaremos", explicó. No obstante, el tercer turno no implica descuidar la seguridad: "Se trabaja con las máximas garantías para que no haya ni un accidente".


Uno de los soldadores, Armando Lozano, comenta que ha venido desde Barcelona para trabajar en la Expo: "Soy de Calatayud, pero llevo muchos años en la ciudad condal, ahora como hay tajo aquí, nos ha mandado la empresa".


Confiesa que por la noche la principal desventaja es "la luz artificial, que te refleja en la pantalla de las gafas y parece que se te vienen las chispas del soplete a la cara". La Expo no es su primera experiencia: "Trabajé varios meses en el Fórum y en la ampliación de la Feria de Montjuic, así que ya me conozco el percal. Aquí estamos de ocho de la tarde a ocho de la mañana dándole forma a esta gran estructura de hierro de forma parabólica". Adelanta que los próximos días se incorporarán los técnicos de iluminación. Lozano dice que lo peor de trabajar en Ranillas es tener que ir casi hasta Grancasa para poder cenar: "Salimos a eso de las 10 y luego ya las 4 o las 5 de la mañana nos comemos aquí mismo un bocata".


El rumano Nicolae Guîsca, que trabaja también en esta plaza temática, reconoce que "trabajar de noche es más sacrificado pero está bien pagado". Para el senegalés Omar Badgi, que ya ha trabajado en otras partes del recinto colocando barandillas, es peor hacer el turno de noche, pero "hay que estar donde te dan trabajo", asegura. No cree que venga a visitarla Expo: "Si la empresa nos regala alguna entrada vendré. De otra manera, no puedo".


Otro oficial de segunda, el rumano Nicolae Laurenti, que lleva cuatro años en Barcelona y ha venido a trabajar a la Expo trasladado por su empresa, cree que el salario por estar de noche no compensa: "Nosotros decimos que no y los jefes que sí". Aunque queda solo mes y medio para la muestra, confía en llegar: "Esperamos que sí. Por eso estamos aquí", aunque, "la verdad es que con tanta agua no se puede soldar", en referencia a la lluvia intensa que cayó el pasado martes.


"Estamos de siete de la tarde a a siete de la mañana", dice el zaragozano José Luis Conde, que trabaja en el pabellón de Iniciativas Ciudadanas: "Llevamos un par de meses así porque si no es imposible acabar. Estamos terminando de forrar la estructura con balas de paja y barro". Por la noche, están siete y por el día, veinte.


Otro de los trabajadores, el rumano Daniel Pop, indica que "para ganar dinero hay que trabajar de noche y de día". Viene de Madrid y se quedará en Zaragoza hasta que comience la Expo. Su compañero Burteti, mientras protege la grúa con una lona para seguir barnizando el barro sin mojarse, afirma que prefiere trabajar de día, "pero cuando no queda otro remedio, hay que coger lo que viene". Lo mismo piensa el ucraniano Taras Vasus, que pone instalaciones en la plaza Agua Extrema.