"Sale más barato tenerlos en un piso que en la calle"

El proyecto 'Housing First' nació en Nueva York en los 90 y se ha extendido por todo el mundo. En España, además de en Zaragoza, está en otras 15 ciudades.

El proyecto ‘Housing First’ (en español ‘La casa, lo primero’), parte de la filosofía de que la vivienda es esencial para cualquier persona. Tradicionalmente, los servicios sociales llevan a la gente sin hogar por un itinerario en el que deben ir ascendiendo varios peldaños hasta llegar a poder tener una vida normalizada. Sin embargo, los casos más complicados se quedan por el camino. Con este programa, nacido en Nueva York en los años 90, se les rescata y se les pone directamente en la parte superior de la escalera, saltando casi todos los pasos intermedios.

La experiencia dio el salto a Europa, y en España ya se está probando –o está en proceso de probarse– en más de 15 ciudades, como Madrid, Barcelona, Málaga, Sevilla, Córdoba, San Sebastián, Alicante... El programa no se entiende como una fórmula única para acabar con el ‘sinhogarismo’, sino como la solución para esa gente a la que las opciones tradicionales no les valen, ya que se convierten en "puertas giratorias" que les devuelven a la calle, como explica Noemí García Alcázar, responsable de la zona norte de Fundación Rais.

"Está demostrado empíricamente que el programa funciona. Gente que no sabía más que dar vueltas por la calle ahora es capaz de mantener una casa, tener una buena convivencia vecinal, recuperar su salud, tomar medicamentos con regularidad, de apuntarse a cursos, de tener ciertas normas, de hablar con gente sin ser juzgados...", relata. Además, según sus datos, es hasta rentable económicamente: "A las administraciones les sale más barato tenerlos en un piso que en la calle", ya que allí los gastos de hospitales, juzgados, albergues y ayudas aumentan. Todo ello al margen de la "dignidad" que recuperan al tener un hogar.

En Zaragoza, de las diez personas que ocupan un piso de ‘Housing First’, ocho son hombres, proporción similar a la del resto de España. La edad media es de 54 años, nueve de ellos durmiendo en la calle. Un año después de que entraran los primeros inquilinos, todos siguen en sus pisos. En la capital aragonesa, es el albergue municipal el que propone a los candidatos que reúnen las características exigidas. Finalmente, son elegidos por sorteo.

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