El Cipotegato: "Espero poder transmitir a la gente la emoción desde la estatua"

Acaba de cumplir 22 años y estudia el grado superior de Mantenimiento en el IES Tubalcaín de Tarazona. Salió elegido en el tercer sorteo.

El Cipotegato, con su careta, junto a la estatua en su honor en la plaza de España de Tarazona.
El Cipotegato, con su careta, junto a la estatua en su honor en la plaza de España de Tarazona.
N. Bermejo

¿Cómo controla los nervios?

Los llevo lo mejor que puedo, en la medida de lo posible, pero es que es increíble ver cómo Tarazona te lo va recordando por todos sitios. La gente está muy ilusionada porque el año pasado llovió un montón después de la salida y parece que hay muchas ganas de que llegue el día.

Su historia como Cipotegato comenzó el año pasado, cuando salió elegido su número, el 87, en el sorteo. ¿Cómo reaccionó?

Cuando el concejal dijo el número, me quedé rígido, me temblaban las rodillas, no sabía qué hacer… Un amigo que estaba al lado me cogió del brazo y me sacó de allí. Fue un momento increíble que no se me olvidará en la vida.

Creo que hay una historia especial detrás de ese instante…

Mi madre es muy devota de la Virgen de los Milagros de Ágreda (Soria), su pueblo. Pocos días antes del sorteo había subido al pueblo en la romería y le pedí a la Virgen ser Cipotegato. Era la primera vez que se lo pedía y me lo concedió.

¿Siempre ha tenido claro que quería ser Cipotegato?

De pequeño mi padre me llevaba a la plaza y yo me quedaba impresionado, y les decía a mis abuelos que iba a ser Cipotegato. La pena es que ellos no lo van a poder ver, aunque estarán presentes de otra manera.

Con 22 años recién cumplidos, llevaba solo tres presentándose… ¿Es consciente de la suerte que ha tenido?

A la tercera va la vencida… Se cumplió el refrán conmigo. La verdad es que es una suerte porque hay gente que lleva muchísimos años apuntada. Es algo que todo turiasonense debería vivir al menos una vez en la vida.

Ha hecho una gran puesta a punto para mejorar su forma física.

He adelgazado más de treinta kilos, he hecho un cambio radical bajo la supervisión de mi vecino Álvaro Carcavilla, pero ser Cipotegato es la mejor motivación posible. De pequeño jugaba al balonmano, pero lo dejé y ahora he retomado el deporte para ponerme en forma para ese día.

El año pasado salió detrás del Cipotegato en una primera toma de contacto. ¿Fue como imaginaba?

Me di cuenta de la intensidad y de todo lo que requiere el momento, resistencia y fuerza física. Tenía muchos nervios y la imagen que recuerdo es la cara descompuesta del que tenía delante en la salida para hacerse paso entre la gente.

¿Qué recorrido ha elegido?

Acompañado de mis amigos, mi entrenador y todo el que quiera, pasaremos por la calle del Conde, arco de las Cadenas, plaza del palacio Episcopal, calles de San Juan, Fueros de Aragón y Virgen del Río, plaza de Toros Vieja, calle de Los Laureles, plaza de La Seo, calle de Marrodán y vuelta a la plaza.

¿Por algún motivo en especial?

Tenía claro que quería pasar por El Cinto, estoy muy ligado a ese barrio y soy de esa cofradía. Mis abuelos vivían en la calle San Juan y es un pequeño homenaje a ellos.

¿Cómo empezará el día?

Almorzaré con los amigos. Con ganas de afrontar el momento con toda la ilusión y todas las ganas. El momento soñado es la subida a la estatua. Espero poder transmitir a la gente toda la emoción.

¿Hay algo que le dé más respeto?

La salida de la plaza, es el momento más agobiante.

¿Qué le dicen los que ya han vivido esta experiencia?

Con el que más contacto he tenido es con Juan, el del año pasado. Me ha tratado todo el año de manera increíble con sus consejos y solucionando mis dudas.

¿Y la gente de su entorno, cómo lo lleva?

Mi padre se echó a llorar cuando se lo dije, mi madre no se lo creía, mi hermano empezó a dar vueltas por la casa… Es otro momento que tampoco se me va a olvidar.

Este año será algo diferente, pero ¿cómo suele vivir las fiestas?

Tomando vermús con la familia y amigos, por las ferias, las verbenas… la cuestión es no estar en casa esos días.

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