Un festín medieval en el castillo de Grisel

Las cenas medievales en esta fortificación proponen un viaje histórico en el que se cuida hasta el más mínimo detalle, desde la ambientación hasta la vestimenta de los comensales.

Un festín medieval en el castillo de Grisel
Un festín medieval en el castillo de Grisel

El castillo gótico de la localidad de Grisel, a tres kilómetros de Tarazona, data en su origen de los siglos XI-XII, según se conoce a través de documentos en los que aparece, así como en el siglo XIV, cuando su tenente era Lope Ferrench de Luna. La fortificación, restaurada en la siguiente centuria, adquirió la apariencia actual. El inmueble, declarado Bien de Interés Cultural, conserva todos sus elementos defensivos: matacán, murallas almenadas con saeteras, adarves o torres defensivas. Perteneció durante siglos al Cabildo de la Catedral de Tarazona hasta la desamortización de Mendizábal, en el siglo XIX.

En 1988, el castillo, en estado de ruina, fue adquirido por Manuel Giménez Aperte. En aquel momento comenzaron los trabajos de restauración para recuperar el esplender de anteriores épocas de esta construcción medieval.

En la actualidad, el castillo cuenta con una oferta de actividades para todos los gustos: desde alojamiento a la organización de eventos, el alquiler íntegro de la fortaleza o, un de las más demandadas últimamente, la celebración de cenas medievales en sus dependencias.

“Son todas diferentes porque la organización es flexible, -cuenta Luis Zueco, gerente del castillo de Grisel-. Disponemos de muchos trajes y accesorios medievales para que los comensales que vienen a comer o cenar al castillo lo hagan ataviados como corresponde a la época. Por eso les consultamos con antelación sus tallas”.

No son disfraces, sino vestimentas que respetan el rigor histórico, así como la vajilla de barro utilizada durante los banquetes, los escudos, espadas y estandartes, entre otros elementos utilizados para conseguir un ambientación acorde al escenario donde tiene lugar la celebración.

Normalmente, estos festines se preparan en el salón principal: “Lo decoramos, ponemos música medieval, los camareros también lucen la correspondiente indumentaria e intentamos que el menú sea el apropiado, a base de ternasco, jarras de vino... y dependiendo de los gustos de cada grupo se realizan actividades como tiro con arco o bailes medievales”, explica Zueco.

“Pedimos a los participantes que se quiten las gafas, los relojes y dejen los móviles, si es posible, aunque esto último es más difícil. Es sobre todo por las fotos, para que no salgan con una espada en una mano y el móvil en la otra. Y que al menos durante unas pocas horas viajen en el tiempo hasta la Edad Media”, añade.

Las cenas suelen organizarse para grupos de 12 a 14 personas y el precio por persona gira entorno a los 50 euros por adulto. También existe la posibilidad de solicitar este servicio para grupos más pequeños, e incluso para eventos como bodas de oro, cumpleaños, etc. hasta para un máximo de 100 personas.

“Normalmente, los grupos de las cenas medievales también se quedan a dormir en el castillo”, -señala el gerente-. También los hay que vienen en el día a comer. Pero lo normal es que pernocten aquí”. El castillo de Grisel cuenta con capacidad para alojar a 16 personas.

Pasar la noche en un castillo es una experiencia que atrae a más de un visitante. “Hay quien viene solo para dormir en él y no sale. Ni visita la zona. Vienen exclusivamente a eso, sobre todo son huéspedes británicos, de paso hacia Levante; también australianos, japoneses y estadounidenses, que sienten curiosidad por este tipo de edificaciones, ya que en sus países no existen y aprovechan para hacer noche en Grisel porque, tal vez, sea la última vez en su vida que duermen en un castillo si no vuelven otra vez a Europa”, apostilla.

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