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Un profesor del campus de Teruel desvela claves de la evolución del cerebro humano

Héctor M. Manrique indica en un artículo científico que cambios en la estructura cerebral aceleraron hace un millón de años el progreso tecnológico.

Héctor Marín Manrique, en el campus universitario de Teruel.
Héctor Marín Manrique, en el campus universitario de Teruel.
Antonio Garcia/Bykofoto

Una de las últimas novedades en el estudio de la evolución de la mente humana lleva sello turolense. El profesor del campus la Universidad de Zaragoza en Teruel Héctor Marín Manrique demuestra en el artículo "¿Copiar o no copiar? ¡Esa es la cuestión! De los chimpancés a la fundación de la cultura tecnológica humana", publicado en la prestigiosa revista ‘Physics of Life Reviews’, como la capacidad del ser humano moderno para copiar y transmitir las innovaciones ha sido clave para el desarrollo de la humanidad. Este recurso también ha sido decisivo para diferenciar al hombre de otros grandes simios, como los chimpancés, que mantienen la tendencia extendida entre todas las especies a seguir patrones repetitivos.

El artículo científico, publicado conjuntamente con el investigador Michael John Walker, señala que, para éxito de todas las especies animales, ha sido fundamental reducir las posibilidades de sorpresa en su vida cotidiana, un mecanismo que refuerza las posibilidades de supervivencia porque sigue pautas adaptadas al medio. Sin embargo, en el caso del hombre, ha sido la capacidad de incorporar las novedades y de trasmitirlas a los contemporáneos y a las sucesivas generaciones la base de su desarrollo tecnológico.

La investigación señala que, desde las primeras especies "precursoras" del genero Homo –hace tres millones de años– hasta el Homo antecesor –descubierto en Atapuerca–, apenas se producen progresos en la industria lítica, mientras que en el último millón de años, gracias a la adaptación del cerebro para encajar y divulgar las innovaciones, se aceleran los avances instrumentales y culturales. Así, en la divergencia del hombre respecto a sus "primos" los simios y el resto de especies, se halla, según Manrique, la clave de su éxito.

Héctor Marín Manrique explica que su aportación a la neurociencia se basa en el "principio de la energía libre", según el cual "todas las especies animales que han sido capaces de sobrevivir y adaptarse reducen con éxito los niveles de entropía en sus intercambios con el entorno". Este principio, aplicado también al desarrollo de la inteligencia artificial, aglutina saberes matemáticos, de la termodinámica y de la física cuántica.

Para llegar a sus conclusiones, la principal fuente de información han sido las investigaciones arqueológicas y, en particular, los materiales líticos procedentes de la Cueva Negra del Estrecho del río Quípar (Murcia), excavada por Michael Walker y que ha aportado herramientas de hace un millón de años, además de pruebas de que los habitantes de esta gruta mantuvieron un fuego encendido durante un largo periodo de tiempo, lo que demostraría la organización y planificación de su ocupante, el Homo antecesor.

El investigador señala que, tras analizar el registro fósil de los últimos tres millones de años, se "pone de relieve que la presencia habitual de tecnología lítica (hachas de mano de piedra) junto con otros signos relevantes de inteligencia como la presencia de fuego en las moradas de los antepasados no es habitual hasta hace aproximadamente 700.000 años. Sería a partir de este momento cuando el cerebro humano mostraría indicios de la complejidad suficiente que le permitiría innovar y desarrollar tecnologías complejas cuya fabricación sería transmitida de una generación a la siguiente".

Como Manrique y Walker explican en la última entrega de ‘Physics of Life Reviews’, el ser humano tiene la ventaja de que su cerebro, y más concretamente su memoria, le "permite ensayar mentalmente distintas posibilidades para predecir mejor qué cosas pueden ocurrir a su alrededor como consecuencia de sus conductas", lo que facilita la incorporación de novedades y avances.

Héctor Marín Manrique, con siete años de experiencia como profesor en los grados de Magisterio y Psicología del campus de Teruel, ha realizado distintas publicaciones científicas sobre neurociencia en revistas internacionales y estuvo vinculado al famoso Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leizig (Alemania), donde colaboró con el primatólogo Josep Call.

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