historia
El campamento del ejército almorávide que libró la batalla de Cutanda, localizado nueve siglos después
La recogida de 5.000 de fragmentos de cerámica revela el lugar de acampada de los musulmanes antes del decisivo combate con el ejército de Alfonso I en 1120.
El escenario de la batalla de Cutanda, librada en 1120 entre un ejército almorávide y las tropas de Alfonso I de Aragón, sigue sin identificar a pesar de los esfuerzos por encontrarlo que desde 2015 llevan a cabo el historiador Rubén Sáez y del arqueólogo Javier Ibáñez, pero la investigación han dado un paso de gigante con la localización del campamento en el que las tropas musulmanas se asentaron antes de dirigirse al combate.
Las prospecciones realizadas en 2015 con georradar por el Regimiento de Pontoneros de Zaragoza, las posteriores catas arqueológicas y el análisis de los fragmentos de cerámica hallados en la superficie han servido para situar, con mucha fiabilidad, el lugar donde acampó el ejército musulmán que le disputó a Aragón el control del Valle del Ebro.
El resultado del trascendental enfrentamiento –las fuentes históricas cifran los muertos en combate en 15.000– fue favorable al contingente cristiano, que tras la victoria se dedicó a saquear el campamento de sus oponentes, del que solo han llegado hasta hoy fragmentos de cerámica dispersos por una superficie de 20 hectáreas en la partida de Las Celadas de Cutanda, actualmente una pedanía de Calamocha. El saqueo hizo que las armas, tiendas de campaña y otros objetos de valor desaparecieran de lugar, en el que solo quedaron los materiales inservibles.
Rubén Sáez explica que el procesamiento de las entre 4.000 y 5.000 piezas de cerámica recogidas en superficie y en los sondeos realizados ha permitido situar el campamento almorávide. Este hallazgo permite aventurar que el escenario del decisivo combate no anda muy lejos, porque, según explica el historiador, el lugar de acampada se situaba habitualmente a una distancia de entre tres y cuatro kilómetros de campo de batalla.
Sáez está convencido de que la localización del asentamiento temporal es un paso decisivo para descubrir el escenario de la batalla, pero aclara que en sí mismo tiene mucha relevancia porque puede aportar valiosa información sobre el equipo que llevaba consigo un ejército en orden de marcha, sobre sus dimensiones y sobre las costumbres de la época.
El procesamiento de la cerámica permitirá saber qué piezas utilizaban los guerreros musulmanes del siglo XII como menaje individual, cuáles se empleaban como vajilla de lujo por los comandantes del ejército o qué tipo de recipientes se usaban para el transporte de avituallamientos a larga distancia.
El equipo investigador advierte de que "las huellas" que dejó la batalla en el paisaje podrían ser muy escasas porque, una vez sentenciada la victoria, las tropas cristianas se apoderaron de todos los objetos de valor que quedaron sobre el campo, como armas, indumentarias, calzado y otros objetos de interés. Una parte importante del botín la constituyen los 2.000 camellos, que según las crónicas, pasaron a manos de los vencedores.
Rubén Sáez explica que el principal resto que quedó sobre el terreno fueron las fosas en las que se enterraron los miles de muertos en combate. Pero apunta que, en ocasiones, la inhumación se sustituía por la incineración «para evitar epidemias» con lo que las evidencias conservadas serían «menores».
El proyecto de localizar el campo de batalla de Cutanda arrancó con los prolegómenos de la conmemoración del 900 aniversario del acontecimiento histórico, una celebración promovida por la Asociación Batalla de Cutanda para 2020, frustrada por el estallido de la pandemia. Asociada a esta iniciativa a está la construcción de un centro de interpretación promovido por el Ayuntamiento y cuyo equipamiento acaba de ser adjudicado por 58.312 euros a Sistemas de Impresión y Diseño.
Rubén Sáez y Javier Ibáñez están procesando el ingente volumen de restos cerámicos procedentes de Las Celadas. Sáez resalta la singularidad del hallazgo, porque "nunca antes se encontró un campamento medieval con tantos restos ni tanta concentración de material almorávide". Aclara, no obstante, que si, finalmente, se localiza el campo de batalla será "la guinda" del proyecto de investigación.
