San Pedro de Teruel recupera el retablo de la capilla donde fueron hallados los Amantes

El conjunto escultórico fue realizado por el artista Gabriel Joly en el siglo XVI.

Restauradores y operarios ensamblan días atrás las 29 piezas del retablo.
San Pedro de Teruel recupera el retablo de la capilla donde fueron hallados los Amantes
Jorge Escudero

El retablo de la capilla de la iglesia de San Pedro de Teruel en cuyo subsuelo fueron descubiertas en 1555 las momias de los Amantes de Teruel vuelve a brillar. Un complejo proceso de restauración que ha durado seis meses y en el que se han desmontado una a una las 29 piezas que componen la obra, del siglo XVI y dedicada a los santos Cosme y Damián, ha permitido reparar los graves daños producidos por la carcoma y eliminar los muchos repintados y capas de barniz aplicadas sobre el original en sucesivas reformas a lo largo de los años.

Cinco técnicos en restauración de la Fundación Santa María de Albarracín, artífice de la recuperación del retablo, ensamblaban a finales de esta semana las últimas piezas de esta estructura de madera, decorada con esculturas y pinturas, para instalarla en su lugar de origen. A partir del próximo martes, 15 de enero, podrá verse la obra en todo su esplendor. Aunque estaba previsto que los trabajos de montaje terminasen el pasado viernes, la iglesia de San Pedro abrirá sus puertas ese día tras haber estado cerrada durante una semana por obras de mantenimiento.

La obra fue esculpida por Gabriel Joly, autor también de los retablos mayores de la iglesia de San Pedro y de las catedrales de Teruel y Albarracín. Sin embargo, el de San Cosme y San Damián es el único policromado de los cuatro.

El director de la Fundación Santa María de Albarracín, Antonio Jiménez, califica el retablo como"una verdadera joya" y destaca que lleva la firma de uno de los imagineros con más renombre de Aragón durante la época renacentista.

Desde el hallazgo de los restos atribuidos a Isabel de Segura y Diego de Marcilla, Los Amantes de Teruel, la capilla es conocida popularmente como de ‘Los Amantes’. Desde 2005 las momias de ambos personajes pueden visitarse en el mausoleo del mismo nombre, un espacio museístico construido anexo a la iglesia de San Pedro que se ha convertido en uno de los principales atractivos turísticos de la capital turolense.

El retablo dedicado a San Cosme y San Damián, patronos de los médicos, se instaló en la capilla de Los Amantes con posterioridad a la aparición de los restos de Isabel y Diego.

Para la restauradora Rosana Herrero, una de las tareas más complejas en el proceso de restauración ha sido la eliminación de las capas de barniz que recubrían la pintura original de las figuras y el pan de oro que decora los elementos del retablo y que fueron aplicadas en épocas posteriores a su fabricación.

Según explica Herrero, el barniz era considerado el remedio más rápido para devolver a las esculturas el brillo que perdían con el paso de los años por la suciedad acumulada en ellas. Sin embargo, la rápida oxidación de este tipo de pintura acababa logrando el efecto contrario, es decir, el oscurecimiento del retablo."Las capas de barniz eran muy gruesas y duras, y su limpieza nos costó más tiempo del previsto", dice la restauradora.

Tampoco resultó sencillo eliminar el insecto de la carcoma, que estaba destrozando tanto la mazonería –la estructura del conjunto– como las figuras del retablo, al que entre los siglos XVIII y XIX se añadió un sotobanco de menor valor artístico que el resto de la obra.

Pan de oro de gran calidad

Rosana Herrero destaca la"gran calidad" del pan de oro que recubre buena parte del retablo. Este ha recuperado su brillo original tan solo con ser desprovisto de los repintados posteriores y ello se debe al alto número de quilates que posee el metal utilizado en la pátina y a su grosor, lo que ha propiciado una perfecta conservación.

La iglesia de San Pedro, construida en el siglo XIV en estilo mudéjar y decorada entre 1896 y 1902 en estilo modernista neomudéjar por Pablo Monguió y Salvador Gisbert, fue declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1986. Su campanario, la torre de San Pedro, del siglo XIII, es el más antiguo de las 4 torres mudéjares de la capital turolense.

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