El I+D llega a la trufa para aumentar su negocio millonario en Teruel

Varias empresas empiezan a probar en laboratorio distintos sustratos que pueden aumentar hasta un 60% su producción. Teruel capitaliza el mercado mundial de este fruto tan codiciado.

Una plantación en Sarrión
Una plantación en Sarrión
A. García/Bykofoto

Lo que hace solo unos años era un negocio codiciado pero entregado en cierto modo a la experiencia, algo de fortuna y al desarrollo del hongo de forma silvestre se está convirtiendo en los últimos tiempos en un sector cada vez más moderno.

La trufa ha cambiado para bien el panorama en Gúdar-Javalambre, una de las comarcas más despobladas de Aragón (y de Europa) que ha encontrado en este manjar un fruto de riqueza y dinamización. Sarrión, el principal pueblo productor, capitaliza el mercado mundial de este hongo que alcanza de media los 600 euros el kilo en el mercado. Su producción y el número de hectáreas ha crecido con fuerza y, aunque no existen estadísticas concretas sobre las hectáreas dedicadas a su obtención, las mejores campañas han dejado sacar de sus tierras hasta 35 toneladas, un número similar al que produce toda Francia en su conjunto.

Sin embargo, lo que antes se dejaba en manos de la calidad del suelo y de las carrascas para obtener fruta, ahora se acondiciona cada vez más con procesos que pasan por el laboratorio. Además de inocular el hongo en nuevas plantaciones, algo que se lleva realizando ya años con métodos cada vez más depurados, ahora las empresas de la zona han comenzado a desarrollar sustratos para que la trufa crezca con más fuerza, más cantidad, y de una forma más redondeada.

Turbatruf es una de las empresas de Sarrión que está comercializando con éxito uno de estos sustratos cuyas primeras pruebas dejan como resultado -según los responsables de la empresa- que la producción del árbol puede llegar a crecer hasta un 60% y recortar los tiempo de plantación también de forma importante.

Luis Rozalén, gerente de Turbatruf, atiende a Heraldo.es mientras no para de recibir llamadas de clientes que quieren comprar su codiciado sustrato. “Por medio de una colaboración con una empresa de Valencia, Grupo Projar, que trabaja con laboratorios, hemos conseguido crear un sustrato que se adapta al pH adecuado que necesita la trufa”, comenta.

El objetivo es aumentar la rentabilidad de un sector que aunque ya de por sí importante, sigue soportando unos tiempo de preparación extensos. Un nuevo productor que plante por ejemplo una carrasca con el hongo inoculado debe esperar de media unos siete años antes de empezar a conseguir su primera producción. Con los nuevos sustratos, este tiempo puede reducirse “a los 4 o 5 años”, señala Rozalén.

Huesca multiplica por 5 sus hectáreas también a base de especialización

Con todo esto, el negocio de la trufa en Teruel aspira a mejorar su rentabilidad, ya de por sí importantísima en una zona de pueblos pequeños y casi ninguna empresa. Teniendo en cuenta que el precio medio en origen del fruto puede oscilar entre los 150 y 200 euros y su producción, la truficultura está dejando en esta zona turolense de media entre 5 y 7 millones de euros anuales.

Pero sí Teruel por sí mismo ya protagoniza la producción española y es el mayor productor mundial, en los últimos tiempos, Huesca también está sumando cada vez más hectáreas. En el Altoaragón, donde hasta hace poco la truficultura estaba instalada principalmente en la Ribagorza por medio de la recolección de los hongos que crecían de forma salvaje, ahora también ha entrado con fuerza la especialización.

En Graus, el Centro de Investigación y Experimentación en Truficultura lleva desde 2009, promovido por la DPH, asesorando y mejorando las técnicas de los agricultores que han querido probar suerte con la trufa. Y las hectáreas dedicadas a esta joya gastronómica se han multiplicando por cinco (de 200 a 1.000) en este tiempo.

“Aquí asesoramos a los nuevos productores y también trabajamos comprobando sustratos para ver que no afectan al hongo a largo plazo, además de realizar nuestras propias labores de investigación y ensayo”, comenta su técnico, Eva Gómez, cuyo centro lidera la investigación en una región que va camino de convertirse en el segundo productor de trufa de España por detrás de la líder Teruel y toda la extensión de Castilla y León.

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